CAPITULO XII: La familia.

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    Después de la historia Miriam se quedó dormida en mis piernas y para no despertarla no me moví, no podía apagar el fuego así que deje que se consumiera poco a poco. No podía dormir, cuando cerraba los ojos los volvía a abrir ante cualquier ruido.
    Miriam estaba sudando de una manera increíble, tenía calor así que le quite el gorro y la bufanda, le arremangue las mangas, increíblemente no se despertó. Roncaba de una manera tan silenciosa, era como el ronroneo de un gato pequeño.
    En algunas ocasiones se movía y entre sueños se desabotono los primeros tres botones de su blusa para dejar pasar algo de aire.
    Por ahí de las cuatro de la mañana antes de que el sol saliera se notaba un ambiente tenso, como si alguien nos observará y esperará que hiciéramos algo. Miriam se despertó con un sentimiento de pavor y me miró a los ojos.
    —¿Sientes eso? —me pregunto asustada.
    —¿Sentir qué? —le pregunté yo esperando que la respuesta no fuera lo que siento, por que si así fuese algo realmente estaba pasando.
    —como —lo pensó dos veces—... si nos observaran.
    Hubo silencio y los dos nos veíamos sin poder ver a nuestro alrededor por la oscuridad de la noche sin estrellas. Sentí en mis piernas como la respiración de Miriam se agitaba. Estábamos sólo ya no había nadie quien nos pudiera defender.
    Mi miedo también aumentaba, pero me tranquilizaba el saber que nos habíamos enfrentado a los Oni y no podía haber algo peor que una pandilla de delincuentes.
    Gran error...
    De la oscuridad algo jalo a Miriam con una fuerza bruta y a mi me taparon los ojos y la boca cubriendo mi cara con una bolsa de plástico y también me arrastraron. Podía oír los gritos de Miriam cerca de mi, pero por más que gritara nadie la iba a salvar. Yo intentaba soltarme pero me tenían tan bien agarrado que era inútil toda lucha.
    Después de unos minutos pararon de arrastrarnos y me quitaron la bolsa de la cabeza y vi a Miriam sentada frente a mi pero la tumbaron y le abrieron la boca a la fuerza para hacer que se bebiera algo que salía de un galón para gasolina y después hicieron los mismo conmigo.
    No podía ver quien lo había hecho y pasando unos minutos me quedé dormido.

    Desperté acostado sobre hierba seca, vi a mi alrededor y hay estaba Miriam aún dormida. Tenía las manos atadas con una cuerda muy gruesa y un nudo muy apretado, intente desatarlo pero estaba muy bien hecho. me puse de pie y camine hasta Miriam para despertarla, la tuve que mover con el pie ya que no reaccionaba a mis llamados, ella también tenía las manos atadas y parecía que la hubieran puesto hay, en esa posición con un objetivo.
    —¿Qué pasó? —pregunto Miriam al despertarse con saliva cayendo de su boca.
    —no lo sé —conteste mientras veía a mi alrededor.
    Estábamos rodeados por un grueso follaje amarillento, las hierbas secas llegaban tan alto que necesitaba saltar para ver sobre ellas, pero aún así no lograba apreciar la magnitud del lugar ya que se extendía hasta donde la vista alcanzaba.
    —¿Sentiste lo mismo que yo anoche? —me pregunto Miriam algo nerviosa— ¿Sentiste como si nos observaran?
    —lo estaban haciendo —conteste, aunque siento que a estas alturas Yanes algo obvio—, alguien nos trajo acá.
    —y nos ató las manos —prosiguió ella.
    —Di algo menos obvio —conteste de mala gana.
    —hay un cuchillo tirado en el suelo...
    Tenía razón, en el suelo había un cuchillo, su cuchillo sin su funda rosa.
    —usémoslo para cortar la cuerda —le propuse a Miriam.
    —podrías proponer algo menos obvio —me contestó enojada y cuando la mire me sacó la lengua.
    —vale... primero corto tu nudo y luego tu cortas el mío, ¿Te parece?
    —claro —contestó—, sólo no me cortes una mano.
    —no lo haré —le dije—, necesitas las dos para cortar la cuerda, después de cortarla no te prometo nada.
    Me agache y tome el cuchillo, me costó al de trabajo pero lo logré agarrándolo por la punta. Miriam se volteó y empecé a cortar la cuerda hasta que cedió.
    —Te toca —le pase el cuchillo.
    Cerró los ojos y empezó a cortar, en el momento que la cuerda se rompió ella seguía cortando hasta que le detuve la mano y ella abrió los ojos.
    —nunca hagas eso con los ojos cerrados —le regañe—, puedes cortarme el dedo.
    —perdón —dijo mientras me entregaba el cuchillo.
    Ahora que nos habíamos librado no sabíamos que hacer o hacia donde ir. Nos quedamos un rato pensando hasta que Miriam por casualidad metió su mano en las bolsas de su pantalón intentando ocultarla de una brisa fría que peinaba las hierbas, de esta sacó un pequeño papel arrugado con algo escrito, intento leerlo pero no pudo así que me le dio para que lo viera. En el papel estaba escrito con una letra horrible y errores de ortografía algo como esto:

Lo qe nesesitan es escapar.
Por el día pueden intentar eskapar, pueden korrer, pero por la noche mas les vale eskonderce, ya qe a nozotros noz gusta casar nuesta qomida.
Por favor ebiten morir en una trampa, a nozotros noz gusta casar a nuestra qomida i no noz gusta comer qomida qe no emos matado nozotros.

    Mire a Miriam y estaba aterrada, que clase de juego de atrapadas era este, ¿cazar su comida?
    —¿Caníbales? —dejó escapar Miriam.
    —eso me temo —conteste con miedo arrugando el papel.
    —Van —me dijo aferrándose a mi brazo—, vámonos de aquí.

    Tomamos el camino hacia el norte o eso creo, no teníamos ninguna manera de guiarnos, no teníamos mochilas o un mapa, yo iba adelante de Miriam para ubicar las trampas del camino y encontré la primera cuando me tropecé y casi cayendo al suelo pero alcanzó a sostenerme y evitar que me cayera.
    —¿Estás bien? —me pregunto preocupada.
    —si, descuida —le conteste sonriendo para tranquilizarla.
    Busque por el suelo para encontrar con que me había tropezado y encontré un alambre algo grueso y tenso que estaba elevado a unos centímetros del suelo. Con la rama seca de un árbol quite las hojas secas del camino y vi que bajo las hojas había una cama de vidrios rotos y clavos oxidados, obviamente era una de las trampas que amenazaba la carta.
    Era ya casi medio día, o eso supongo ya que el sol estaba en su punto más alto, seguíamos caminando y no veíamos que este lugar terminará, incluso parecía que cada vez que avanzábamos el camino se hiciese más largo.
    —Miriam —le llame y ella me dirigió la mirada—, ¿Te sientes mejor?
    —si —me dijo con una sonrisa—, ya me siento mucho mejor, hace rato fue sólo el susto, pero se que saldremos de aquí, se que no nos pasará nada.
    Su visión optimista me sacó una sonrisa de los más profundo y a la vez un poco de sentimiento de ternura por su inocencia infantil. La mire a sus ojos y su color verde me perdió por un momento.
    —Van —me dijo moviendo sus dedos frente a mi para despejarme—, ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Tienes hambre?
    La verdad si, tengo hambre.
    —un poco —dije sobándome la panza.
    Estoy empezando a creer que nuestra hambre ya es algo muy utilizado en nuestra historia.
    —mira —dijo Miriam señalando más adelante del camino, convenientemente más adelante estaba tirada una mochila de tela sospechosamente puesta con el cierre abierto que dejaba ver unas latas dentro de ella—vamos a ver —dijo mientras corría hacia la mochila.
    —¡espera Miriam! —grite intentando detenerla pero fue inútil.
    Llegó corriendo a la mochila y la tomo.
    —¡mira Van! —me gritó— ¡Son latas de comida!
    No le pasó nada, no es que esperará que le pasará algo pero... no le pasó nada. Camine cuidadosa mente hacia ella pero al ver que me tardaba Miriam soltó la mochila y me arrastró hasta donde estaba ella.
    —mira —me volvió a decir mientras sacaba una lata y me la mostraba—, y otro papel —continuó muestras sacaba otro papel arrugado.
    Me lo paso mientras ella abría una lata.
    —no lo comas —le advertí.
    —pero esta cerrado, no creo que le hayan puesto algo sin abrirla.
    Tenía un buen punto. Desarrugue el papel y lo comencé a descifrar, decía algo como:

Probesho, no pueben uir con el estomajo basio, talves alguno de los doz penco qe avia una tranpa, pero les repito, noz guzta casar nuestra komida mas qe encontrarla coljada de un ardol o empalaba en alguna parte de nueztro jardin.

