CAPÍTULO XXVII

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Los personajes son creados por la escritora Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, seudónimo de Yumiko Fijii, publicado en Japón por Kōdansha Ltd. desde 1975 a 1979.

Pasadas casi treinta horas por fin Candy abria los ojos con pesadez, estaba desubicada tratando de ubicarse, la cabeza le dolía, al llevar una de sus manos a ella pudo sentir un vendaje y localizar de dónde venía exactamente aquel dolor, por unos segundos cerró los ojos tratando de recordar que le había sucedido, en su cabeza retumbaban las palabras que su esposo había dicho antes de perderse en aquella oscuridad, gruesas lágrimas salían de sus ojos, ella sabía que toda esa situación la provocó ella con su actitud egoísta y desconsideradas, por su obstinación hizo que él estuviera bajo estrés todo este tiempo y ahora no quería permanecer cerca de ella, no era justo lo que le hizo cuando él siempre estuvo para ella, al darse cuenta de que quizás ya sería tarde trato de levantarse de la cama para hablar con él y al hacerlos un fuerte mareo la hizo desistir de su intento, al cerrar los ojos pudo escuchar el sonido de pisadas, alguien se acercaba, quizás era una de las enfermeras, mayor fue su sorpresa cuando ante ella se encuentra un hombre alto y de cabellos rubios, su mente le estaba haciendo una mala pasada.

-Albert mi amor, fue lo que atino a decir.

-No, no es Albert señora Candy lo lamento, ante aquellas palabras ajusto más la mirada para ver en la penumbra de aquel lugar esperando lo peor, no sabia donde estaba ni quién era aquel sujeto de ojos color miel que la veía con preocupación.

-¿Quién es usted? ¿Mi esposo, en donde esta mi esposo? su voz dejaba ver quien estaba a un paso de un ataque histérico, por lo que el hombre se alejó dando un paso hacia atrás tratando de tranquilizarla y que no le viera como una amenaza.

-Su esposo se encuentra dormido, por favor tranquilícese, no les pasara nada, ya ustedes no están sólos , el hombre sonreía de tal manera que ella se tranquilizo.

-¿En donde me encuentro? ¿Qué me sucedió? él negaba con la cabeza mientras le contestaba.

-No es momento de angustiarse señora Candy, trate de tranquilizarme y descansar un poco, ustede debe estar bien por su hijo y su esposo, aquello la alarmó ¿por qué ese hombre sacaba a relucir a su hijo?

-¿Quien....quien es usted? ¿qué hace aquí?¿Albert en donde está?el hombre blanqueaba los ojos aquella mujer definitivamente era más intensa de lo que le había contado.

-Primero debe tranquilizarse, Albert está justo allá, en ese momento señalaba la caba que estaba justo a un metro de ella, ella desviaba su mirada y suspiraba aliviada.

-¿Mi hijo?

-Su hijo esta bien, esta con sus hermanos por favor tranquilícese, George me envió a cuidar de usted y su familia, estamos en el hospital, al parecer usted se desmayó y se hirió en la cabeza, ella volvía a colocar su mano temblorosa sobre el vendaje en su cabeza.

-La herida amerito unas puntadas, ella sólo asintió con la cabeza.

-¿Qué hora es? ¿Cuanto tiempo ..? él la interrumpió.

-Casi dos días, me informaron que usted ya tenía más de veinticuatro horas acompañando a su esposo y ni bocado probó, su organismo reclamaba un buen descanso, lentamente ella se fue incorporando hasta quedar totalmente sentada en aquella cama de hospital.

-¡Dos días! ¿dormí casi dos días dormida? él asiente por fin ella parecía calmarse y empezaba a entender la situación.

-¿Desde cuándo está usted acá? aunque todo le daba vueltas no iba a mostrarse débil ante aquel desconocido.

-Llegue ayer en la tarde, señora Candy George me entregó una carta para usted, diciendo aquello busco en el bolsillo de su saco del cual sacó un sobre que le extendió para que ella lo tomara, sus manos temblaban aquel sobre era como los que había recibido en antaño , aquellos en donde el tío abuelo acostumbraba a enviarle cartas, al tomarlo sólo lo veía, estaba confundida no podía ser una carta del tío abuelo, él estaba muerto, la voz de aquel hombre la hizo salir del trance en el que se encontraba.

