Capítulo 5

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Y sus ojos confundidos, me estaban viendo, sólo a .

(....)

Dos horas antes...

Hinata no pegó un ojo en toda la noche, debía estar descansada, sin embargo solo llegó a dormir a lo mucho una hora y media, los nervios y el miedo la tenían a la defensa. Sin embargo, a su lado, tenía al rubio, quién durmió toda la noche plácidamente, a veces deseaba ser igual de despreocupada.

Vio el amanecer y se levantó a hacer el desayuno. Kakashi los había llamado a todos los chicos a las 6 en punto en los campos de entrenamiento. Todo debía darse antes de que algún curioso aldeano viera lo que estaba sucediendo.
Ya habían pensado incluso en una explicación que dar en caso de que algún ninja participante en la Guerra recordara la muerte del Hyuga.
Dirían que realmente la muerte fue fingida, y que éste estuvo en una larga misión de dos años, buscando si Madara había dejado algún plan maestro, y destruyendo éstos en caso encontrarlos.

Terminó los hotcakes, y los sirvió en dos platos, dos para ella, y seis para Naruto. Los dejo encima de la mesa, junto con la miel de maple y mermelada. Hizo el jugo de naranja y lo dejó en la mesa también. Estaba por ir a despertar al rubio, pero lo vio entrar a la cocina despeinado, pero con esa sonrisa que le iluminaba la vida.

- Buenos días, Naruto-Kun

-Buenos días, Hina-chan- Se acercó a ella y la abrazó, levantándola unos centímetros del suelo, besándola- ¿Lista?

-Definitivamente.

(...)

Shikamaru miró la lluvia artificial por unos largos minutos, desde que le dijo a Temari eso de vivir juntos, ella se pasó todo el siguiente día cambiando de tema, siendo muy evasiva. Si, se había apresurado.

Salió de su rápida ducha, y llegó a su habitación, debía cambiarse, y eso hizo. Miró la cama por última vez, Temari seguía durmiendo.
Tan cómodamente, tan preciosa, y jodidamente problemática.

-Que fastidio...-Soltó el pelinegro- ¿Por qué demonios tengo que amarte tanto mujer?

Y con esa duda en la cabeza, salió de la habitación, sin saber que la rubia miraba la puerta con una sonrisa boba en el rostro y lágrimas en los ojos.

También te amo, Shikamaru.

(...)

- ¡Maldición, Sai, dejame en paz, puedo caminar sola, joder!

Sai frunció el ceño y se cruzó de brazos, le habían dado de alta a Ino, y debían ir directo a los campos de entrenamiento, a presenciar la resurrección, era la orden del Hokage. Sin embargo, el sabía que la rubia aún se encontraba débil, y por más que quería ayudarla, la muy terca no se dejaba.

- Está bien, no te ayudaré- Siguió caminando- Terca

-Pff - bufó- vámonos rápido, Sai.

Y le tomó la mano enseguida, Sai volteó a verla con una sonrisa, mientras que la rubia se tapaba el rostro sonrojado.

Malditamente terca, tsundere y tierna.

(...)

Tembló mientras se miraba en el espejo, Lee la estaba esperando en su pequeña sala, pero ella no podía salir, estaba congelada.

Inhala, exhala, inhala, exhala.

Se calmó, por lo menos un poco, y peinó su cabello, larguísimo, y completamente lacio. Lo dejó suelto, y se colocó un pantalón negro, unas botas negras y una musculosa blanca. Se miró al espejo una vez más.
Completamente indefensa.

«Desire»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora