Volando con la ligereza de una pluma y la agilidad de un águila, Lisa y Patrick comenzaron a trazar círculos en el cielo; habían logrado comprender Gravitacional luego de las primeras semanas y, por primera vez, se permitieron el lujo de demostrar que todo su esfuerzo había rendido frutos. El truco para desplazarse en ese Mundo no era imaginar que llevabas alas, como ellos erróneamente pensaron, sino dominar la gravedad del lugar y volverla a tu favor, era igual que como la Energía que les permitía viajar de Mundo en Mundo.
Patrick la alcanzó y le tomó la mano; se detuvieron un momento, quedando justo sobre una nube.
—Te dije que aprenderías —Lisa se dejó acariciar.
Patrick besó su mano.
—¿Cuál es esa obsesión con arruinar los lindos momento, Elizabeth?
A modo de disculpa, la chica lo atrajo para darle un beso, porque en ese lugar un beso no terminaba todo, sino que transformaba el tiempo en eternidad, congelando cualquier cosa salvo sus corazones, los cuales, luego de tantos tormentos, al fin podían latir en sincronía. Podían ser uno.
Lógicamente hablando, estaban atrapados en una fantasía. Pero, si nos alejamos de la gris racionalidad y poetizamos un poco su situación, ambos chicos se encontraban en un paraíso sin fin, en el que no existían errores del pasado ni temores del futuro, sino que gozaban la tranquilidad de un perpetuo presente. Se amaban sin miramientos, cada segundo anhelando la proximidad del otro. No solo físicamente hablando, pues soñaban con ese momento en el que sus almas no extrañasen a la otra, sino que se fundieran en un único ente, permitiéndoles ser lo que popularmente se denomina: almas gemelas.
La mayor parte del tiempo se comunicaban sin abrir la boca, buscaban las respuestas que necesitaban en los ojos del otro y siempre era suficiente con eso. Después de todo, ellos eran los únicos que quedaban y esa soledad los unía todavía más. Desconocían qué había ocurrido con sus amigos, o bien, con su Vida Terrestre, pero eso solo volvía todo más sencillo. En un principio, intentaron hallarle una solución al problema, pero con las semanas desistieron del plan y se conformaron con ser felices. ¿Estaban vivos o estaba muertos? ¡Qué importaba eso si se estaban juntos, amándose un poco más con cada exhalo que daban!
Si bien le restaban importancia a cualquier cosa que no fuera el otro, lograron comprender lo necesario para sobrellevar su nuevo estilo de vida. Un día cualquiera, Lauren, John, Grace y ellos estaban jugando en el bosque de las Afueras. Y lo siguiente que supieron fue que habían desaparecido. Eso no fue lo más extraño de todo, sino que sintieron que algo faltaba. Era la misma sensación que cuando te despiertas y sabes que soñaste algo increíble, pero por más que intentas recordarlo, tu cerebro se opone a entregártelo.
Se habían detenido de golpe, frente a frente, dándose cuenta que algo había cambiado, que sus sentimientos habían cambiado. Porque se necesitaban, ¡Dios! Se amaban con una intensidad que asustaría a cualquiera. ¿Cómo no lo supieron antes? ¿Cómo tardaron tantos días en darse cuenta? Tanto Elizabeth como Patrick ignoraban si su corazón les pertenecía a alguien más en la Vida Terrestre, pero estaba seguros que, ahí, en Coma, estaban hechos como piezas de un mismo rompecabezas. Desde entonces, no se soltaron más, y a pesar de no tener recuerdos, poseían Energía para viajar adónde quisieran.
Ninguno de los dos pensó nunca en querer despertar, pero eso no parecía un problema tampoco, porque el Límite Estelar había desaparecido... ningún Mundo lo tenía ahora. Así que sí, lógicamente hablando, estaban atrapados.
Atrapados en un eterno paraíso.
—¿Lista para caminar? —preguntó Patrick sonriendo.
Ella tomó las manos de Patrick y lo guió en un vals improvisado por entre las nubes.
ESTÁS LEYENDO
Paréntesis (Entre comillas, #2)
Teen FictionSegundo libro de la trilogía "Entre comillas". ¡No leer sin antes haber leído el primer libro! EN EDICIÓN.