XV

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EL DIABLO, CAPÍTULO 15:



Afueras del Bed Stuy.




No podía darme el lujo de morir en esa bodega.

Al caer al suelo solo me arrastré hasta salir de allí, supongo que me han dado por muerto, ya que nadie me siguió, ni tampoco volvieron a dispararme, solo dejaron que me fuera.

Con mis últimas fuerzas llego hasta mi auto. Me siento totalmente agotado, desarmado al arrimar mi espalda al neumático del coche, palpando mi pecho una vez más, comprobando que ya he perdido mucha sangre como para llamar a una jodida ambulancia o pedir ayuda.

¿Éste es el fin?

¿Ha llegado la hora de pagar por todo?

No me resigno, no moriré. Viviré, para seguir disfrutando, aunque eso implique vivir sin corazón. No puedo morir así, no ahora, no aquí.

Intento ponerme de pies para entrar al auto, pero mi debilidad no me lo permite, así que caigo en el suelo al instante y un leve gemido sale de mis labios.

A medida que los segundos pasan, mi vista se torna más nublada, mis ojos pesan y el sol está quemando mi cuerpo, asándome como un trozo de res, hasta juraría que escucho los buitres venir en busca de mi cuerpo.

El cielo es lo único a lo que mis ojos se sienten fieles ahora, y lo aprecio, sangrando, desencajado de la vida que he llevado, y débil. Tan sólo espero, la muerte, la salvación, no lo sé.

Alrededor de una hora después, el bombeo de sangre se ha agotado, pero no estoy seguro de que así se sienta morir, es como si tu sangre se congelara, fría. Las palpitaciones leves de mí herido corazón tan siquiera existen. Y palpo una vez más la superficie de mi herida para comprobar mis sospechas, no hay latidos.

Frunzo el ceño, apreciando una vez más el cielo sobre mi cabeza.

¿Estoy muerto ya?

Mi vista aclarándose me toma por sorpresa. Levanto mi mano hasta la arteria de mi cuello, que se supone conecta al corazón, tampoco hallo el pulso.

Tal vez ya estoy muerto, pero si estuviese muerto, ¿Dónde está el túnel con la luz al final de él?

"Casian desapareció, solo sé que amaba a tu madre y la dejó contigo a meses de embarazo. Siempre odió sus tatuajes, nunca lo entendí. Pero lo último que supe fue que lo vieron en las afueras, cerca de una casa abandonada en la carretera del norte, no sé nada más lo juro ¡lo juro!"

Recuerdo las palabras de la tal Lori refiriéndose a mi padre, mucho más en cuanto dijo que la última vez, lo habían visto en la carretera del norte.

Dando todo lo anterior por fantasía, tomo mi navaja, la cual guardé en mi chaqueta antes de que me dispararan, pero antes de entrar al coche, corto mi muñeca y raramente, bajo mi mirada confundida, la sangre brota de mi piel, de mis venas azuladas normalmente, pero al tacto, es sangre helada.

Luego de mi pequeña prueba, apoyo mis dos manos en el suelo rocoso, impulsándome a ponerme de pies y cuando lo logro, abro la puerta del coche.

Una vez dentro, levanto mi camisa, divisando mi abdomen y pecho totalmente cubiertos de sangre, el hoyo de mi herida, aún seguía allí. Pero ahora, ahora que mi mente tiene una idea diferente, mi muerte es irrelevante.

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