EL DIABLO, CAPITULO 7:
Gold. Edificio
El titilante sonido del móvil me despierta. Inundado en sueño aun, alcanzo el aparato para juntarlo a mi oído.
―¿Qué? ―contesto molesto.
―Buenos días ¿Cómo está? ―la voz de una mujer se riega en mis oídos.
¿Qué cómo estoy? ¿Es una jodida broma?
―Le hablo de parte de Bienes Raíces "Roses", llamo para informarle que el último departamento ha sido comprado ya. ¿Contempla usted la posibilidad de adquirir una casa?
Una casa.
―Mmm...―ronroneo, tratando de aclarar mi voz ronca―. Debería verla primero ―la idea de una casa ha distraído mis pensamientos por un segundo.
―Bien, ¿Le parece en media hora? Un cliente ha cancelado su cita.
Muevo mis piernas dentro de las cobijas, acurrucándome.
―Cómo sea ―planeo comprar un nuevo colchón y talvez una lámpara de lava. Siempre he querido una―. Venga a mi edificio "Grand Gold", nos iremos en mi auto.
―Gustosa. Llegaré en 15 minutos señor, hasta luego.
―Te espero ―cuelgo.
Me pongo de pies, estirándome en frente de la ventana. Seguido a esto, tomo una ducha y rebusco en mis cajones, rascando mi nuca, intentando escoger algo decente.
Ajusto mi camisa, arremangándola hasta el codo, esparzo un poco de perfume, y estoy listo en 15 minutos exactamente. Bajo en el elevador hasta el Obi del edificio.
En la estancia, alcanzo a divisar a una pelirroja con falda azul marino pegada a las caderas, un escote demasiado prominente y tacones color vino. Ella se encuentra de espaldas a mí, preguntándole algo a la recepcionista.
―Sí que es puntual ―susurro detrás de sus hombros.
Da un respingo y gira en un segundo.
―Me asustaste ―suelta un suspiro, colocando su mano sobre su pecho―. Soy Dana ―me extiende el saludo, pero no puedo evitar desviar mi vista hacia sus pechos apretados.
―Mucho gusto Dana, dime Diablo ―estrecho su delgada mano.
Suelto su agarre y salgo hasta los parqueaderos por mi auto, antes de que se le ocurra hacerme preguntas tontas sobre mi apodo.
Ya en los estacionamientos recuerdo que mi auto está en el fondo de un barranco y ayer el padre Tomás me trajo a media noche.
Porque me quedé dormido en la Combi.
Regreso la vista hasta Dana y sonrío falsamente mostrando mis dientes.
Miro a todos lados tratando de encontrar una solución a mi problema, y efectivamente, lo hallo. El ballet parking del edificio está por estacionar un convertible negro, por lo que corrí hasta él.
Cruzamos algunas palabras, resumamos en que el dinero todo lo puede.