Capítulo III

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     Los personajes son creados por la escritora Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, seudónimo de Yumiko Fijii, publicado en Japón por Kōdansha Ltd. desde 1975 a 1979

-Mi princesa, Me da tanto miedo esta gran necesidad de tenerte siempre y quererte más y más, es un sentimiento muy difícil de explicar, te amo tanto Candy, mi Candy, mi amor lo siento, pensaba mientras trabajaba en silencio

Mientras la rubia que se había quedado en casa, durante toda la mañana lloro, después de tanto esperar por ese día, en segundos ese odioso hombre lo arruinó todo, De tanto llorar se quedó dormida, pasada la hora del almuerzo y el hambre despertó a la rubia, que se levantó a buscar comer y vio la cesta sobre la mesa y sin pensarlo mucho, sacó su contenido y se sentó a comer

-Solo faltan unas horas y estaremos juntos, ya pasaban las once de la noche, y la chica lloraba amargamente

- Te extraño amor , decía en voz alta - No sabes Lo loca que me pongo, si te demoras en llegar, pido a Dios que no me dejes y por siempre que proteja nuestro amor, porque como tú no existen dos

La Rubia preocupada recuerda, que desde unos meses atrás le había visto preocupado, muchas veces ensimismado y ausente y eso le preocupa ¿si recuperaba la memoria y se iba como lo hizo en el pasado? No, lo permitas Dios, dijo la rubia cerrando los ojos

-Señor tú sabes que lo amo, podrías ayudarnos por favor guardados mí Dios, al abrir los ojos, ella lloraba mientras veía una fotografía de los dos

-Hasta el fin del mundo, te seguiré, Donde sea que estés, yo te encontraré, nada en mí es más importante que vivir junto a ti

Pasada la medianoche y él aún no llegaba, la rubia se sentía morir, fue a su habitación y buscó una pequeña caja envuelta hermosa mente y una pequeña tarjeta, la abrazó y se tiró sobre su cama a llorar

En la cocina del restaurante un rubio presuroso se cambia de ropa, su reloj de bolsillo marcaba, quince minutos para una, estaba molesto, frustrado, y decepcionado de él mismo, la expresión de su cara era lúgubre, cuando estaba por marcharse, entró un Paolo que casi daba brincos de alegría, venía por Albert ya que los anfitriones querían conocerle

-Albert ¿Qué haces vestido así? Bueno no importa, ven vamos, Albert término de recoger algunas cosas sin decir una palabra dándole la espalda a su jefe

-Me da mucho gusto que estés de buen humor, cuando menos alguien término bien su día, Paolo muy sonriente colocaba un sobre en el mesón de trabajo del rubio

-Vamos hombre, te dije que te lo compensaría, por un instante el rubio apoyó ambas manos sobre la encimera que tenía enfrente para luego contestarle

-Ya te lo dije, no podrías compensar, el que yo esté acá hoy hasta esta hora, cuando Albert se volteó, Paolo se quedó asombrado de ver su semblante

-Deberías estar feliz, acá tienes tres días de sueldo, mientras que con la mano palmea el sobre, el rubio solo bajo su mirada para ver la hora ya era la una de la mañana, dio unos pasos y tomó su chamarra y pasó de largo, dejando el sobre en dónde estaba, aunque Paolo intentó detenerlo, el rubio no le prestó la menor atención

-Albert por favor que te cuesta, de todas maneras ya es tarde, escuchaba decir al hombre casi gritando mientras él salía por la puerta trasera

Por la hora al rubio le costó conseguir transporte, por lo que hizo a pie más de la mitad del camino a su casa, cuando por fin encontró un coche ya eran más de las dos de la mañana, justo marcaba las tres de la mañana, cuando él abría la puerta y prendía la luz de la sala

Con cuidado de no hacer ruido se acercó a la puerta de la rubia, al tratar de entrar se encontró que estaban cerrada

-Preciosa perdona todo esto, yo no puedo perder tu amor ¿Cómo imaginarme esta vida sin tu amor? si te necesito igual que al agua, me derrumbaria si me dejaras de amar, Me harías una herida mortal

El rubio tenía la frente pegada la puerta y la mano aún en el picaporte, del otro lado una rubia escuchaba lo que decía aquel hombre, y sus palabras llenaron su corazón, cuando se decide a salir ya el rubio no estaba, ella y regreso y se tranquilizó

Al siguiente día, no coincidieron, cuando él despertó, ella no estaba y cuando ella llegó, él ya se había ido al trabajo, cuando él regresó era tan tarde que la encontraba dormida, así pasó una semana

En la Clínica Feliz, dos mujeres que esperaban ser atendidas estaban conversando, sobre el marido de una de ellas que se habían ido con otra

-Margarita es tú culpa, lo descuidaste, lo dejaste solo, pasaban días sin verse ¿Qué esperabas?

-No lo sé Aurora, lloraba la pobre mujer - Pero como lo obligaba si él, se veía triste, yo pensé que necesitaba su espacio

-Pues lo dejaste solo y llegó otra y te lo quito Margarita, te lo quito

Candy escuchaba aquella conversación, y se ponía en el lugar de esa mujer, se aferraba a las palabras que su novio dijo tras la puerta, pero le horrorizaba pensar que otra pudiera quitárselo, así que decidió ir por él, nooo, no podía vivir sin él, se moriría si él la dejaba

El rubio estaba triste, ya tenía más de una semana con el semblante desencajado, molesto y ausente, cuando Paolo lo Vio se preocupo

-¿Albert que te sucede que tienes esa cara? El rubio está sumido en sus pensamientos no lo escucho - ¿Albert?

-Disculpa ¿Necesitas algo? contesta sin verle

-Amigo me preocupas, ¿porque estas así? cuéntame qué te pasa, así podría ayudarte, el rubio sonríe de medio lado

-No podrías Paolo ¿Necesitas algo? Él hombre estaba nervioso y cosa que le pareció extraña a Albert

-No... Bueno si, es que yo quería, bueno quiero saber si yo podría ir a tu casa...... En ese momento un camarero les interrumpe

CONTINUARÁ. .............

HASTA EL FIN DEL MUNDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora