CAPÍTULO XXIX

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Los personajes son creados por la escritora Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, seudónimo de Yumiko Fijii, publicado en Japón por Kōdansha Ltd. desde 1975 a 1979.

Esa noche fue larga para todos, George también se quedo en su despacho hasta pasada la medianoche, nunca imaginó que Elroy Andrew fuera una mujer tan ambiciosa, ni pensar que él la apoyo cuando ella hizo esa propuesta de ocultar a William, la mujer era muy astuta, eso si no se podía negar, lo hecho ya no tenía remedio y el pasada no se podía revertir y los remordimientos.... esos siempre estarían allí atormentándolo.

No cumplió la promesa que le hizo a William Andrew padre,  de cuidar a su hijo antes de morir, sentía que había defraudado al hombre que lo acogió en su casa, salvándolo de un destino incierto en la calles de París, cuando era solo un huérfano más.

Su pobre muchacho había sido sacrificado ante sus propio ojos y podría decirse que bajo su anuencia, eso, eso era lo que más le atormentaba, él tuvo en sus manos la oportunidad de desaparecer con él,  y no exponerlo a todo aquel sufrimiento y soledad en la que vivo casi toda su vida, ahora nada se podía hacer porque él ya no estaba.

-Perdoname hijo no pude prever que tu tía pretendía hacerte daño, esa noche tomó y lloro como nunca antes se lo había permitido, salió del edificio y caminó hasta su casa, quería dejar de pensar en toda la miseria que esa maldita mujer había dejado a su paso,  bajó la mirada de todos los implicados, haciéndose pasar por una dama  que pretendía proteger a su único sobrino, al llegar a su casa solo el silencio y la soledad abrumadora le esperaban, ebrio y cansado de tanto llorar se tiró en su cama para dormir enseguida.

Esa noche Tom y Jimmy trataban de tranquilizar al pequeño Tony que parecía sentirse incómodo, todos estaban preocupados porque no paraba de llorar, de nada sirvió que le cantaran o trataran de alimentarlo, cada vez parecía llorar más fuerte y no nada señal de cansancio.

En Chicago, la misma Elroy Andrew aún a la media noche permanecían despiertas, esperando noticias de los hombres que había mandado a vigilar la casa de Candy, esperando tener un poco de suerte y para que sustrajesen al pequeño de la casa al menor descuido de la madre.

Paolo aún estaba en el restaurante lidiando con la repentina fuga de gas, nadie entendía de donde o porque había ocurrido si todo estaba bien, según los bomberos aquello parecía ser sabotaje, por muy preocupado que estaba no podía desatender aquella situación pues podría ser clausurado el local si las cosas pasaban a mayores.

-Maldición Rubén, se escuchaba en una carretera desierta el grito de un hombre al percatarse que el auto que habían alquilado se quedaba accidentado pues él mismo tratando de apresurar su arribo a chicago había quemado el motor.

-No maldigas, desde que salimos de New York te advertí que no aceleraras tanto, te negaste a parar para echarle agua al motor, dale gracias a Dios que antes no nos quedamos sin gasolina.

A esa hora no podían hacer nada más que elegir entre comenzar a caminar, dejando su equipaje o esperar a que amaneciera y  alguna persona les ayudará, rubén no pudo más que observar cómo el muchacho descargaba toda su ira golpeando con los pies las llantas del veiculo.

Archie lidiaba con Stear y otro de sus episodios psicóticos, sin pensarlo lo arrastro a que los acompañara a él y a annie a florida, mientras más cerca estaba de llegar Stear se alteraba más y más, con tan solo pensar en ver a Patty ¿por qué? porque ya se había enterado que ella había contraído matrimonio con el hijo de un conocido empresario y ahora recidia en florida junto a la familia de este, la presión fue mucha para el pobre Stear que una y otra vez pedía regresar y que lo llevaran a ver al pequeño tony, de ser por él les habría pedido a Albert y Candy que lo recibieran en su casa después de su matrimonio, pero se dejó convencer por su hermano de ue vivir con annie y con él era la mejor para su salud mental, nada más lejo de la realidad, el comportamiento de Annie y la continua mención de patty lo tenían al borde de la locura, hasta había llegado a pensar que la morena lo estaba atormentado adrede pues ella quería vivir sola junto con su marido.

HASTA EL FIN DEL MUNDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora