Mis verdes paredes, forradas con imagenes, algunas borrosas y otras claras... ¿Acaso era la unica loca, obsesionada?, ¿Es malo enamorarse de los chicos malos?, Pues ya lo habia hecho.
Baje rápidamente de las sabanas desatando mis pies en un simple movimiento y mi puddin me recibio.
-Tenemos que irnos rápido.-Me susurró. Me colocó un chaleco antibalas y me jaló del brazo hechando a correr. No dejaba de mirarlo a pesar de que habían disparos por doquier, estaba conpletamente enamorada de él. De un jalón me cargó de manera nupcial y salimos por un agujero en la pared, MisterJ y su peculiar manera de entrar a traves de agujeros en las paredes.
Corrio hacia un auto... ¿Blindado?, nueva artillería eh, me metió dentro y entro junto conmigo.
-Puddin.- Lo abracé nuevamente y comencé a besarlo, pero esta vez habia algo diferente. El beso solo sabía emanar amor, cariño de parte de ambos, y eso me encantaba. Me hacía sentir algo que hace mucho que no siento.
- Cariño mío... Lamento que tu seguridad y salud estuvieran en peligro aquel día.
-Vaya... ¿Quien lo creería?, Joker disculpandose.-Dijo uno de sus hombres que iba con nosotros.
-Callate idiota.- Abracé más fuerte a mi puddin intentando calmarlo, y lo había logrado.
-Esta bien puddin, ahora estamos juntos.-Dije somnolienta a su lado.
Llegamos a su escondíte. Fuí directo a la habitación y me deshice de la ropa que llevaba, me metí al baño y deje la ropa a un lado para poder quemarla al salír.
-Muñeca, ¿estás aquí?.- Afirmé su pregunta y luego ví como mi puddin entraba a la ducha completamente desnudo. Me pegó a la pared y comenzó a realizar un gran camino de besos por todo mi cuerpo. Sus manos recorrían mi cuerpo deteniendose en mi trasero estrujandolo y luego deslizando sus manos hasta mis piernas cargandome.
Enrollé mis piernas en su cadera y me tomó de las manos colocandolas por encima de mi cabeza y sentí algo cálido y humedo en mis muñecas... Una soga. Comenzó a besar mis brazos y bajó hasta mis costillas y se deslizó hasta mi hombligo.
Tomó mis muslos e introdujo su erectil masculinidad dentro de mí. Gemí fuerte al sentírlo, arqueandome y sintiendo más las sogas en mis muñecas, eso era algo nuevo, pero me estaba gustando sentír su poder sobre mí. Comenzó a moverse embistiendome, amaba los gemidos y sexys gruñidos que salían de su boca al tener sexo.
Se movía cada vez más rápido, mordisqueaba mi cuello y el valle de mis senos hasta toparse con mis pezones, y los comenzó a succionar como si de ellos fuera a salir un exquisito licor. Con su lengua subió hasta mi oreja y mordió el lobulo de esta. Gruño en ella haciendome estremecer y sentír como nos corremos al mismo tiempo.
Los vidrios estaban empañados, nuestras respiraciones agitadas y nuestras frentes juntas. Pero seguiamos siendo uno solo. Amaba a este hombre, y lo que era una extraña obsesión, se convierte en un gran amor.
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