HASTA EL FIN DEL MUNDO

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Los personajes son creados por la escritora Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, seudónimo de Yumiko Fijii, publicado en Japón por Kōdansha Ltd. desde 1975 a 1979.

Dos años han pasado desde aquella noche nevada,eso recuerdos ya no dolían, Candy siguió adelante con su vida y su carrera de enfermera, de vez en cuando en la prensa se leían noticias, de aquel joven inglés.

Con el pasar de esos los años Albert fue escalando posición dentro del restaurante, hasta llegar a ocupar un cargo de chef.

Entre los dos tenían un buen ingreso económico, después de tener algunos problemas con los vecinos decidieron mudarse de su amado hogar, buscaron Hasta que consiguieron una hermosa casita, aunque no era grande, en comparación con el departamento del magnolia era un palacio, tres habitaciones, dos pequeños baños, una sala con una amplia chimenea y un acogedor comedor, para completar un pequeño salón que decidieron convertir en un cómodo estudio, los dos eran felices compartiendo sus vidas.

Pasado un año, ya conocían a todos los vecinos y habían hecho amistad con ellos, todos en la cuadra asumían que los rubios eran pareja, de esto se enteraron por un comentario indiscreto de una vecina, luego de lo vivido en el Magnolia entre ambos decidieron no aclara el asunto, el rubio no quería que esos rumores se repitieran y dañara nuevamente la reputación de Candy.

Ya tenía un año viviendo en la casa cuando se les presentó la oportunidad de comprarla, pero para ello necesitaban un préstamo por lo que visitarían un banco, se pusieron de acuerdo para encontrarse la tarde siguiente después que la rubia saliera de la clínica del Doctor Martín a las puertas del banco.

A las dos de la tarde la rubia caminaba de un lugar al otro impaciente, de tanto ir y venir ya se sentía mareada y frustrada, en una de tantas se tropieza con alguien, esto casi la tira al suelo, cosa que no sucedió porque sintió que la detenían de los hombros.

-¿Señorita Candy? Dijo una voz muy familiar, al levantar la mirada se encontró con un hombre con una sonrisa.

-¡George! ¿Eres tú? La rubia ya no era una niña, más de cinco años habían pasado desde la última vez que supo de su querido George.

-Sí, señorita Candy soy yo, la chica sin pensarlo lo abrazo, ya hacía tiempo que no tenía contacto con aquella familia, después de la boda de Archie y Anny, y su viaje a Escocia, no tenía ningún motivo querer estar cerca de los Andrew, aparte del tío abuelo, a quien le escribía cada quince días, puntual como reloj Suizo.

-Tanto tiempo sin verla, un dejo de tristeza matizaba la voz del hombre

-Algo, contestó sonriente la joven, lo que animó al moreno.

Por un momento la rubia lo detalló, se veía igual, algunas canas, unas pequeñas arrugas, por acá y por allá, Lo diferente era la mirada, antes Serena y ahora le parecía verla triste y apagada.

-¿Y qué hace por acá? ¿Tiene algún problema? ¿Necesita algo? La rubia sintió ternura en ver el interés de aquel hombre, que desde que lo conoció solo se había preocupado por ella.

-George tú no cambias, dijo la joven moviendo la cabeza de un lado a otro, en negación, a lo que él respondió con una sonrisa.

-Señorita Candy, disculpe la intromisión, me enteré ya hace algunos años por Neil que usted estaba compartiendo un departamento con un joven.

-Si compartíamos un departamento, dijo la chica, al escuchar ese "compartíamos" George respiró aliviado, Hasta que la rubia continuó.

- Ahora vivimos en una hermosa casa, esto era acompañado de una gran sonrisa.

-¡Señorita Candy! Fue lo único que dijo George.

-George, hasta el fin del mundo le seguiré, el moreno solo parpadeo al escuchar esto, a lo lejos George vio acercarse a un grupo de hombres y se apresuró a decir.

-Necesitamos hablar con calma, señorita Candy en unos minutos tengo una reunión ¿me puede esperar?

-No creo George, estoy esperando a alguien y tenemos un compromiso, en ese momento la rubia divisa aún joven rubio que se acercaba, el solo verle le hizo suspirar.

-Entonces en cualquier momento debemos hablar, Candy asintió con la cabeza y le regaló una tierna sonrisa.

-Cuídese mucho George, diciendo esto le abrazo, disculpe que me despida, ya me están esperando, George se limitó a tomarle una de sus manos y sonreír levemente, con esto se despidieron.

Él caminó a encontrarse con algunos socios que venían a firmar un contrato, ella al encuentro con el rubio que ya la esperaba, al estar frente el uno al otro se sonrieron y él muy galante le ofreció su brazo, así entraron a gestionar el préstamo para la compra de la vivienda.

Al entrar al edificio el rubio se sintió incómodo, por un instante pensó en retirarse, pero ver la ilusión en el rostro de su pequeña, le hizo apartar todos esos sentimientos y con decisión se acercaron a una de las promotoras, felizmente cumplían con los requisitos para el crédito que solicitaron inmediatamente, días después se enteraron que el mismo les fue aprobado.

Luego de la visita al banco Albert comenzó a tener sueños perturbadores, soñaba con una joven mujer, de cabellos rubios y ojos verdes, con un niño en brazos, el niño era rubio y de ojos azules, muy parecido a él, eso lo tenía perturbado, esa mujer ¿sería su esposa? Ese niño ¿sería su Hijo? Eso no era posible, ya había pasado mucho tiempo, seguramente ya tenían una vida hecha, habían pasado casi seis años desde que perdiera la memoria.

Un Meses después y Albert se armó de valor e invitó a un día de campo a su pequeña, con la excusa de celebrar que ya habían comprado la casa, tenían un auto modesto de segunda mano que adquirieron entre ambos, y que poco a poco había reparado el rubio, una vez más él la llevó aquella colina, en donde años atrás se habían prometido compartir sus penas y alegrías.

-Albert que bella está la colina, comentó la rubia.

-Sí princesa, no más hermosa que tú, el rubio la veía a los ojos con intensidad, la rubia parpadea y piensa.

-Tú no te imaginas, lo que siento por ti, Como me haces falta cuando estas lejos de mí, Si tú me dejaras, no sabría que hacer.

-¿Princesa? ¿princesa? La rubia solo lo veía perdida en sus pensamientos, al escucharlo volvió a la realidad y sin más lo abrazo sonriente.

-Candy, necesito confesarte algo dijo el rubio, algo con algo de inseguridad, lo que hizo que la rubia le abrazara con más fuerza temiendo lo peor, el trato de separarla un poco de su cuerpo pero ella no lo permitió.

-Candy, yo.... yo necesito confesarte algo, hizo una pausa y respiró profundamente mientras la abrazaba con fuerza -Yo desde hace mucho tiempo.... Te amo y me gustaría saber si existe la posibilidad de que tú quieras ser mi novia y te cases conmigo, la rubia se separó de él viéndolo, con sus esmeraldas nubladas por las lágrima, aquello era un maravilloso sueño hecho realidad.

-Albert yo.... Él le cubrió los labios con un dedo impidiéndole continuar.

CONTINUARÁ..................

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