EL DIABLO CAPITULO 18:
-juré que te llevaría a la cárcel y así lo haré- sus ojos se posaron en los míos, mientras en las manos sostenía un calibre apuntando a mi cabeza.
-¿Qué no te enseñaron a respetar los baños de las personas?- dije relajado, divisé de nuevo la placa en su pecho de: "FBI".
-no respeto a asesinos delincuentes- sus ojos miel estaban llenos de ira, como si me conociese y de por sí ya me odiara –estas arrestado-.
-wow- sonreí, -ahora no tengo intenciones de ir a la cárcel, pero si quieres puedes tomar un turno con mi guarura hasta que se me dé la gana- esta vez fui algo respetuoso, -o puedes hacerme compañía en mi tina-.
-¡dije que estás arrestado!- se alteró.
No me convenía que la Sra. Nash se despierte y venga con su escopeta mientras tomo mi baño, así que me puse de pies sin importarme estar desnudo en frente de una agente del FBI.
-debe apreciar a este Dios griego-
-shh, shh,- me acerqué, -no te alteres bombón- susurré.
Ella luchaba por no verme completamente pero falló, recorrió mi cuerpo entero con su vista nerviosa, se detuvo unos cuantos segundos observando mi miembro, pero volvió la vista a su arma.
-no... no me toques- sollozó cerrando los ojos con fuerza.
Esta situación me causaba mucha gracia, puse una sonrisa en mis labios.
Tomé con sutileza el arma y se la quité de las manos, su cuerpo con traje negro y amarillo temblaba con solo sentir mi respiración cerca de su rostro.
-tranquila- tomé el arma y le saqué el cartucho con todas las balas que tenía dentro.
-¿me matarás?- la escuché decir, puse el arma en el cajón con llave de abajo del espejo de mi baño.
-¿Cómo te llamas?- evadí su pregunta.
-Elisa-
-eres muy joven para ser agente del FBI- tomé una toalla pequeña y la envolví en mis caderas.
-no soy agente, no oficialmente, pero eso es algo que no te interesa- escupió e intentó salir corriendo, pero fue inútil, me atravesé en la puerta.
-no es buena idea- negué con mi dedo índice frente a su rostro, -¿cuántos años tienes?-.
-eso no te importa, ¿vez este radio comunicador?- fruncí el ceño.
No entendía ni una mierda de lo que decía esta tipa, primero me amenaza, después tiembla, ahora vuelve a amenazarme.
–Con una sola llamada, sabrán donde estoy y con quien estoy-, está empezando a sacarme de mis casillas.
La tomé por el cuello dejándola débil y sin respiración, le quité el radio que tenía en su mano y lo tiré al piso para después pisarlo con mi talón, dejándolo destruido totalmente.
-no acabes con mi paciencia estúpida, no sabes quién soy- la solté.
-eres El Diablo, el delincuente más buscado en el Bed Stuy- me sorprendí al oír esto.
Nadie sabe de mí, o almenos eso pensaba yo.
-¿Cómo mierdas sabes mi apodo?-
-deja las malas palabras para tus putas, a mí me respetas idiota- masculló, la acorralé contra la pared.
-yo le hablo como quiera a quien yo quiera, tu invadiste mi casa, no me pidas respeto- bufé, aún la mantenía entre mi cuerpo y la pared del baño.