N/A: ¡Capítulo doblemente largo de lo usual! Y hecho con mucho amor<3
No entren a la universidad, es una trampa.
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El problema no era perder a sus amigos de la escuela, como mamá le advirtió que ocurriría. Ella tenía a su hermana y nunca había necesitado a nadie más salvo su compañía. Tampoco le preocupaba el nuevo paisaje. Ella siempre lograba contentarse con las cosas que la vida le daba, y una nueva ciudad era una de ellas. Tampoco se acomplejaba por tener que empezar otra escuela. Ella amaba aprender, y de seguro los maestros serían amables y las salas muy cómodas.
Lo que le quitaba el sueño a la pequeñita de ocho años, eran los gentiles adultos que cada día se preocupaban por asear los distintos lugares que visitaba. Los mejoradores, les decía ella. Con el tiempo, se había ido dando cuenta que muchas personas ignoraban a los que limpiaban el piso, o cortaban el césped, o preparaban las comidas. ¿Por qué, teniendo labores tan importantes, eran mirados como fantasmas? Nunca lo entendió, y ahora le apenaba no haberse despedido. Era buenas personas, no como la mayoría de chicos de su edad. A los Mejoradores sí podía tildar de amigos.
Suspiro; su hermana, al parecer, le leyó el pensamiento, ya que tomó su mano con fuerza durante el resto del viaje.
—Nuevo comenzar, nuevas alegrías —comentó con una sonrisa—. Tú siempre dices eso. No me hagas ser tú.
Miró a su hermana. Pese al parecido físico, vestían absolutamente distinto. Y, en realidad, eran parecidas en prácticamente nada salvo color de ojos y cabello. Tenía la frente sucia por el sudor del juego y el polvo de la cancha; su cabello desordenado en una coleta, y su ropa se encontraba aún en peores condiciones. Más importante todavía, la pelota de fútbol (¡llena de barro!) reposaba sobre sus rodillas rasmilladas por el deporte.
Sasha se estremeció de solo pensar en su hermana fingiendo ser ella y en ella comportándose como Amy. Odiaba el deporte, era muy peligroso. Los niños no se fijaban en las niñas, y pateaban el balón fuerte. ¿Lo peor? Si a alguna le llegaba ¡ni siquiera pedían disculpas!
—No funcionará —dijo Sasha tras su profunda reflexión para alguien de esa edad.
—Pero somos gemelas. La tele dice que sí.
—La tele miente.
—¡No digas esas cosas! —exclamó Amy alterada—. ¡La tele no miente!
—Sí lo hace, ¡lo leí en el periódico! ¿Sabías que la película de las gemelas no fue hecha por dos gemelas? Eran la misma persona. ¡Eso es una mentira! —Argumentó Sasha. Seguía impresionada por no haberse dado cuenta por sí sola.
—¡Mamá, dile a Sasha que la tele dice la verdad! —se quejó Amy pateando la pared negra que las separaba de los asientos delanteros.
—¡Mamá, Amy no quiere entender que la televisión nos manipula!
—¡Mamá, Sasha usa palabras raras otra vez!
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Anne se sobó las sienes. Estaba por explotar, así que se colocó sus audífonos y su antifaz. Mucho mejor.
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—¡Mamá, y dile también...!
—¡Chist! —La calló Sasha en voz baja—. Ya se durmió.
Amy se cruzó de brazos.
—Siempre se duerme.
—Claro que lo hace, duerme para no vernos.
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Paréntesis (Entre comillas, #2)
Novela JuvenilSegundo libro de la trilogía "Entre comillas". ¡No leer sin antes haber leído el primer libro! EN EDICIÓN.