Capítulo 22 Odio más allá de la muerte

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Candy y Terry seguían sentados en la orilla del río hablando de su bebé con mucha ilusión, Terry estaba muy seguro de que su pecosa estaba embarazada y que sería una niña. Estaban discutiendo sobre quién iba a quererla más y a quién iba a parecerse.

-Terry... tampoco podemos consentirla en todo, imagínate, se volvería una malcriada engreída como tú.

-Lo siento, pecas, pero ella será mi princesita y voy a darle todo lo que quiera.

-Podría ser un niño.

-Podría, sí. En ese caso voy a enseñarle cómo se conquistan los corazones de los monos pecosos.

-¡Terry! ¡Grrrrr!

-Jajajaja. No te enojes, pecas, no voy a enseñarle eso, porque es una niña.

-Eso aún no lo sabes.

-Claro que sí. Puedes apuntarlo. Escribe: Hoy, 14 de Mayo de 1916, yo, Terrence Grandchester...

-¿Dijiste 14 de Mayo?

-Sí, ¿por qué, qué pasa?

-¡Oh no! Terry...

-Dime, Candy, ¿qué hay con esa fecha?

Candy empezó a llorar desconsoladamente de repente y Terry se asustó mucho.

-¡Ay, Terry!

Decía Candy entre sollozos.

-Princesa, ¿qué tienes, te acordaste de algo triste?

-No, mi amor, no es eso? Es que...

-¿Es que qué?

-Estoy... retrazada...

-No te entiendo...

-¡Mi periodo, Terry! ¡Estoy dos semanas retrazada!

Gritó Candy desesperada y en un mar de llanto. Al fin Terry comprendió, pero lo que no entendía era por qué Candy estaba llorando de esa manera, ¿acaso se había arrepentido? Pensó.

-Candy, princesa, ¿pero por qué lloras, no era eso lo que querías?

Preguntó Terry acariciándole el rostro y enjugándole las lágrimas y al mismo tiempo meciéndola en sus piernas.

-Pues sí, pero es que no pensé que fuera tan rápido y... ahora qué le vamos a decir a...

-Princesa... Ya pronto vamos a casarnos, nadie tiene que enterarse. Tan pronto llegue la aprobación de tu padre pondremos la fecha.

-Pero... ¿Y si preguntan por qué queremos hacerlo tan rápido?

-Diremos que es por el tiempo de guerra. La situación suele ponerse muy difícil y será un caos planificar una boda a largo plazo cuando muchos comercios están cerrados y algunas personas ni siquiera se atreven a salir de sus hogares.

-Tengo miedo, Terry...

-No tienes por qué tener miedo, yo estoy aquí contigo, princesa, siempre lo estaré. No las voy a dejar solas.

Le decía Terry besando dulcemente la barriguita de Candy. No había un análisis hecho por un médico aún, pero ellos estaban totalmente seguros. Además Candy era muy regular en sus periodos así que ese retrazo significaba una sola cosa...

-Terry, te amo, te amo mucho.

-Yo también las amo mucho, a las dos. Ustedes son mis mágicas princesas.

Candy se reía entre lágrimas, Terry era increíble, lo adoraba más que a nada, a él y a su bebé.

-¿Vas a consentirnos mucho a las dos, Terry?

Candy Candy: El rebelde y la dama de establoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora