Capítulo 18 Madurando el amor

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Entre besos, abrazos, promesas y te amos, nuestros rebeldes se escaparon del colegio contra todo pronóstico. Esta vez fue más fácil, no tuvieron que volarse los muros ni burlar al guardia de seguridad, Terry lo sobornó con una buena suma de dinero, por algo era el hijo del Duque, eso seguro tenía sus ventajas.

-Candy, ¿por qué te detienes si ya falta poco, princesa?

Preguntó el castaño al ver que la pecosa se había quedado unos pasos atrás.

-Es que necesito algo de aire, creo que tuve un exceso de adrenalina, Eliza tiene una extraña habilidad para sacar lo peor de mi.
Contestó Candy con el ceño fruncido.

-Debes estar cansada, pecosa, yo me encargo.

Y diciendo eso a Candy no le dio tiempo a reaccionar porque Terry la había levantado del suelo y se la enganchó en la espalda.

-Terry, ¿qué haces? ¡Bájame!

-No. Me dijiste que estabas cansada, así que voy a cargarte hasta que lleguemos.

Y Terry comenzó a correr con Candy en su espalda mientras ella reía como una niña. Daba gusto verlos. Puede que fueran jóvenes, ingenuos, impetuosos, espontáneos, pero se amaban con locura, a pesar de su corta edad, sus sentimientos y su amor era mucho más maduro que el de mucha gente mayor. Ellos no pensaban, no forzaban, no medían, ellos simplemente se amaban.

-Ya llegamos, pecas.

Dijo Terry bajando a Candy y tratando de recuperar el aire, no porque la rubia estuviera pesada, sino por la corrida que se echó.

-Terry, eres increíble. Te adoro, mi amor.

-Eso era lo que esperaba escuchar.

Dijo Terry haciendo su gesto arrogante y mostrando su hermoso hoyuelo en la mejilla que hacía que Candy se derritiera.

-¡Engreído!

-Al menos no soy celoso, como otra persona cuyo nombre no voy a mencionar...

-¡Terry! Yo no estaba celosa, sólo estaba... Además, mira quien habla de celos, ¡tú!

-Pues claro que yo, porque no soy celoso.

-Eso es muy bueno saberlo, Terry, porque en ese caso no te molestará que David Adkins me haya invitado a...

-¿Quién carajos es David Adkins?

-Terry, tranquilo, es sólo un compañero nuestro, además tú no eres celoso, ¿lo recuerdas?

-Candice, no juegues conmigo. Ahora mismo vas a decirme quién es ese imbécil y por qué...

Candy comenzó a reirse con fuertes carcajadas casi al borde de las lágrimas y Terry estaba que echaba fuego por los ojos, sujetándola de los hombros y exigiendo una respuesta.

-Nadie, mi amor, nadie.

Respondió Candy aún riendo.

-¿Cómo que nadie?

Preguntó Terry más que furioso.

-Era una broma, Terry. No existe ningún David Adkins. Eso lo dije porque como tú no eres celoso...

Comenzó a explicar Candy sarcásticamente y sin parar de reir, pero a Terry no le hacía ninguna gracia el chiste.

-Escúchame bien, Candice. Y mírame.

Comenzó a decirle Terry a Candy con una serenidad amenazante y sujetándole el rostro para que lo viera a los ojos, estaba muy cerca de ella, Candy podía sentir su aliento y se puso nerviosa, Terry estaba molesto y no era juego.

Candy Candy: El rebelde y la dama de establoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora