EL DIABLO, CAPÍTULO 10:
Wabes. Callejones traseros.
―Buenas noches, hermanito ―su voz hace eco en la inmensidad del callejón tras mi burdel y la ira se desborda en mí al oírle pronunciar la palabra final.
El dueño de la voz da sigilosos pasos, lo cuales lo acercan a mí mientras mi vista se sume por completo en los pequeños charcos de agua existentes en el suelo.
―¿Qué pasa?¿Te recuerdo a alguien? ―masculla.
Levanto la mirada para encontrarme cara a cara con él.
Al fin se hace presente, al fin muestra su maldito rostro.
Observo cada rasgo distintivo. Su rostro tiene las facciones de Martín, el asesino de mamá. Su mirada, su nariz algo torcida, pero lo que llama mi atención mayoritariamente en él, son sus cejas, tan detalladas, y perfiladas, iguales a las de mi madre.
―¿Qué quieres? ―me limito a responder con tono ronco.
―¿Lo que yo quiero? Pues... ―toca su barbilla con su dedo índice y camina de un lado al otro, fingiendo pensar, mientras yo opto por arrimar mi espalda a la pared―. Quiero acabar contigo, hermano.
―Para de llamarme hermano, pareces un imbécil cuando lo haces ―frunzo el ceño, negando.
―Lo siento, pero ya me acostumbré.
―Sólo son jodidos chismes, rumores.
Y sí, son chismes en todo el sentido de la palabra, ¿Cómo sé que, en verdad es mi hermano? ¿Cómo sé que no lo inventó? Nada me asegura que lo sea, bueno... además del parecido con mi madre.
―¡Qué raro! Un pajarito me dijo que habías estado en los suburbios averiguando sobre mí. Es por eso que estoy aquí.
Bufo.
―Ya sabes cómo son los mafiosos de chismosos ―trato de adular mi mentira con una sonrisita para luego acerarme a él, al parecer, está convencido de que puede conmigo solo, o es muy imbécil.
―La cuestión es... mi querido Diablo, que sin lugar a dudas somos hermanos.
Pensar que Martín tuvo un bastardito.
Podrá ser muy hermano mío pero para éste mundo no hay familia, y para mí tampoco.
―Bien ―levanto los hombros.
―¡Quieto! ―Bran entra en escena, viene a paso lento, con un calibre entre sus manos, apuntándole al hombre junto a mí. Detrás de Bran, se infiltran dos hombres más, y a las espaldas de éstos, con armas también, Sam y Owen.
Llega su turno de bufar al ver el ataque en el que está involucrado.
―Tengo un haz bajo la manga, Diablo ¿Crees que me expondría de tal manera ante ti? –sus ojos grises encuentran a los míos.
¿Un haz bajo la manga?
El burdel está controlado por cámaras noche y día, si se hubiese atrevido a colocar una bomba o algún francotirador en los techos yo lo habría notado. Por otro lado no veo indicios que muestren al individuo frente a mí portar un arma, mucho menos un puñal. Y por último, si alguien externo a la situación y aliado del Demonio estuviese acechando, Bran y los demás lo habrían descubierto. Así que, doy por hecho que, su haz bajo la manga trata de algo completamente diferente a amenazarme con asesinarme.