EXTRA - Cumpleaños

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                — Es mi otra mitad.

Bert puso los ojos en blanco, y provocó varias risas por eso.

— Mi mejor amigo —prosiguió Ray—, desde que éramos niños. Siempre fue mi mejor amigo, y hoy está de cumpleaños. ¡Todavía no termino!

Llevaban por lo menos tres minutos escuchándolo, y ni siquiera era un número estimado, Frank se había dado el tiempo de contar los segundos desde que comenzó a hablar, y pronto los segundos se convirtieron en minutos. Ya iban tres minutos y medio, y las velas estaban comenzando a derretirse sobre la crema del pastel. Pero no era su culpa tardarse tanto, tenía que admitir que la previa al cumpleaños había sido bastante intensa, aunque él mismo no ingirió demasiado alcohol porque estaba ocupado preparando los últimos detalles para esa noche.

— El mejor y... te amo —dijo ahora, las risas fueron más fuertes esta vez, sobre todo porque detrás de los anteojos de Toro había lágrimas reales. Sus ojos brillaban por culpa de ellas—. ¡Te amo, Gerard Way!

Gerard estiró los labios en una mueca, sentía vergüenza por ver a su mejor amigo tan inmerso en los efectos del alcohol, y odiaba que hubiera tantos ojos presenciando esa patética escena. No quiso perder más tiempo, y luego de aquello, sin dejar que cantaran la estúpida canción de cumpleaños o pedir los correspondientes deseos, sopló para apagar las velas y se dio media vuelta para salir de ahí. Frank se alertó de inmediato, y abandonó también al grupo de personas al interior del ruidoso bar para ir en busca de su novio. Tuvo que esquivar a un par de personas, pero no le costó llegar a la puerta trasera y salir luego al callejón al costado del bar. Olía terrible y había un enorme basurero tapando la salida directa a la calle principal, pero con ayuda de la escaza luz de luna que se colaba apenas en medio de los altos edificios neoyorkinos, logró ver la negra cabellera de su novio y se acercó a él. Gerard estaba sentado en el suelo, con la espalda pegada a la pared y las rodillas alzadas contra el pecho, tenía la cabeza gacha, y los brazos doblados como soporte. Ladeó levemente el rostro hacia Frank cuando éste se sentó a su lado, y le dedicó el esbozo de una sonrisa.

— Lamento haberme marchado de mi propio cumpleaños —murmuró.

— Supongo que cumplir 20 años le esas cosas a uno —respondió Frank, y no pudo evitar sonreír al ver que le había sacado una risita al mayor. Luego acercó una mano a su rostro y le dio una leve caricia. Se distrajo unos momentos al notar lo genial que se veían los nuevos tatuajes en sus nudillos con la natural luz de noche— ¿Qué pasó? —Preguntó.

Gerard se encogió de hombros, y luego volvió a esconder su rostro.

— Soy un imbécil —dijo con voz ahogada—. Yo... esto es demasiado, Frankie. Yo no soy el tipo de persona que tiene una fiesta de cumpleaños en un bar. Conozco a la mitad de esas personas, y a muchos de ellos ni siquiera me interesa tenerlos en mi cumpleaños. Yo sé que te esmeraste en preparar esto, pero... pensé que me conocías mejor que esto, eso es todo.

Frank se mordió los labios y frunció el entrecejo. Era totalmente obvio que se trataba de eso, ¿Cómo no lo notó cuando llegaron y Gerard puso cara de haber olido algo particularmente apestoso? ¿Cómo no lo notó cuando Gerard evitó saludar a la gente? Había estado tan ciego, y distraído disfrutando algo que se suponía era para su novio, no para él. Aunque no era totalmente su culpa. Todo había partido cuando Mikey le presentó a la nueva chica con la que estaba saliendo, que resultó ser DJ. Ella le contó sobre el bar en donde iba a estar esa noche, y Frank fue a verla junto con Mikey. Y decidieron que era el lugar perfecto para celebrar el cumpleaños de Gerard. Ambos eran cercanos a Gerard y ninguno escuchó a Ray cuando dijo que a Gerard no le iba a gustar tanta parafernalia. Quizás Ray tenía razón, y sí era su otra mitad después de todo.

— No eres un imbécil, Gee... —dijo Frank, llevando una mano a acariciar la espalda ajena— Tienes razón, debería haber seguido mi primera idea de comprar un montón de pétalos de rosa y velas, y trazar un camino a nuestra cama en donde obviamente yo iba a esperarte sin ropa y con una caja de bombones cubriendo mi pene.

Gerard alzó la mirada solo ante la sorpresa, y le miró con el entrecejo fruncido, preguntándose si de verdad Frank era capaz de todo eso.

— ¿En serio? —Preguntó.

Frank no pudo evitar reír, era una risa estruendosa que pronto contagió a Gerard, y terminaron ambos riendo durante varios segundos antes de parar. Frank aprovechó para acercarse a él, y Gerard no se negó cuando intentó besarlo. Ambos tenían algo de alcohol en el cuerpo, pero no era el suficiente como para perder el control sobre sus cabezas o algo así. De todos modos, el beso no duró mucho más, fue cortado por Frank, quien luego de mirarle a la cara se atrevió a hablar.

— ¿Vámonos a casa? —Preguntó.

— No —dijo Gerard—. Te esmeraste mucho preparando esto, quizás cuánto dinero gastaron aquí... No quiero arruinar esta noche, Frankie. Es solo que ver a Raymond tan ebrio y a Mikey con esa tipa casi diez años mayor que él que no para de besarlo y... fue demasiado para mí.

— Por eso, vámonos —dijo Frank—. Nos quedamos en ropa interior en el sofá, viendo una maratón de RuPaul y comiendo M&M, ¿qué mejor?

— No se me ocurre nada mejor, de hecho —Gerard sonrió de medio lado.

Frank le tomó entonces la mano y le ayudó a ponerse de pie, en lugar de volver al interior del bar decidieron escalar el basurero y saltar luego a la acera, y una vez en la calle, comenzaron a correr el par de cuadras que los separaban de casa. Era un tramo bastante corto, así que en nada estuvieron en el vestíbulo del edificio. Gerard se abrazó al costado de su novio, y con el rostro rojo por el esfuerzo fueron hacia el ascensor para subir al piso en donde vivían.

La cita se cumplió tal y como prometieron, en cuanto llegaron al departamento comenzaron a quitarse la ropa hasta quedar solo en ropa interior, y mientras Gerard escogía qué temporada iban a ver en la televisión, Frank fue al lugar en donde escondía (de Gerard) los dulces y sacó una bolsa grande de M&M. Al llegar al sofá encontró a su novio recostado sobre el mismo, vistiendo nada más que sus calzoncillos con estampado de vaca. Frank en parte vestía unos bóxers a cuadros, que según Gerard parecían de un anciano de 78 años. Frank se acomodó a su lado y Gerard le dio play a la temporada número seis, y mientras los Drag Queens comenzaban a presentarse uno a uno, ellos comenzaron a besarse sobre el sofá.

— Feliz cumpleaños —suspiró Frank luego de un beso—, ha sido un honor pasar contigo estos tres cumpleaños. Espero verte con mis propios ojos cuando cumplas 45 y estés lleno de canas.

Gerard no pudo evitar reír al escucharlo.

— Y yo no puedo esperar a verte calvo cuando cumplas 30, en las fotos he visto que fue la edad en donde la frente de tu papá comenzó a ampliarse —dijo entre risas, y luego agregó, mirándole a los ojos—: Te amo, Frankie. 

the drama club • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora