-¡Excelente, Terrence!
-Ahora sí que la hiciste.
-¿Así es como pretendes conocerla mejor, asustándola?
Era el monólogo de Terry, recriminándose la brutalidad
con que había tratado a la dueña de sus pensamientos. Sentado en una esquina de su cama, totalmente arrepentido, el castaño se pasaba los dedos entre su cabello. Se puso de pie y se dirigió a donde estaba la mesita de noche, tomó la fotografía que ocacionó su fallido acercamiento con Candy y la rompió en todos los pedazos que le fue posible. Apretó los puños conteniendo toda la rabia y el resentimiento que llevaba años guardando.-¿Para qué fui a buscarte? ¿Madre?
Soltó una sarcástica carcajada. Recordó que tomó un barco hasta América, en contra de todas las amenazas y advertencias de su padre y todo ¿para qué? Su madre nisiquiera lo recibió. Lo echó rápido de su casa, bajo la excusa de que nadie podía saber aún que él era su hijo. Terry se marchó sin replicar, profundamente desilusionado, sintiéndose más solo que nunca.
Era cierto que tenía a su padre, el ilustre Duque de Grandchester, quien siempre lo había ignorado, que lo mantenía lo más lejos posible del castillo Grandchester, por lo cual lo envió a ese colegio y en sus vacaciones lo enviaba a la villa que tienen en Escocia, con una trabajadora doméstica y el hijo de ésta como única compañía.
Terrence no tenía contacto con la actual esposa del Duque, ni con los hijos de ésta, quienes lo aborrecían tanto como ella, que en las pocas ocaciones que coincidían no perdía oportunidad para despreciarlo y jamás lo llamaba por su nombre, siempre se había referido a él como el bastardo, la mancha de la ilustre familia Grandchester.
Con estos pensamientos, finalmente, Terry volvió a su cama con la intención de conseguir algo de sueño y cerró sus azules y melancólicos ojos. Intentó dormir, pero una imagen se le atravezó en los pensamientos, una chica rubia con coletas y soñadores ojos verdes. Sin querer, el rastro de una sonrisa a penas perceptible se dibujó en su boca.
-Tengo que volver a verla.
Se dijo con esa seguridad y convicción típica en los Grandchester y con ese pensamiento, finalmente se quedó dormido.
Agitada y con un suspiro de alivio, Candy por fin llegó a su habitación. Se desvistió y se dirigió al baño para asearse y lavarse los dientes. Terminando de bañarse, se colocó su sencilla pijama blanca, con su nombre bordado que con tanto amor habían hecho sus madres para ella. Se soltó las coletas y comenzó a cepillar su rubia y ensortijada melena sentada en la orilla de la cama.
De pronto, se sorprendió pensando en un arrogante castaño de ojos azules y en el episodio ocurrido en la habitación de éste. Por qué habrá actuado de esa manera, se preguntaba intrigada la pecosa. A pesar de la violencia con que la trató Terry, Candy pudo percivir un dolor profundo en esa agresión, también notó que los ojos se le habían cristalizado cuando se disculpó y le pidió que se marchara. Candy sintió pena por el castaño. Hizo un gesto de confusión, ya que si bien Terrence Grandchester era un engreído, insoportable y antipático, por alguna razón, Candy se sentía ligada a él de alguna manera, no lo soportaba, pero tampoco podía safarce de él. Y con esa maraña de pensamientos, Candy fue vencida por el sueño.
-¡Candy! Despierta, Candy.
Se escuchaba la voz desesperada de Patty, intentando sacar a la pecosa del sueño profundo en que se encontraba, pero al ver que Candy no reaccionaba, comenzó a sacudirla hasta que finalmente, desoriéntada, la rubia abrió los ojos.
-¿Qué? ¿Qué pasa? ¡Oh no!
Exclamó Candy, reaccionando de reprente y brincando como un resorte de la cama.
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Candy Candy: El rebelde y la dama de establo
Fanfiction*Como todos saben el anime candy candy no tuvo el final que esperábamos, pero esta una historia en la que los amores principales si tienen un final feliz. ¿Qué pasaría si Candy y Terry se conocen en el colegio y no en el barco? Y si Candy no es la...