Capítulo 9 Tormenta de amor

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            ADVERTENCIA

Este capítulo contiene algunas escenas un poco subidas de tono y de carácter sexual (Sin caer en la vulgaridad). Si eres sensible a este tema, abstente de leer.
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Entre risas y tropezones, Terry y Candy al fin llegaron a la puerta de la cabaña, que por los años de descuido, pudieron abrirla fácilmente con un par de golpes y patadas de Terry. Entraron y comenzaron a curiosear por todo el lugar. No había ni un solo mueble, o un cuadro en la pared, toda la madera estaba sin pintar, en su apariencia natural, había una pequeña cocina con una sola ventana por la que se podía ver el lago y un imponente roble, que no vestía sus mejores galas debido al tiempo de frio de Londres. Había otro espacio que hacía de sala y comedor. Más adelante se encontraba el pasillo donde estaba un cuarto de baño y dos habitaciones, una grande que debía ser la habitación principal y una más pequeña que seguramente habían visto mejores tiempos. A pesar de lo abandonada que estaba la choza, tenía un aire acogedor, algo que les daba paz.

Entraron a la habitación principal, totalmente desamueblada también, tenía un armario y una ventana cubierta por una cortina blanca que también había visto mejores tiempos. Hurgaron en el armario y estaba casi vacío, de no ser por dos camisas manga larga de hombre y un pantalón. También habían un par de botas negras y un sombrero de ala ancha del mismo color. Su dueño debió haberlas dejado olvidas hace tiempo. Terry pensó que esa ropa podía serles útil, pues la de ellos estaba empapada y gotereando por todo el suelo. Debían cambiarse y secarse un poco en lo que pasaba la tormenta que en vez de apaciguarse, rugía como un león feroz con los estrepitósos truenos y los enseguecedores relámpagos que caían despiadados.

Terry tomó las dos camisas y el pantalón que había en el armario, le extendió una de las camisas a Candy y él se quedó con el resto. Candy tomó la camisa que él le ofreció no muy convencida y la miraba detalladamente.

-Póntela, no puedes quedarte con esa ropa mojada, te vas a enfermar.

-Pero...

-Candy, no quiero que vayas a pescar un resfriado por mi culpa, póntela, «por favor.»

Candy supo que Terry no estaba bromeando y que el asunto no estaba a discusión, además si él la había llamado por su nombre y no por los mil apodos que le tenía, entonces la cosa iba en serio. A regañadientes, se dirigió al destartalado baño, se quitó toda la ropa mojada a excepción de la prenda que hacía de braga en ese tiempo y se colocó la camisa. Cuando salió del baño a encontrarse con Terry, éste ya se había cambiado por completo. El pantalón marrón de polyester le quedaba holgado y un poco corto, encima de los tobillos, para ser exactos. La camisa blanca parecía ajustarse un poco más a su medida, sin poder esconder lo bien formado que era el torso y los brazos de Terry. Candy reconoció que Terry era sencillamente guapo, era perfecto. La hacía abandonar toda cordura y ausentarse del mundo de los vivos por unos instantes.

Pero cuando Terry vio a Candy, fue otra cosa. La camisa en un tono gris, apenas le llegaba a la mitad de los muslos, permitiéndole a Terry una privilegiada vista de su anatomía. El frio que hacía había hecho de las suyas en sus pequeños y bien formados pechos, de los cuales se podían notar unos muy sobresalientes pezones, teniendo en cuenta que la tela era bastante delgada y que Candy, debido al ensopamiento por la lluvia, tuvo que deshacerce de su sostén. Terry se deleitó con esas piernas bien formadas y femeninas, sus pies blancos y delicadísimos con sus pequeños deditos todos parejos, es que hasta eso en ella era perfecto. Era hermosa de pies a cabeza, pensó Terry. Luego reparó en su cabello húmedo y suelto que caía en una gruesa cascada por su espalda y costados.

Esa magnífica visión emocionó mucho a Terry y también
comenzaba a hacer lo suyo con otra parte de su cuerpo. Si la tormenta no terminaba rápido, estaría perdido. Despojó su mente de esos pensamientos y notó que Candy temblaba.

Candy Candy: El rebelde y la dama de establoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora