Capítulo 11.5: ¿Dónde están Bucky y Anya?

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11.5: ¿Dónde están Bucky y Anya?


Bucky miró a Anya balancearse en las telas colgadas en el techo del gimnasio. Ella no sabía que estaba allí observándola. Y si fuera por él, que nunca se enterara.

Le gustaba mirarla sin que ella se diera cuenta, le gustaba mirar sus rasgos ante distintas situaciones que se le presentaran sin que tuviera la fatídica presión de un par de ojos sobre ella. Se soltaba por completo. Era ella misma, sin exigencias, siendo simplemente Anya.

Ella afirmó una de las telas en su brazo izquierdo y tiró de su cintura hacia los cielos, alzando una pierna desnuda hacia arriba, recta y sin imperfecciones. Así giró unos momentos, antes de maniatar otra postura que le hizo cuestionar la flexibilidad de su espalda.

Una parte de él se alegraba verla aún tener una parte del circo con ella, aunque sea una ínfima enseñanza gratificante, pero verla ahí, imaginándosela dentro de una carpa, rodeada de gente, siendo glorificada por su acto... hizo que recordara lo que había pasado hace unos meses atrás, cuando el hombre que trabajaba para Jacob Devereux había intentado dispararle.

No le importó en ese entonces huir ni esconderse, lo único que llegó a pensar fue en aniquilar a quienes intentaron dañarla. Recuerda habérsela quedado mirando un buen rato, esperando que ella chillara y se echara a llorar por lo que acababa de pasar, que se quebrara.

Su familia, sus amigos la había traicionado. Ella se lo advirtió a todos, se lo dictó a la cara como una amenazante y respetada mártir. El chico disparó de todas formas y, para su suerte, no le dio a ella, pero haber visto el dolor en los ojos de Anya cuando se encontró con la mirada del que portaba el arma segundos después... había esperado que llorara ahí mismo, que se derrumbara.

Sin embargo, eso no pasó. Anya sacudió sus ropas, acomodó su cabello con tranquilidad y continuó pavoneándose hacia el auto como si nada hubiera pasado.

Inclusive sonrió. Se dignó a sonreír y bromear.

Realmente era una cosita extraña. Una caja de sorpresas.

Anya soltó una risita cuando su pie no pudo desprenderse de la tela cuando ella quiso, burlándose de sí misma. Bucky se tensó por el sonido, miró detenidamente como su rostro brillaba ante el gesto y su pecho se infló. La extrañaba.

La había visto andar por el patio a media noche y no pudo evitar seguirla con la mirada todo su trayecto, desde sus rítmicas caderas y su trote digno de bailarina. Tampoco pudo evitar seguirla. Fue impropio de él. Lo sabía y no entendía por qué. Como un animal con una inclinación salvaje, la siguió sin darse cuenta de lo que estaba haciendo.

Ayer, cuando ella había aceptado hacerle un tour, él vio la oportunidad perfecta para disculparse por todo lo que había dicho la última vez que la había visto, pero una niña menuda y con gafas apareció para llevársela, puesto que debían hacerle experimentos.

Bucky había intentado seguirla. Saber que iban a experimentar con ella nuevamente, sabiendo que había estado en HYDRA, le hizo hervir la sangre. Imaginársela imposibilitada, débil en un cuarto con científicos alrededor de ella se había convertido en su pesadilla durante su confinamiento. Lo único que pedía era que ella estuviera a salvo.

No obstante, Anya refunfuñó contra la chica llamada Vanessa y la siguió. Sam Wilson, el amigo volador del cap, junto con una cosa purpura llamada Visión, le habían enseñado su cuarto y le habían dicho donde estaban las cosas esenciales; como la cocina, el gimnasio o el baño. También le dijeron que no podría andar solo por ninguna parte, debía tener una escolta. Por eso ahora todas las alarmas sonaban a lo lejos.

WINTER ART • Bucky Barnes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora