XXVI

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EL DIABLO CAPÍTULO 26:

-¡Despierta!-

Mi mente contuvo el sonido de esa voz como siempre lo hacía, enseguida sentí agua helada chorrear por mi espalda, cuello, y piernas, ésta hizo que temblara. Parecía como si me pusiesen hielo, quemaba y ardía.

Abrí los ojos pero no podía ver nada, absolutamente todo estaba negro.

Y mi respiración chocaba con algo.

-tenía una bolsa negra en la cabeza-

También traté de mover mis manos pero éstas estaban bien sujetadas con lo que parecían ser cadenas a mis espaldas, al igual que mis pies que se encontraban inmóviles.

Sentí un dolor en mis abdominales, uno fuerte.

Un quejido escapó de mis labios para en un segundo sentir mi cabeza sacudirse a causa de que sacaran la bolsa que traía.

Mi vista se aclaró, pude ver al Demonio de pies en frente mío, a su lado derecho estaba Cal, y a su lado izquierdo se encontraba Adam quién me veía con una sonrisa burlona. En la pared de mi costado estaba un vidrio opaco, el cuarto donde me tenían parecía ser una sala de interrogatorios.

-hasta que despiertas, hermanito- salió de sus labios sonrientes.

Mi cuerpo estaba totalmente atado, por lo cual no se me apeteció nada más que responderle escupiéndole a los pies.

Me miró despectivamente y agregó:

-¡déjenme a solas con él!- Cal y Adam salieron de inmediato de la lúgubre habitación.

Mi rostro miraba directamente al suelo, mi torso estaba desnudo, tan solo traía mi bermuda blanca y las zapatillas con muchas manchas de tierra.

-¿Estás muy rebelde hoy, no?- sus pasos empezaron a acercarse.

-muérete, perro- lo miré a los ojos.

-evitaré tus groserías, pero sabes- tomó mi mandíbula en su mano, - responderé todas tus dudas antes de asesinarte- soltó mi rostro de golpe –así que pregunta- aseguró.

-se un puto hombre y ya mátame, déjate de mariconadas-hablé.

-no hagas que mi humor cambie, Diablo- advirtió, pero no respondí, dándole a entender que me sabían a mierda sus estupideces. -¿recuerdas a Martín?-.

No dije nada.

-bien, te contaré mi historia, aunque de tu puta boca no salga ni una sola palabra- masculló, no moví un solo músculo, - Martín era mi papá, Eva mi mamá, ella me abandonó cuando nací, sin importarle mi suerte para poder revolcarse con tu miserable padre, Casian- recordó con rencor el nombre de mi padre, - hasta que el imbécil la abandonó y fue corriendo a los brazos de mi pa...- interrumpí.

-bla, bla, bla, puras mierdas que ya sé- articulé – Martín asesinó a mi mamá mientras estabas en un orfanato, yo lo busqué y lo asesiné cuando tenía doce, ¡qué gran historia!, hermanito- musité.

-lo que ¡tú!, maldito miserable no sabías, es que Martín siempre supo de mi existencia, él y solo él siempre iba a verme al orfanato, y apuesto ¿a qué no sabes porqué mi papi mató a mami?- siguió, me limité a mirarlo – no, como lo esperaba, no lo sabes, la zorra de tu madre se atrevió a volver a acostarse con Casian cuando estaba casada con Martín, él se enteró y la asesinó, para después ir por el maldito de tu padre, no bastó más que una bala en el pecho para acabar con Casian-

-¿Cómo lo sabes?-me atreví a preguntar.

-porque lo seguí, lo seguí hasta verlo todo, yo era un niño cobarde, me escondí en cuanto mataste a mi padre en la oficina sin siquiera defenderlo, ¡él me amaba!-

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