CAPITULO XXIV: Cala, la niña de los libros y las viejas historias.

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Desperté en aquel amanecer y las calles no se detenían, el movimiento sonaba igual que cuando me dormí, sentía en frío en los huesos aunque estaba tapada con todo lo que tenía, los climas aquí son muy raros, hay días donde no aguanto el calor, también hay días donde no aguanto el horrible frío.


Me despabile y comencé a caminar hacia la calle, buscando a Van o al Vega ring. Entre en la calle, entre el tumulto de personas no podía distinguir mucho, sólo oía un revoltijo de voces y sonidos extraños así que para empezar a preguntar me detuve y paraba a todas las personas que podía para empezar mi interrogatorio.


-oye, ¿Te puedo preguntar algo? -le decía a cualquiera que me volteara a ver, pero sólo recibía respuesta como:


-no molestes -o como-. Quítate de ahí -cosas similares a esas.


El día avanzaba y la gente no dejaba de moverse sin control, empujándose, y generando conflictos que acababan en golpes.



Colom es de esos países que de noche tiene fríos horrendos pero de día tiene calores insoportables, en especial para mi, cubierta de pies a cabeza en ropas, el sudor comenzaba a brotar de mi piel y me sentía pegajosa y apestosa, salía a chorros empapándome todo el cuerpo y dejando su salado olor, de mi frente empezó a escurrir y me cayó en los ojos, me empezaron a arder horrible pero la capucha me estorbaba para tallármelos y calmar un poco el ardor que tenía.


Intente por todos los medios quitarme la capucha sin ser vista, pero siempre sentía que alguien me observaba de cerca, sin quitarme la mirada. Me metí por error a una multitud en medio de la calle y no podía salir, siempre que lo intentaba me aplastaban y empujaban para adentro, de repente se me vino una idea, si hay tanta gente no creo que alguien me vea, con cuidado pero rápido me quite la capucha para refrescarme, me talle los ojos rápidamente y me volví a cubrir, no creo que alguien me hubiera visto, pero en la lejanía entre la multitud había dos siluetas que no me quitaban el ojo de encima, viéndome con detenimiento. Eran dos personas, una alta y otra bajita, tenían todo cubierto y sus ojos no se veían por la sombra de sus capuchas, no importa cuanto viera, no podía penetrar en las sombras.


Al darme cuenta que me veían me di la media vuelta y empecé a caminar sin rumbo, sólo para perderme de sus miradas. Sólo voltee por un segundo y pude ver como aquellas personas me seguían muy de cerca. Mientras yo chocaba con todo y todos, ellos se movían con una soltura y una fluidez impresionante, al parecer ya dominaban estos lugares.


Salí de entre la gente y me metí a una calle alterna llena de basura y peste, pero eso no importó ya que seguían persiguiéndome. El pequeño se movía con más rapidez, tanto así que ya sentía que en cualquier momento se iba a detener frente a mi y me iba bloquear el paso. No quería correr ya que sabia que si empezaba, ellos también lo harían y no podía ganarles una carrera a alguien tan rápido, en mi camino me encontré con una callecita a un costado del camino así que empecé a correr y me metí en esta.


-¡Oye! ¡Espera¡ -me gritaron mientras yo en mi mente decía:


«ni muerta... púdranse»


Me metí en la calle y en uno de sus costados había un hoyo en una pared que me invitaba a entrar, sin pensarlo una sola vez metí y me oculte donde pude, al parecer no me vieron ya que ambas personas se fueron derecho.


Más adentro del hoyo había una cortina vieja y agujerada por el tiempo, el lugar no podía estar más demacrado, arruinado, con un olor a viejo y a humedad, de las paredes agrietadas salía musgo y algunas hierbas larga. En el techo alto había un gran agujero que dejaba pasar la luz de la mañana, por las manchas negras en las paredes se podía ver que unos años atrás el lugar vivió un incendio que tiro todo.

PERFECT [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora