CAPÍTULO XXIII

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Los personajes son creados por la escritora Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, seudónimo de Yumiko Fijii, publicado en Japón por Kōdansha Ltd. desde 1975 a 1979.

Paso un minuto, un segundo, una vida o una eternidad, pues no lo sabía, el ver su cuerpo desplomarse solo hizo que su existencia misma dejará de tener sentido, ya nada ni nadie le importaba en ese momento, la gente pasaba de un lado al otro y aunque todos hablaban, no entendía lo que decían, eran como murmullos inentendibles en ese momento, ver aquel hilo de sangre dejado en el lugar en donde estaba aquel cuerpo que parecía estar sin vida era algo impresionante.

-Parece que se golpeó la cabeza al perder el conocimiento, podía ver las manos del doctor llenas de sangre al tratar de localizar la herida que se mantenía oculta por el cabello rubio que se iba tornando de otro color ante la presencia de aquel líquido viscoso y rojo.

-Sangre, sangre es sangre, repetía una voz en su cabeza que parecía de ultratumba, el movimientos de todos parecía ir en cámara lenta, tan lento que podía ver como las gotas de sangre hacían su recorrido, desde su cabello a las manos del doctor, y desde sus manos como iban a dar al suelo en donde, se estaba formando un charco rojo, todos se movían, al parecer a mi alrededor sin percatarse de mi presencia, o tal vez, era que ya no estaba en aquel lugar, quizás y era mi espíritu que ya no estaba en mi cuerpo, no quería ver, no quería oír nada una separación entre nosotros solo sería una sentencia de muerte, para mi, para los dos, era como aquella sangre que brotaba incesantemente sin parar ante mis ojos, ya no podía recogerse, ante el horror del cuerpo médico y de enfermeras, que no encontraban el punto exacto de donde brotaba la misma para poder detener la hemorragia.

George había llevado con él aquel sobre en dónde estaban aquellas fotos y entendiendo que la intención de jimmy eran hacer reaccionar a candy estaba pensando hacérsela llegar discretamente, evitando la vigilancia a la que segura Elroy había puesto sobre él.

-Candy, Candy se egoísta por una vez en tu vida, tu esposo tiene razón en pensar como lo hace, si William estuviera , él sabrá como hacerte entrar en razón, él siempre sabía cómo hablarte hija, si William estuviera él hubiera hecho algo... george se sentaba derrotado al recordar las última conversación con William.

-El hubiera no existe george, ella se enamoró de Terry y yo no soy quién para... no permitiré que nadie venga a inmiscuirse e interfiera en su felicidad, ni siquiera yo mismo, yo pense que enviandola al internado su corazón iba a sanar del dolor de la pérdida, no que se iba a enamorar él...

-Muchacho necio, si te hubieras esperado nada de esto estaría pasando, debiste luchar por su amor, George estaba molesto por aquello, no sabía si con William por no escucharle o con él mismo por permitirle partir sin ningún tipo de seguridad, William insistió tanto en que necesitaba tiempo para olvidarla, que lo convenció, no era justo que él que había sufrido solo durante toda su niñez ahora que por fin se había enamorado tuviera que alejarse de ella porque otro que finalmente no lucho por su amor la dejara, tampoco era justo que ella pasara nuevamente por una dolorosa separación y más ahora que tenía un hijo.

El sonido de la puerta trajo a George al presente, era verdad ya nada de lo que se pudo haber hecho y no se hizo podía ser cambiado, ahora lo importante era mantener a salvo a Candy y a su familia, con lentitud se levantó de su asiento para ir abrir la puerta que tenía puesto el seguro.

-Disculpe señor Jonson, lo solicita un señor de apellido Donaldson, no tiene cita pero insiste en hablar con usted dice que viene desde Irlanda que usted lo recibirá, la secretaria de George se veía un poco preocupada en los últimos días su jefe tenía cara de pocos amigos, y no quería que la regañara por dejar pasar a cualquiera sin tener una cita.

HASTA EL FIN DEL MUNDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora