Capítulo 22

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"¿Alguna vez oíste de la tragedia de Darth Plagueis el sabio?"

Frank no pudo evitar sonreír al leer la nota en la desordenada caligrafía de Gerard. No era la primera vez que le dejaba una nota en el casillero, pero cada vez era especial porque, diablos, Gerard se tomaba unos minutos de su ajetreada vida de alumno pronto a graduarse para citar sobre un trozo de papel una ingeniosa frase de alguna película y luego dejarlo en su casillero. Y quizás cualquiera pensara que era una tontería, pero era genial. Y lo hacía feliz. Y Gerard sabía que lo hacía feliz porque seguía haciéndolo.

Conservó su sonrisa aun cuando el maestro de biología le dijo que sus calificaciones daban asco y que tendría que presentar un informe si es que quería salvar un poco su promedio. Iba a hacerlo, claro que sí, solo porque la idea de quedarse atrasado para volver a cursar biología no le agradaba en lo absoluto. Y siguió sonriendo cuando finalmente terminó la clase de literatura y pudo ir por fin a comer algo. Los chicos ya estaban en su mesa cuando pasó junto a ellos, así que luego de recoger su bandeja fue a tomar asiento junto a Bert, porque Ray y Gerard estaban juntos con la nariz sumida en sus libros.

— Son como estatuas —comentó Bert cuando Frank se instaló en su lugar—, es atemorizante.

— ¿No deberías estar haciendo lo mismo? —Frank alzó una de sus cejas, el cabello de Gerard había crecido hasta convertirse en una melena que llegaba hasta su barbilla y oh Dios, lucía tan bien así.

— Da igual, iré al conservatorio de música cuando salga de aquí.

— No te recibirán si no logras salir de aquí —Ray alzó la cabeza con los dientes apretados y los anteojos en la punta de su nariz. Lucía molesto, y había ojeras bajo sus ojos. Realmente parecía cansado... aunque Frank sabía que de invitarlo a tomar una siesta recibiría la misma mirada que estaba obteniendo Bert en ese momento.

— Oh vamos, Ray. No seas así... sabes que lo lograré de todos modos porque tengo todo bien guardado aquí —Bert se apuntó un costado de la cabeza con el tenedor, había una sonrisa burlona en sus labios—. Es solo que no me gusta matarme estudiando.

— ¿Pueden callarse? —Gerard estalló. Pero en cuanto alzó la cabeza se arrepintió de haber reaccionado así. Frank lucía como si hubiese sido él el regañado— Oh... hola Frank. No noté que estabas aquí.

— No pasa nada —respondió y estiró los labios en un amago de sonrisa y se encogió de hombros.

Se mantuvieron en silencio durante casi todo el almuerzo, pero en cierta parte las miradas de Frank y Gerard se encontraron, ambos habían quedado satisfechos hace mucho y sin limitarse a dar excusas abandonaron la mesa para salir juntos al exterior. Olía bien afuera, era una de las cosas que Frank más disfrutaba de esa parte del año. Caminaron hacia el verde césped y tomaron asiento sobre el mismo, con las rodillas flexionadas contra el pecho y lo más cerca posible del otro.

— Toma —Gerard murmuró y le extendió uno de sus audífonos. Frank no reconoció la canción, pero al ver la pantalla del celular descubrió que era de una banda llamada Muse. Anotó mentalmente buscar más canciones de ellos al llegar a casa porque, demonios, sonaban genial. — Siempre me acuerdo de ti con esta canción.

— ¿Por qué? —Frank se vio obligado a preguntar. No quería hablar. Quería escuchar la canción. Pero su curiosidad era tan grande todo el tiempo...

Gerard alzó uno de sus brazos y lo rodeó por los hombros para apegarlo un poco más a él. Frank apoyó la frente contra la mejilla de Gerard e inhaló fuertemente el aroma ajeno. Gerard se tardó en responder, y cuando lo hizo fue solo siguiendo la letra de la canción que estaba cercana a terminar.

the drama club • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora