Capítulo 19: ¡Mi carta de Hogwarts!

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19. ¡Mi carta de Hogwarts! 


Anya despertó acurrucada contra un cuerpo, pero pareció ser un sueño, porque cuando ella se quejó, removiéndose, la sensación de ser sostenida entre dos grandes brazos se esfumó. La soledad la saludó.

Se desperezó contra su cama e hizo tronar sus huesos, recordando lo que había pasado en el laboratorio. Fue el dolor más intenso que había sentido desde HYDRA. No decía el incidente con Jackson puesto que ese fue un dolor físico, el de ahora fue un dolor mental, uno que nubló su consciencia por completo. Al grado de no saber qué era; espíritu o cuerpo.

Olvidando sus dolores, se levantó y caminó hasta el baño, ahí se aseó por completo, desde un baño hasta una depilación total. Se lavó los dientes por último antes de bajar a la sala. Ahí estaban papá-Fury discutiendo con Bucky, parecía que bucky-boo estaba oyendo atentamente algún relato pornográfico que Fury estaba debelándole.

No supo qué hacer, si intervenir y enterarse sobre su pasado oscuro o dejar que las gatas se pelearan con sus garras.

Sin razonar, se lanzó hacia adelante, deseando comerse un trozo de fruta, aunque sea un poco de fruta. Tenía tanta hambre que no dudaría en saltar a morder a Bucky.

Los dos hombres se callaron cuando la vieron rascarse la barriga de camino a la cocina. No estaba hecha una diosa, de hecho; estaba del asco, independiente si se había aseado con anterioridad. Llevaba una de sus camisetas largas, las que parecían vestidos, salpicada en pintura. Tenía sus medias de gatitos y unas pantuflas con garras. Su cabello largo estaba recogido en un chongo alto y no tenía una pisca de maquillaje. Anya se sentía en casa, no tenía que decirlo, con el mero hecho de dejar que todos la vieran como Gollum después de una parranda estaba más que claro.

Frunciendo los labios, abrió el refrigerador y sacó todo lo que le parecía comestible. Sino llenaba ya su estómago sentía que explotaría. Pollo. Fruta. Carne. Jugos.

Mientras calentaba el pollo, comió uvas verdes. Oh, hace mucho que no disfrutaba de tal encanto de fruta. Sin que nadie mirara, se metió unas cuantas a su brasier de emergencia, donde tenía su bolsillo para, exactamente, comida.

Bucky la sorprendió robando, así que ella fingió sorpresa al verlo.

Miente hasta cuando te estén descubriendo. Su segundo lema de vida.

—Soy cleptómana de uvas verdes.

—Lo que sea.

—Entonces no te daré uvas —se comió una frente a él y gimió—. Ahora entiendo por qué la mochila de Dora la Exploradora decía «Ñam-Ñam-Ñam Delicious» —la miró como si hablara en latín, así que se reincorporó y sonrió—. Buenos días, bucky-boo.

—Anya —saludó, indiferente—. ¿Cómo te sientes?

Aw. Su tono podía decir algo, pero sus palabras decían otra cosa.

Sin mirarlo, prestando atención sola y únicamente a la comida, contestó.

—Hambrienta.

—Me lo imagino. Estuviste inconsciente dos semanas.

Ella dejó caer las tenazas con la cual estaba moviendo el pollo.

—¿Dos semanas? —susurró, mirándolo a los ojos—. ¿Y Wanda y Pietro? ¿Dónde están?

—Aún no despiertan. Fuiste la primera.

¿Y por qué no se sintió como una campeona?

—Dos semanas y tres días —dijo ahora el pirata, entrando a la cocina—. Es bueno verte de pie, Rowdy. Con los ojos abiertos y tu boca moviéndose. No es lo mismo golpearte postrada en cama.

WINTER ART • Bucky Barnes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora