EL DIABLO CAPÍTULO 22:
Yo: -empezó la guerra imbécil-
Rt: -regrésame a Lori y te dejaré en paz... por unos días- dijo al otro lado de la línea, observé a Gonzo entrar con Lori amordazada y pataleando.
Yo: -eso no va a poder ser, ella está aquí, ¿quieres hablarle?- dije con diversión.
Rt: - no te atrevas a tocar a Lori, infeliz-
Yo: -supe que ella es como tu madre- me burlé –la tendrás que ver en el infierno-
Ordené a Ti que le sacara la mordaza y de inmediato Lori gritó pidiendo auxilio.
Rt: -te vas a arrepentir, mataré a todos los tuyos-
Yo: -bla, bla, bla- dije en tono burlón.
Saqué mi calibre pero estaba mojado, así que tomé la escopeta de la Sra. Nash, ésta se encontraba encima del comedor, tal vez trató de defenderse con eso.
La cargué y apunté a Lori en el pecho.
-¡no! No por favor- pedía ella y mi hermano gritaba desde el otro lado de la línea.
Gonzo sostenía a Lori mientras Ti Fran detenía al padre Tomás quien pedía también a gritos que no la asesine.
-¡no, no conseguirás nada con asesinarla!- balbuceaba el padre Tomás.
Tiré del gatillo de la escopeta y pude escuchar como la bala atravesaba las costillas de la rubia y también su corazón, sus gritos cesaron y todo se quedó en silencio.
Un silencio sepulcral.
El cuerpo de Lori se desvaneció en las manos de Gonzo.
Yo: -¿escuchaste eso?, fue el tiro que le pegué a Lori en el pecho- dije a la bocina del teléfono, del otro lado solo escuchaba sollozos por parte de mi hermanito.
Rt: -maldito- estaba llorando, el ridículo– te vas a arrepentir-
Yo: -no seas llorón y atente a las consecuencias de meterte conmigo- colgué.
*fin de la llamada*
Levanté mi vista mientras colocaba el teléfono donde correspondía y el padre Tomas estaba arrodillado llorando en el suelo con la mano en su cara.
Nunca lo había visto así.
El Gonzo, y Ti Fran cogieron el cuerpo de la mujer y lo tiraron afuera.
Hice que sacaran el cuerpo de Laxa del agua, de igual manera que el de Lori.
Saqué un galón de gasolina de la cochera y lo regué por alrededor de los dos cuerpos a orillas de la piscina teñida de sangre, prendí un fosforo, lo tiré por encima de los cadáveres y de inmediato comenzaron a incinerarse.
-Bran está bien- escuché a mis espaldas, se trataba de Owen.
-me da igual- dije sin quitar mi vista del fuego.
Escuché el suspiro de pesadez producido por Owen.
-Él me buscará, esto no se quedará así y lo sabe, somos inalcanzables-
Corrí hasta mi cuarto, toqué la puerta y Zen me abrió.
-nos vamos- dije y aparté al asiático para entrar en la habitación.
Saqué dos maletines repletos de dinero de entre el armario, se los di a Zen.
Saqué el papel pequeño de mi chaqueta anterior y tomé a Tyson de la mano.