Capítulo 24 Revelaciones

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Ya Candy y los Grandchester habían llegado a la casa. Tanto Terry como Richard estaban hechos una furia. Candy no había dejado de derramar lágrimas en todo el camino y eso Terry no podía soportarlo. Si su padre no lo hubiera detenido, habría estrangulado a Sarah Leagan. Su ira aumentaba cada vez que miraba la mejilla inflamada de Candy, al mismo tiempo estaba preocupado por su bebé, sabía que no era bueno que ella estuviera triste y menos en el comienzo de su embarazo y ya había pasado por suficientes impresiones fuertes, primero encontrar el cuerpo de Eliza desangrado junto con aquella nota suicida llena de odio, luego aquella maldita mujer la golpea, casi tirándola al suelo, poniendo en riesgo la vida de su bebé y entonces su padre adoptivo hace su acto de aparición, aunque lo hizo con el fin de defenderla, él no sabe de su estado.

-¡Candy, hija! ¿Te sientes mal? ¿Qué le pasó a tu cara?

-Mamá, mejor no preguntes porque juro que salgo ahora mismo a la villa Andrew a matar a esa desgraciada.

Soltó Terry dando un puñetazo en la puerta. Candy empezó a llorar desesperada, como una niña asustada. Terry no sabía qué hacer, Eleanor estaba alarmada, sabía lo peligroso que eran las emociones fuertes en el estado de Candy y el Duque trataba de que su hijo se calmara, aunque si estuviera en su lugar, tal vez aquella mujer no hubiera sobrevivido.

-Candy, hija, tranquila, ya pasó. No llores más, eso no es bueno para tu bebé. Vas a quedarte aquí con nosotros hasta que te cases, no te hace bien estar en esa cuna de lobos. Terry, llévatela a la habitación para que descanse, yo mandaré a preparar un té.

Dijo Eleanor abrazando a Candy que lloraba en su hombro como una niña.

-Será lo mejor. Tenemos que cuidar de ella y del bebé, no podemos permitir que siga exaltándose y menos a su edad.

 Tenemos que cuidar de ella y del bebé, no podemos permitir que siga exaltándose y menos a su edad

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Añadió Richard y Terry tomó a Candy en brazos y la subió a la habitación. La desvistió y le puso una de las cómodas pijamas que Eleanor le había comprado. Se sentó en la cama con Candy sobre su regazo y le acariciaba sus suaves rizos con mucha ternura.

-Terry, ¿por qué siempre quieren hacerme daño?

Preguntó Candy entre sollozos.

-No sé qué decirte, princesa. En esta vida hay gente mala, gente que no soporta ver felices a los demás, vivimos en un mundo lleno de envidia y maldad.

-Pero yo no le he hecho nada a nadie.

-Pero siempre habrá quién desee tener lo que tú tienes, a muchos les molesta que siempre tengas una sonrisa, tus ganas de luchar, tu fortaleza, tu forma de ganarte el corazón de todos, eso envenenó el corazón de Eliza, y mira cómo fue a parar.

-Tengo miedo que intenten hacerme algo, o a mi bebé...

-Nadie va hacerte nada, el que se atreva a tocarte un sólo cabello, no vivirá para contarlo. Y tranquila, yo no dejaré que le pase nada al bebé.

Candy Candy: El rebelde y la dama de establoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora