Capítulo 37

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Seis meses después.

Sakura observó la habitación decorada de un crema suave, la cuna blanca en medio, con diseños de ositos tiernísimos.

La habitación estaba tapizada con una alfombra de colores, perfecta para cuando su pequeña aprendiese a gatear y jugase en el suelo. Había una mesedora a una esquina, de madera y acolchada con un cojín de color esmeralda.

Era una habitación acogedora para una recién nacida, aunque aún tenía 7 meses.

Cerró la puerta con una sonrisa y caminó escaleras abajo, ese día tendrían una cena planeada por los chicos, probablemente una especie de babyshower, aunque no esperaba montones de regalos, le emocionaba  ver al pequeño Shikadai.

—¡Uh, esto es delicioso!— Escuchó en la cocina, sonrió negando la cabeza mientras caminaba hacia la voz— ¡Oh, Sakura! Esto es endemoniadamente rico, ¿dónde lo compraste?

—Quizá deberías tocar la puerta antes de entrar, Ino— Contestó paseándose  por su cocina, sirviéndose un vaso de agua— Pero lo compré en la panadería de la esquina, ¿delicioso, no?

—¡El mejor pie de manzana de mi vida!— Exclamó— ¿Cómo está mi sobrina?

—Entusiasmada por nacer— Recostó  la cabeza en el hombro de la rubia y suspiró — ¿Qué me regalarás hoy?

—¡Yah, Sakura!— Ino se alejó riendo— Sabía que eras cariñosa por alguna  razón, pilla.

Ambas amigas empezaron a reír, acostumbradas la una a la otra, casi como si fuera natural estar juntas.

—Fui a ver a Temari hace dos días — Comentó la rubia después de un rato, sentadas en el sofá — Shikadai está precioso, además de que duerme todo el día.

—Conveniente para ella— Sonrió la pelirrosa — Espero poder verlo hoy.

(...)

Lee caminó por el hospital después de la sesión con el psicólogo, aunque había decidido no regresar.

La razón era simple: descubriría la razón detrás de todo.

Desde hace un mes después de la cita con Yui, estuvo pensando en una posible mujer desconocida que haya resultado trascendental en su vida.

Y se dio cuenta de situaciones que había atravesado que señalaban una posible amnesia.

Mientras continuaba caminando hacia la salida pensó en los sueños que empezó a tener desde la mención  de la desconocida.

Sueños extraños en los que recordaba risas y caricias en las mañanas. Dulces aromas, fuertes y aveces maderosos. Sentía miradas repletas de amor y a veces de deseo... Pero cuando iba a ver el rostro o escuchar la voz de la desconocida, despertaba.

Cuando estaba por llegar a la puerta, se cruzó con Yui. Él no tuvo la fuerza de preguntarle, pero sí la saludó.

—Un gusto verte— Sonrió él — ¿Cómo estás?

—Bien, gracias— Respondió— Pero ahora estoy ocupada, hablamos después Lee.

Y caminó apresurada entre las personas del hospital.

Rock sabía que ella estaba evitándolo, pero no la culpó, quizá aún necesitaba tiempo sin él.
Era claro que no podría preguntarle  nada acerca de la desconocida, él no era tan cruel.

Salió del Hospital recibiendo la tarde con una calurosa ventisca, una que provocó que se le pusieran los vellos  de punta y suspirara de cansancio.

«Desire»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora