Capítulo 35

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Cuatro meses después

Neji abrió los ojos de pronto, se sentó en la cama y respiró agitado, su corazón latía fuerte y casi parecía que iba a salirse de su pecho, se limpió el sudor que caía de su frente y se levantó lo más sigiloso que pudo para no levantar a Tenten de su merecido sueño.

Caminó fuera de la habitación que compartía con su novia, y se metió al baño que estaba apenas saliendo a la izquierda. Se lavó el rostro y luego se miró al espejo aún con la luz apagada, sus ojos asustados y sus mejillas pálidas. Suspiró.

Salió del baño y caminó a la cocina, con lentitud se preparó un café después de que el agua calentase, y lo tomó en el camino al pequeño sofá de la sala. El café estaba muy amargo.

Sabía que no iba a poder dormir en toda la noche; se fijó en el reloj que colgaba en la sala y los números 3:07 chillaban en color rojo.

Se había acostado hace apenas dos horas, intentando demorar la hora de dormir lo más posible prediciendo este final. Se sentía tan cansado, necesitaba dormir pero le aterrorizaban las pesadillas que no querían dejarlo en paz.

Sintió sus ojos arder, pero no le daría el gusto a la oscuridad el entregarle su debilidad, así que se terminó el café amargo y dejó la taza en el suelo, se recostó en el sofá y pensó.

Él había dado su vida por la de su prima, y no se arrepentía en absoluto de ello, lo volvería a hacer una y mil veces, lo que no podía perdonarse era lo que pasó después y el sufrimiento que le hicieron pasar.

Pero pensemos en ello, ¿A quién demonios le importa y le importó Hyuga Neji?

(...)

Ino abrazó sus rodillas y sollozó en silencio, su corazón parecía destrozarse una vez más frente a la situación.

Vio la prueba de embarazo a su lado derecho y la raya azul de siempre le gritaba que otra vez se emocionaba en vano, no estaba embarazada.

Sabía que había personas que demoraban incluso años en quedar embarazadas, que a veces era más que simple azar, pero ella quería y anhelaba tanto a un pequeño ser creciendo en su interior.

Sus amigas no lo habían pedido y ahora estaban a unos pocos meses o semanas de ser madres, ella, por otra parte, había anhelado eso desde que tenía memoria.

Se limpió las lágrimas con las manos temblando y sorbió su nariz con rudeza, estaba decepcionada, frustrada, y enojada.

Se levantó del suelo y botó aquella prueba de embarazo al basurero luego de envolverlo en papel. Se lavó el rostro y lo secó enseguida sin verse al espejo, sabía que sus ojos estarían hinchados y rojos, no quería empezar a llorar de vuelta.

Salió del baño y caminó directo a su habitación, Sai dormía plácidamente boca abajo, llevaba solo un pantalón de pijama y su cabello largo exparcido en toda la almohada. Era un chico hermoso incluso dormido, siempre en paz, y a ella le exasperaba el hecho de verlo tan tranquilo mientras ella se sentía destrozada.

—Cariño, despierta— Susurró lo más suave que pudo mientras se sentaba en la cama y su mano cálida acariciaba su mejilla— Tenemos mucho que hacer hoy

—Uhm— Murmuró, sin abrir los ojos, la tomó de la cintura y la jaló hacia él, obligándola a echarse, solo en ese momento, con sus rostros frente al otro, abrió los ojos — Hola

—Hola— Contestó ella con una sonrisa, sintiendo el cuerpo caliente de su novio reconfortando su triste ser— Debemos levantarnos

—¿Estas bien preciosa? Los colores que emanas son tristes hoy— Masculló— ¿Qué sucede?

«Desire»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora