Capítulo 22

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Tenten miró la habitación con brillo en los ojos.

¡Era hermoso!

El Tsuchikage les dijo que podrían quedarse en un local de Aguas termales que no quedaba muy lejos, además de ser bastante céntrico, era un hermoso lugar que debían visitar. Todo hecho de piedras y rocas, realmente rústico e innovador.

Tenten amó su habitación, ya que los chicos compartían una sola, ella al ser la única mujer, tenia ese gran espacio para ella. Decidió que en la noche armaría dos futones para poder dar vueltas en el espacioso lugar. ¡Amaba este tipo de atenciones!

Y mientras pensaba en como disfrutar su habitación, la puerta corrediza se abrió. Era Neji.

—Todo para ti, es injusto que yo tenga que dormir con Kiba— Suspiró y la morocha rió— Shino y Akamaru no son un problema.

—Eres cruel — Comentó— Es genial que pueda dormir aquí sola.

Aunque me gustaría dormir contigo. Quizá no dormir.

Tenten se sonrojó de improviso al pensar aquello. Intentó que Neji no lo notara, fracasó estrepitosamente.

—¿Por qué estas roja?— Neji se acercó a ella y coloco el dorso de su mano en la frente de la chica— No es fiebre... Tal vez pensaste en que podríamos dormir juntos.

Empezó a reír con gracia pero se detuvo al ver que la de moños se sonrojo aún más y ambos terminaron del mismo color.

—¡Ehhh, Tenten, todo para ti sola!—chilló Kiba cuando entró, luego se quedo callado cuando detectó el ambiente de incomodidad— ¿Interrumpo algo?

—¡No!— Contestaron los dos.

—Tórtolos, ya estaban pensando en que hacer aquí...

Y fue Tenten la que encajó su puño en su rostro y Neji el que rió.

—Mierda, tienes una buena mano Tenten— Se quejó el Inozuka— Provecho Neji...

Y ya estaba corriendo en dirección contraria anticipando el nuevo golpe de la morocha.

Sin embargo la chica, muy en el fondo, deseó que cada palabra dicha por su amigo, sea real.

(...)

Shino caminó por la aldea con la manos en sus bolsillos y en completo silencio, como siempre.

Detrás de él iban Kiba, Tenten y Neji.

Debían investigar un poco más la zona, por el momento no tenían ni la más diminuta idea de dónde demonios podría estar ocultándose la usuaria. ¿Quién podría ser?

Y entonces, sin previo aviso, escucharon gritos y vieron como la gente corría y se amontonaba al rededor de una plazuela en dónde una mujer hablaba sobre un podio improvisado de madera.

Alta, su cabello rojizo y ojos de un matiz celeste y marrón, hablaba con un megáfono, enojada y con el ceño fruncido.

Pero estaba tan enojada que apenas distinguían lo que afirmaba.

Notaron pronto como llegaba corriendo la nieta del Tsuchikage y sus dos amigas, alejando a la gente del lugar y obligando a aquella mujer a bajar y retirarse.

—¡Puedo expresar mi opinión! ¡No pueden suprimir mi derecho a la libertad de expresión!— Gritó— ¡Y si no estoy de acuerdo con que tú seas la próxima Tsuchikage, puedo gritarlo a todo el planeta si quiero! ¡Me opongo a tu estúpido régimen de discriminación! ¡Me opongo a ti y a tus perritos falderos que no se separan ni un segundo de ti y solo se encargan de burlar a los demás! ¡Me opongo...!

«Desire»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora