Cuando era muy niña —empezó a contarme—, unos nueve u ocho años atrás, teníamos una bomba de agua, que sacaba está de un pozo y la llevaba a nuestra casa, estaba a unos dos kilómetros, a menudo está se descomponía o la gente la descomponía para molestarnos, eso era casi cada tres días.
Una tarde mi padre se plantó junto a mi, con sus herramientas en una mano y mis zapatos es otra, la bomba no servía y mi mamá no podía hacer la comida.
—vas a tener que ayudarme a arreglar la bomba —recuerdo que me lo dijo, pero en Franco, claramente—, ya no queda agua, y tu mamá no puede hacer la comida, y tampoco podemos bañarnos o usar el baño.
—pero papa —le repuse a mi papá, no quería ir la verdad, en esa época empezaba a estudiar español y estaba a la mitad de una de mis clases.
—Miriam, acompaña a tu padre —me dijo mi mamá, con su voz tan calmada como siempre, llevando de la entrada a la cocina unas bolsas de azúcar y café—, para que tú un día aprendas a hacerlo sola.
—pero Ma —le repuse ahora a mi madre—, no quiero ir, aparte él siempre ha hecho eso solo, ¿Por qué necesitaría mi ayuda ahorita?
—vamos Miriam —recuerdo que me dijo mi padre con dulzura, me tenía mucha paciencia, yo ya me hubiera partido la cara por esa respuesta, cuando era pequeña era muy grosera—, mira vamos y cuando regresemos comemos algo, ¿Qué te parece dulce de arroz?
El dulce de arroz cuando era niña era mi debilidad, era arroz tostado, con chocolate espolvoreado y con un poco de leche azucarada, donde vivo se come caliente, digo, casi todo el año estamos cubiertos de agua y cuando no, es porqué la lluvia se transformó en nieve, pero a mí me gustaba frío; cuando mi mamá lo preparaba normalmente lo dejaba unos minutos cerca de la ventana para que se enfriará.
Sin poder resistirme salimos de mi casa y me fui con mi papá en la camioneta, recuerdo que nos pasamos todo el camino (que siempre me mentía, no eran siete minutos, eran como cincuenta) escuchando música en el radio, también recuerdo cómo las herramientas hacían mucho ruido en el cajón de atrás. Nos tardamos un poco más en llegar, ya que había llovido mucho en esa época y mi papá manejaba lento para no accidentarnos.
Cuando llegamos las cadenas que cerraban la puerta de la reja que protegía la bomba habían desaparecido y adentro también habían desaparecido algunas cosas, algunos tubos de cobre y otras cosas.
—me lleva —me dijo mi padre al ver los tubos que faltaban—, esta gente tanta hambre tiene que se roba unos tubos de cobre por unas cuantas monedas… lo bueno es que traigo algunos extra, espérame aquí, voy por ellos.
Por aquellas épocas había el rumor de un extraño felino que se comía el ganado de la gente del pueblo, digo pueblo porqué no sé cómo denominar a quince familias que viven a unos dos kilómetros entre sí y van a comprar todo lo que necesitan a una misma ferretería. Decían que era un gran gato que se paseaba por entre los árboles buscando una presa que comer.
Mi padre regreso con todo lo necesario, tubos, pegamento y nos pusimos a trabajar, yo lo ayudaba como podía, sostenía los tubos, le abría el pegamento o le pasaba la herramienta que ocupaba.
—Miri, pásame el soplete, ¿puedes? —me pidió sosteniendo el tubo para que no se cayera mientras en su boca tenía un pequeño trapo que hacía que su voz sonara algo extraña— está allá en la camioneta.
—claro —le conteste.
Me puse de pie y me dirigí hacia la camioneta, el soplete estaba en los parte de atrás, en una caja escondida bajo unas lonas que mi padre había puesto. Estaba muy pequeña así que casi tenía que subirme a la llanta para alcanzar la caja y poder darle la herramienta a mi papá. La busque y la busque por unos segundos y no la encontré, así que le dije a mi papá.
—yo recuerdo haberla echado en caja —me grito soltando el tubo con la esperanza de que no se cayera, pero lo hizo—. Espera, ya voy yo a buscarlo.
No te miento si te digo que no oí nada extraño en el tiempo que había estado buscando lo que mi papá me pidió, no oí nada hasta que ya fue muy tarde. Lo único que recuerdo es como algo muy fuerte me empujo al suelo, como ese algo me cargó y me llevo con él, lo único que recuerdo es como oía gritar a mi papá mientras eso me arrastraba.
Me llevo así por unos diez minutos hasta que se detuvo en un claro y me soltó, caí al suelo y empezó a jugar conmigo arañándome todo el cuerpo, a rasgar mi ropa, mi padre dice que me encontraron por la enorme mancha carmesí en la poca nieve del suelo. Cuando las cosas se estaban empezando a poner peor, si eso era posible, algo me quito de encima a esa cosa.
Ni yo, ni los que ayudaron a mi padre a buscarme saben que paso. Según lo que me contaron uno de los hombres de pueblo que ayudo a buscarme, me encontró pero no estaba sola, según ese hombre yo estaba rodeada de pequeñas crías de lobos que lamian mis heridas y se acurrucaban conmigo, y alrededor de estos había enormes lobos adultos que se lamian las herida, algunos tenían enormes rasguños o enormes mordidas.
Después se empezó a extender el rumor de la que pequeña niña que había sido salvada por una manada de lobos; luego de eso el felino que según mi papá me llevo, jamás volvió a aparecer, muchos dicen que los lobos lo mataron y muchos se los agradecen.
Yo estaba tan mal, tenía el cuerpo destrozado, mordido, arañado, hay quien dice que incluso parcialmente comido. Esa cosa era tan fuerte que me rompió las costillas y algunas me estaban perforando la piel o los pulmones así que tuvieron que intervenirme con una cirugía para arreglar mis costillas y evitar que me perforaran algo más.
No recuerdo nada más después de la cirugía sólo que un doctor me vendo todo el cuerpo, y le dio a mis padres una crema que me tenían que poner todas las noches después de mis baños, la crema era para aliviar el dolor del los rasguños y poder disminuir la intensidad de las cicatrices, era una crema costosa y mis padres no podían solventarla, así que compraban lo suficiente como para ayudar a curar las heridas de mis brazos, cara, cuello. En esa época recuerdo que mis padres me obligaban a traer el pelo corto, para que mis heridas no se infectaran o algo así, odie tener el pelo corto y jure que cundo lo pudiera volver a tener largo jamás me lo cortaría hasta que algo lo ameritara.
Y bien, ahora conoces la historia de todas mis cicatrices.
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PERFECT [Terminado]
AçãoVan, un chico de 18 años que nació en un país sin gobierno sumido en una guerra eterna por la supervivencia de cada individuo, se ve metido en la búsqueda de una chica extranjera llamada Miriam que quiere regresar a su país pasando la mortal fronter...