-Me voy a retirar para que la lea con calma.

-No, no se valla por favor, aquella petición le pareció extraña pero asintió con la cabeza, toda aquella situación cada vez le parecía más ridícula ¿que rayos estaria pasando para que ella reaccionara tan asustada? la vio mientras sus manos temblorosa abrían el sobre y sacaba su contenido y se concentra en leerlo.

Lamente lo inesperado de todo esto, si esta nota llega a sus manos le pido perdone la manera como todo ha sucedido, he tomó medidas extremas para su seguridad y la de su familia le ruego no cuestione todo esto y se mantenga en calma, en cuanto me sea posible estaré con ustedes, siempre y cuando su seguridad no se vea comprometida.

George.

Ella levantó su rostro, no entendió, estaba muy confundida, tanto que volvió a leer el contenido de aquella la nota unos dos veces, finalmente respiró profundamente para controlarse o pensar con coherencia.

-No entiendo ¿Podria explicarme que está sucediendo? su voz sonaba apagada.

-Lo único que le puedo decir con certeza es que su familia está en peligro, o cuando menos eso es lo George cree Señora Candy.

-Candy, dime Candy por favor.

-Gracias, lo que le ocurrió a su esposo y a usted, sólo complicó más todo, en este estado ambos están más vulnerable y su hijo indefenso, ella asiente y se volteaba a ver a su esposo.

-Tenías razón debimos marcharnos lejos, aquello fue dicho de tal manera que solo ella lo escuchó, por lo que su acompañante se extraño.

-¿Perdón qué dijo? ella desvió su mirada hasta él.

-Nada, por favor no me trate de usted, llameme Candy esas formalidades me parecen tan fuera de lugar con personas que son casi de mi edad.

-Si eso te hace sentir más cómoda, está bien.

-¿Mis hermanos cuando llegaron? realmente su preocupación era más por sus hermanos.

-No lo sé, cuando llegamos ellos ya estaban cuidando a tu hijo, no te preocupes los tres están en un lugar seguro.

-Me quitas un peso de encima, el pobre George no creo que sepa mucho sobre los cuidados de un bebé, aquello hizo reír al hombre.

-Candy necesito sacarlos de acá lo más pronto posible, para llevarlos con sus hijos, ella asentía.

-¿Y Albert? ella lo veía preocupada no se iba alejar de él, podríamos llevarlo así dormido y yo podría atenderlo de ser necesario, en esas condiciones cualquiera podía hacerle daño y eso ella nunca se lo perdonaría.

-Lo siento pero eso no será posible, lamentablemente él requiere de más tiempo, necesita estar en observación, sería un riesgo sacarlo en sus condiciones.

-No, yo no lo voy a dejar solo, no puedo, de inmediato comenzó a llorar y se levantó para llegar hasta su cama y sentarse en el borde, algo realmente grave estaba pasando y eso complicaba el Trabajo de Alan.

-Yo me quedaré con él, te prometo que lo voy a cuidar, ella negaba con la cabeza, Albert al sentir su toque trataba de abrir los ojos, y ella se recostaba sobre su pecho llorando, sus sollozos lo hicieron reaccionar.

-Albert despierta por favor, no me dejes sola, yo te amo, te necesito mi amor, por favor reacciona, aquellas palabras hicieron que el corazón del rubio se acelerara y por fin algunas palabras brotaron de sus labios como susurros.

-Pequeña, eres muchos mas hermosa cuando ries que cuando lloras, ella se abrazó con fuerza a su cuello mientras escondía su rostro en su pecho, por fin reaccionaba, Alan se quedaba en una pieza al escuchar aquello, no lograba dar crédito a lo que había escuchado, lo que su amigo acababa de decir lo había dejado totalmente descolocado.

CONTINUARÁ................







HASTA EL FIN DEL MUNDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora