Después de tanto tiempo albergando dolor y tristeza en su corazón, candy caminaba rebozante de felicidad por los alrededores del colegio, con su hermosa muñeca aferrada a su pecho, despertando la curiosidad de las chicas a quienes les brillaban los ojos de envidia por la felicidad que siempre irradiaba Candy, a pesar de las circunstancias. Los ojos de Eliza Leagan no eran la excepción. Hacía días que venía preguntándose dónde era que Candy desaparecía todas las tardes, pero lo que más la corroía por dentro era la duda de por qué el evasivo y antisocial Terrence Grandchester, hijo del respetable duque Richard Grandchester se había colado al área de las chicas a ver precisamente a la causante de toda su amargura. Tendría que averiguar que era lo que esos dos se tenían entre manos.
No era que Eliza estuviera enamorada de Terry, éste ni siquiera le había dirigido la palabra en su vida, pero no podía negar que era guapísimo y su título real lo hacía más interesante todavía, imaginándose ilusamente como sería emparentar con la realeza. Por tanto, no podía entender que habiendo tantas señoritas adineradas y de familias respetables, las que nunca han tenido tan siquiera una mirada del gran Terrence, la huérfana, como siempre, acaparaba la atención del chico más codiciado del colegio. Rompía todas las reglas, pero nadie le castigaba, nunca entraba a clases, pero siempre tenía buenas calificaciones. Era un misterio y un reto para la pelirroja, quien planeando su nueva artimaña para vengarse de Candy, sonreía con malicia.
-Ya verás, maldita sirvienta, nadie se burla de Eliza Leagan.
-¿Hablando sola, hermanita?
¡Neal! Me asustaste, ¡idiota!
Dijo la pelirroja que metida en sus cavilaciones no lo había sentido llegar, y le dio un manotazo a Neil por inoportuno. Pero de pronto tuvo una idea, necesitaría un cómplice, y quién mejor que su despreciable hermano gemelo, su títere personal que siempre le había ayudado a hacerle la vida miserable a Candy.
-Llegaste caído del cielo, hermanito.
-¿Eh?
Preguntó confundido Neil por el cambio de actitud de su hermana que ahora lo miraba melosamente, como niña cuando quiere que se le conceda algún capricho.
-Quiero que averigues a dónde va la estúpida sirvienta todas las tardes y qué es lo que se trae con Terrence Grandchester.
-¿Con quién?
Preguntó Neil perplejo, haciendo que la pelirroja se impacientara y le contestara de mala forma.
-Escuchaste bien, querido hermanito. Esa maldita sirvienta desaparece todas las tardes quién sabe a dónde y ahora resulta que ella y Grandchester son amigos, sé que algo se traen y tengo que averiguarlo, sea lo que sea, lo usaré en su contra.
Y Neil, encantado con el encargo, ya que le encantaba sembrar cizaña, aceptó la petición de su hermana más que gustoso.
-¡Candy! ¿Qué hora piensas que es? No sabes todo lo que tuve que inventar para justificar tu ausencia y evadir las preguntas sospechosas de la hermana Margaret.
-Lo siento, Patty, es que perdí la noción del tiempo, no quise preocuparte, pero gracias por cubrirme, amiga.
-¿Y eso?
Señaló curiosa la gordita hacia la muñeca que traía Candy, y la pecosa se puso nerviosa al recordar la procedencia de su regalo.
-Pues... ¡Una muñeca!
-¡En serio! No me digas. Lo que quiero saber es cómo llegó a ti, porque no recuerdo que la llevaras antes de encontrarte con Te...
-¡Shsssss! Cállate, Patty. Está bien, me la regaló Terry...
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Candy Candy: El rebelde y la dama de establo
Fanfiction*Como todos saben el anime candy candy no tuvo el final que esperábamos, pero esta una historia en la que los amores principales si tienen un final feliz. ¿Qué pasaría si Candy y Terry se conocen en el colegio y no en el barco? Y si Candy no es la...