    Cuando mire a Miriam estaba comiendo una lata de atún con los dedos y al verme sacó un poco de atún y me ofreció.
    —no gracias —la rechace.
    —se que quieres —me dijo—, anda.
    Abrí la boca y Miriam me metió el dedo y me puso un poco de atún en la lengua, se oye asqueroso pero por el hambre no lo pareció tanto.
    Después de la comida Miriam continuó andando y yo la seguía de cerca, observaba cada detalle del camino intentando encontrar alguna trampa.
    La tarde empezaba a pasar lentamente mientras buscábamos una manera de salir de ahí. Durante la caminata use el cuchillo para desarmar varias trampas, algunas hacían que te tropezaras y cayeras en una cama mortal al igual que la primera, otras eran más elaboradas ya que hacían que una plancha llena de cuchillas fuera directo a tu cara, había otras no mortales pero hacían que quedaras atrapado esperando a la noche para que "ellos" te encontrarán.
    A lo lejos se observaba una pequeña casa en ruinas, justo la vimos en el momento que el ocaso empezaba colorear el cielo de un naranja precioso y traía consigo una brisa fresca que secaba el sudor de nuestras frentes.
    A decir verdad fue una caminata muy pesada el dirigirnos allá. Entramos a la casa para intentar pasar la noche escondidos. El lugar no tenía puertas, las ventanas estaban rotas y el interior estaba chamuscado debido a un fuego que nadie intento apagar y consumió gran parte de la casa. Dentro estaba oscuro y tenía ese típico hedor a abandono. Era una casa de dos plantas construidas con ladrillos, en la primera planta había dos habitaciones y un amplio pasillo donde había una escalera que se dirigía a la parte de arriba, ahí había tres habitaciones y un estrecho pasillo donde apenas cabía una persona. La escalera para subir estaba chueca y floja y las puertas sin bisagras estabas recargadas sobre sus marcos.
    La casa de útil sólo tenía el escondite para pasar la noche, mañana en la mañana subiríamos al techo para intentar observar hacia que lado dirigirnos para salir de este gran campo.
    La noche entró dejando ver una hermosa luna llena y un firmamento estrellado, la casa entera se lleno de silencio ya que ni siquiera los grillos cantaban pidiendo agua. Miriam y yo nos metimos en la última habitación del pasillo en el piso de arriba e intentamos poner la puerta como estaba antes para evitar sospechas de que estuviéramos por ahí.
Las horas parecían no tener fin y por primera vez desde que conocí a Miriam ella estaba en total silencio, no podía oír ni su respiración. Estábamos sentados uno frente al otro, viéndonos sin parpadear.
    La noche paso en silencio aunque bien iluminada por la luna, hasta que unas horas más tarde el sonido de un motor a lo lejos mató al tétrico silencio, este motor se acercaba a toda prisa por el camino, lo escuchábamos con total atención mientras yo le rogaba a Dios que el sonido se pasará de largo, pero al parecer no fui escuchado y el motor se apagó justo enfrente de la casa. Miriam se puso más pálida de lo que es y vi en sus ojos rojos por el sueño una expresión de completo pavor.
    —¿Serán ellos? —leí en sus labios que musitaron.
    Dos personas se bajaron del vehículo y rápidamente entraron a la casa, cuando entraron solo se oía estruendo ya que aventaban cosas como si buscarán algo, tal vez a nosotros.
    Después de algunos minutos unos pesados pasos empezaron a subir las escaleras y se detuvieron en el pasillo, donde Miriam y yo estábamos.
    La primera puerta cayó y la persona entró a la habitación causando el mismo estruendo que abajo. Los pesados pasos salieron de la habitación y se acercaron a la segunda puerta, pero antes de tirarla alguien hablo.
    —hermano, ya vámonos, tengo sueño y hambre y mamá hizo sopa con arroz —dijo una voz torpe y perezosa.
    —necesitamos encontrar a esos dos —siseo una voz totalmente opuesto a la primera.
    —no creo que estén aquí hermano, no creo que sean tan idiotas como para meterse en el primer lugar que parezca seguro —contestó la primera voz seguido de un gran bostezo.
    —tienes razón hermano, se ven más listos que eso, y yo que ya me saboreaba la carne blanca de la chica.
    —no creo que sea muy sabrosa, debe de tener mucha grasa con esos pechos.
    Al oír eso Miriam se cruzó de brazos y se tapó el pecho.
    —pero no hablo de comerme a la chica —balbuceo la segunda voz y seguido de eso soltó una risa asquerosa y depravada.
    —papá se va a enojar si se entera que tienes esos pensamientos con alguien que no es de la familia.
    —pero papá no se tiene que enterar, ¿O si? —dijo con tono amenazante la segunda voz.
    —no, descuida... no lo sabrá.
    Después de su plática ambos pareció olvidar su búsqueda bajando y yéndose. El motor se estaba alejando cada vez más hasta que se dejó de oír, dejándonos solos a Miriam y a mi, bueno no totalmente solos ya que nos dejó con un miedo creciente y a su vez tenía el miedo de que nuestra insanidad también lo hiciera.
    Miriam se dirigió al centro de la habitación y se sentó sin decir nada, sin hacer nada más que sentarse en silencio dándole la espalda a la puerta.

PERFECT [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora