Capítulo 8: Carpe diem, idiota. Carpe diem.

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8. Carpe diem, idiota. Carpe diem.


Quiero a Anya Rowling y Bucky Barnes en mis instalaciones mañana temprano —rugió el director Nick Fury, golpeando la mesa de su escritorio, dejando sobre esta unos papeles con los rostros de los fugitivos—. Les estoy dando la mayor cantidad de tiempo que puedo ofrecer. Y soy generoso porque conozco a esta niña, sé que es difícil de capturar.

—No estamos hablando de pokemones, ¿o sí?

—¿Poke-qué? —preguntó Pietro con una mueca.

Sam dejó de sonreír y se aclaró la garganta.

—Olvídenlo. No es nada.

Steve miró a Fury, de vuelta en la conversación.

—¿Sólo nos das veinticuatro horas? ¿Es todo lo que nos da?

El hombre sacudió la cabeza, un tanto cansado.

—Ella merece veinticuatro horas, Steve —lo miró detenidamente—. Tú amigo, en cambio, sólo merece dos horas y un escuadrón completo de SWAT que no le interesa ser amable. Créeme, estoy siendo generoso.

—Y cuando los traigamos, ¿qué piensa hacer con ellos?

—Para la chica Rowling tengo planes propios, personales que debo discutir con ella. ¿Y para Barnes? —chasqueó la lengua y rodeó la mesa, entregándole las fotografías al Cap, directo en el pecho—. Le enseñarás a no matar todo lo que se mueva. Yo iré a terminar el papeleo. Eso sí que lo hacen los héroes de verdad. Con su permiso.

Cuando Fury iba saliendo, María Hill entró a la oficina, lucía ligeramente agitada.

—Mírate —bromeó Pietro—. Luces agotada. Nunca creí verte así —él hizo ademán de estar buscando algo en su pantalón—. Esto merece una selfie.

Wanda le golpeó la cabeza para llamar su atención.

—Basta. —recriminó.

—Vale, la selfie tendrá que esperar.

—¿Algún problema, Hill? —preguntó Steve.

—Sí, es sobre Barnes y Rowling. Nuestras computadoras están funcionando para capturar cualquier información relacionada con ellos, incluso reconocimientos faciales. En Montreal, una mujer grabó a una pareja robando un auto. Uno llevaba gorra y la mujer era pelirroja.

—Son ellos. —dijo Natasha sin dudar.

—¿Cómo lo sabes?

—¿La pelirroja qué hacía? —preguntó ella, eludiendo la pregunta de Sam.

—Expresiones, hubo un momento en que se sentó en las piernas de Barnes. Nada más.

—Al menos no usaba su poder.

Steve miró a Wanda, ella fácilmente pudo leer su expresión. ¿Se acordarán del otro? ¿De la historia que comparten juntos?

—Entonces tendremos que ir ahí —miró las fotografías en sus manos y asintió—. Y habrá que llamar a Stark si queremos localizarlos más rápido. Así que Rhodes, ¿me harías el honor?

—Claro, Cap.



Hemos llegado. —anunció Anya.

El Cirque Mort estaba frente a ellos, la carpa alta y las luces encendidas para el show de medio día. La gente entraba riendo a carcajadas, los niños tomados de las manos mientras comían las golosinas que vendían fuera, parejas iban tomados de las manos, familias enteras conviviendo.

WINTER ART • Bucky Barnes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora