XXV

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EL DIABLO CAPÍTULO 25:

"costas 6:53 p.m."

-¡estoy embarazada!- gritó y me dejó estático, esto me conviene totalmente.

-¿Es de Jota verdad?- dije casi con una sonrisa, después de varios segundos de analizar la situación.

-claro que lo es- se exaltó.

-tranquila era solo una pequeña duda- ahora sí, sonreí en grande.

-¿Qué se te hace tan gracioso?- Alex se cruzó de brazos.

-que ahora vales más- le guiñé un ojo.

-eres un... ¡imbécil!- arremetió y corrió a la casa para cerrar la puerta con fuerza.

-al fin la suerte se pone de mi lado- murmuré para mí.

Giré mi cuerpo para divisar completamente el cielo estrellado de la playa.

-¡Diablo!-escuché un grito desesperado a mis espaldas, Alex venía corriendo a toda velocidad en mi dirección.

-¿Qué mierda...?- no pude completar mis palabras porque al instante la pequeña cabaña donde nos alojábamos Alex y yo explotó en mil pedazos haciendo vibrar el suelo.

Enseguida Alex llegó a mi lado tuve que abrazarla para después caer al suelo con ella protegiéndola con mi cuerpo, las aves de la costa comenzaban a volar por encima de nosotros despavoridas, debido al fuerte ruido de la explosión aunque fuese de noche.

-¿estás bien?- le pregunté.

Asintió con la cabeza, estaba asustada, apenas podía mirarme.

-¿Qué fue lo que pasó?- volví a preguntar.

-entré y... vi una bomba en la cabecera de la cama, no tengo idea de quien la puso o cuando, solo salí hacia ti- dijo y de inmediato se arrimó a mi pecho para poder calmarse, mi mirada era confundida, perdida.

Acariciaba su cabello buscando tranquilizarla un poco, pero el sonido de balas captó mi atención, provenía de las rocas donde me había sentado a fumar antes, mis sentidos se pusieron en alerta al instante, me separé de la morena.

-¿Qué pasa?- me miró confundida.

-balas Alex- afirmé.

-¿y si es Jota?- sugirió esperanzada.

-no lo creo, no hubiese puesto una bomba si sabía que estabas allí adentro- aclaré.

-entonces ¿Qué hacemos?-

-sígueme-

Corrí con ella de mi mano hasta adentrarnos en la vegetación, mis piernas por impulso se dedicaban a correr y mis pulmones a respirar, el cansancio no se apoderó de mí porque mi corazón no bombeaba sangre viva como para agotarme, pero aun así podía sentir la respiración exaltada de Alex así que paré.

-estas... loco- dijo mientras trataba de contener la tos.

-ya estaríamos muertos si...- una bala pasó por mi lado derecho y chocó con una palmera.

-¿Quién mierdas nos persigue?- preguntó.

-no lo sé, solo ¡corre!- la tomé de la mano de nuevo y corrí selva adentro con Alex.

La situación estaba así: o es Cal, o es mi hermanito, pero de que me quieren muerto no hay duda.

A este paso el suelo se tornaba más resbaloso, el calor era sumamente intenso y ya no alcanzaba a ver nada.

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