Capitulo 11 Reconciliaciones

5.3K 317 35
                                    

Candy no se esperaba esa sorpresa, ahí, frente a ella, estaba Terry, de pie y sonriéndole de lado y girando una rosa roja en la mano. La pecosa se sobresaltó un poco e inmediatamente aseguró bien la puerta, no podía darse el lujo de que la atraparan con semejante visitante en su habitación.

-Terry, ¿cómo entraste?

-Uno tiene sus trucos, pecosa.

-¡Humm!

Fue la vaga respuesta de Candy ante la explicación de Terry. El castaño le dio la flor y Candy la tomó con delicadeza y la olió.

-¿No vas a demostrarme cuánto me extrañaste, princesa?

Le preguntó Terry maliciosamente y acercándosele un poco más haciendo que Candy se pusiera nerviosa y diera un par de pasos hacia atrás, pero Terry, conociendo su
intención de huir, la atrajo hacia sí, teniéndola bien cerca y le susurró muy cerquita del cuello lo mucho que él también la había extrañado, pero no sólo se lo dijo, sino que también se lo demostró. Se fue acercando poco a poco a su boca y la besó dulcemente, con ternura y delicadeza, luego pasó de su boca a su naricita y repitió lo mismo con sus ojos y su frente, era ya una costumbre suya para despedirse o saludarla. Pero vio que a pesar de que la rubia estaba emocionada por volver a verlo, había cierto aire triste y melancólico en sus ojos.

-¿Por qué estas triste, princesa?

-¿Yo...? No, no es nada...

-No me mientas, Candy.

Le dijo Terry muy serio y tomándola por la barbilla mientras la miraba fijamente a los ojos.

-Es que... Hoy en el comedor...

Pero el llanto interrumpió su respuesta y las lágrimas comenzaron a brotar acortando su voz. A Terry se le movió todo por dentro, no soportaba verla llorar. La abrazó por un instante y luego se sentó en la cama e hizo un gesto para que Candy se sentara en su regazo y ella así lo hizo.

-¿Tiene algo que ver con lo que pasó esta mañana en el comedor?

-Tú... ¿Cómo te enteraste? No te vi hoy en el comedor.

-No se habla de otra cosa en todo el colegio, pequeña.

-Pues... sí. Es que ya Eliza me tiene harta, se lo merecía y con gusto le daría otro puñetazo.

-Hey, hey, tranquila, pecosa revoltosa.

Le dijo Terry al ver como Candy se sobresaltaba.

-¿Y estás llorando por la cirugía que va a necesitar Eliza o por «otra» persona?

-¡Terry! No te burles.

-No me burlo, princesa.

-Es por Annie... A pesar de todo... Lo que hizo fue realmente valeroso y...

-Y te sientes mal por ella, ¿verdad?

-Parece que puedes ver dentro de mi, arrogante.

-Es que tú eres transparente, pecosa. Tienes un corazón muy grande.
-Todavía están a tiempo para arreglar sus diferencias, después de todo la tímida se la jugó por tí de alguna manera.
-Pero ya basta. No estés triste, no soporto verte así. Mejor dame un beso antes de que me vaya.

Y así, en la posición que se encontraban, Terry sentado con Candy sobre sus piernas, inició la batalla de qué boca tenía más poder sobre la otra. Candy enredaba sus dedos en el pelo de Terry y éste le sostenía el rostro con ambas manos, pero cuando el beso empezó a pasar de castaño a oscuro y la entrepierna de Terry comenzó a sufrir por los jadeos y movimientos involuntarios de Candy sobre él, supo que era el momento de parar, así que disminuyendo poco a poco la intensidad del beso, se fue separando de ella y se puso de pie para marcharse.

Candy Candy: El rebelde y la dama de establoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora