Día 28

2.2K 304 131
                                    

La larga mesa de cristal del comedor estaba atestada de libros, guías y lápices. De no ser por nuestra presencia, la casa estaría vacía. Cuando hablábamos se podía sentir el eco de la soledad, pero ya me había acostumbrado. Si no había algún empleado, ponía música a máximo volumen para sentirme acompañada. O bien, invitaba a mis amigos. Lástima que este encuentro no era para ver Netflix o alguna otra actividad recreativa.

Llevábamos cuatro horas estudiando matemáticas. Sobra decir que mi cerebro me exigía asesinar al causante de aquellas torturas. Me iba a volver loca con tantos números y letras. Demasiados cálculos.

—¡Eli! ¿Esperas que tu guía se derive sola?

—Sólo si continuo mirándola fijamente... —respondí de malhumor.

—¡Comparte el truco! —me pidió Zack con una sonrisa.

Kevin pescó el diccionario de francés y se lo estampó en la cabeza. Sasha pegó un grito de espanto y yo, bueno..., yo me reí.

—¡Comienza a redactar un ensayo decente, pedazo de inútil! —le gritó Kev enojado—. ¿Es que acaso quieres repetir último año?

—¿Por qué no puede Sasha enseñarme a mí, eh? —protestó Zack mirándome. Yo le saqué la lengua—. ¡Exijo un cambio, y justicia!

—Ni soñando —repliqué—. Cuarto año con cuarto año, tercero con tercero.

Zack se cruzó de brazos. Resopló, pero volvió a la ardua tarea de escribir un texto sobre un tema que no le interesaba en un idioma que no dominaba del todo.

—No es injusticia, sólo mala suerte —dije, observando cómo tomaba el lápiz, lo pasaba por el papel y, luego de maldecir en voz baja, borraba la oración que acababa de escribir y volvía a pensar en cómo continuar.

Siempre me perdía en cualquier pequeña acción que él hiciera.

—¡Ojos en la hoja, Eli! —me regañó Kevin, provocando que pegara un brinquito en mi silla que le sacó una sonrisa a Zack—. Ya tendrán tiempo ustedes dos solos.

—Lo dudo, mis padres me castigaron hasta las próxima elecciones —terció Zack.

—Vaya mierda.

—¡Qué mal!

—Bueno, no porque tengas dinero debes destruir tu casa por una fiesta.

Zack, Kevin e incluso Sasha me observaron con un cierto desdén que me pareció exagerado. Por lo que preferí callar. A veces me sentía parte del grupo, y otras, yo no era más que una completa extraterrestre.

Intenté concentrarme en los ejercicios que tenía en frente. Si la Eli de unas semanas después me hubiera dicho que esto no era nada en comparación con lo que tendría que estudiar más adelante, probablemente me hubiera reído en su cara. Pero supongo que ella se ríe de mí ahora.

Pequeño spoiler: los exámenes arrasaron conmigo y con mi autoestima. No fue bonito.

Bien sabía yo que sin la ayuda de Kevin y Sasha, ambos habríamos estado perdidos. Ninguno de los dos era un alumno destacado, pero nos conformábamos con pasar. Zack, específicamente, con graduarse. Era divertido pensar que Zack, quien ya sabía qué estudiar y dónde, luchaba por llegar a la universidad. Kevin, por el contrario, sin tener la menor idea de lo haría luego de la escuela, figuraba en la lista de honor de los tres mejores promedios de su generación. Odiaba y a la vez admiraba su capacidad de no tener siquiera un cuaderno para tomar apuntes, pero de todas formas obtener un diez.

—No veo por qué debo saber sobre integrales, francés y el cerebro. Es definitivo: te odio SAT —mordió el lápiz con rabia, como si así las ideas aparecieran de golpe.

Paréntesis (Entre comillas, #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora