CAPITULO L: Miriam y su patria.

15 1 0
                                    

Último capítulo.
Desperté viendo un techo desconocido, apenas podía abrir los ojos por la cara tan hinchada que tenía, el cuarto donde estaba era iluminado por una luz natural que venía de la ventana a un costado de la cama. Me dolía mover cada articulación de mi cuerpo, apenas podía respirar sin que me dolieran las costillas y aún quería seguir durmiendo pero me interrumpió el sonido de la puerta abriéndose.
Voltee a ver quien entraba y me topé con un hombre de más o menos unos cuarenta años, era difícil de descifrar ya que su pelo blanco podían ser fácilmente canas o su color natural.
-oh, despertaste -me dijo sorprendido al ver que estaba sentado en la cama-, ¿Sabes tu nombre? ¿Tu edad? ¿Sabes donde estas y por qué estás aquí?
-me llamo Van Crespo -empecé a contestar sus interrogantes-, tengo dieciocho... No, diecinueve, no se donde estoy y creo que estoy aquí por que casi me muero rescatando a Miriam -cuando dije su nombre recordé que no se movía cuando yo me desmaye mientras Roran nos sacaba a rastras de ese lugar-... ¡Miriam!
-la Misselle Marstone se encuentra bien -me contestó aquel hombre checando unos papeles que estaban sobre una mesa-, no te preocupes por eso.
Ese está bien me alivio bastante, por que significa que no está muerta, ¿Verdad?
-¿Despertó? -pregunto Roran entrando por la puerta, se veía cansado con unas ojeras más grandes que las mías- Van, que bien que despiertas -dijo y se acercó a mi para tomar mi mano.
Fue algo extraño que no puedo obviar.
-¿Dónde está Miriam? -le pregunté rápidamente.
-está en el cuarto de a lado -me contestó-, no te preocupes, esta fuera de peligro, aunque...
-¿Qué pasó? -le pregunté preocupándome al ver su expresión.
-estoy bien -contesto Miriam entrando por la puerta en una silla de ruedas que impulsaba ella misma.
Atrás de ella venía una chica con algunos mechones blancos.
-waittenz, Misselle Marstone -le dijo intentando detener su silla.
-leaiss mey, je'm bine-le dijo Miriam en voz alta pegándole en la mano con la que buscaba detenerla.
Se veía tan diferente, sus heridas aún no terminaban de sanar pero se veía linda vestida con una bata blanca, la principal cosa por la que se veía diferente era su pelo que había cambiado de una larga melena rebelde a un pelo corto que caía como cortina hasta sus hombros, al verme sonrió.
-despertaste -me dijo sin borrar su sonrisa de oreja a oreja, tan dulce.
-si -le conteste devolviéndole la sonrisa.
Sus pierna estaban cubiertas por una manta blanca de la cual sobresalían unos extraños relieves.
-¿Cómo está tu pierna? -le pregunté esperando no verme impertinente.
-pues -me contestó retirando la manta con delicadeza-... ve lo tu mismo.
Su pierna no estaba totalmente curada, aún se podía ver las marcas de los dientes de la trampa de oso y estaba rodeada por una estructura metálica muy delicada que se ceñía a su pierna.
-ouh -me dije sin encontrar otra palabra para demostrar mi asombro.
-lo se -me contestó algo decaída, no quería hacerla sentir así-... los metales son para que mi pierna no se parta, la fractura no sano debidamente y dejó mi hueso muy débil, creo que ya no voy a poder usar vestidos ni pantalones ceñidos -me dijo señalando los metales.
-tal vez te podamos quitar la estructura en un año -interrumpió el doctor sin despegar los ojos de esos papeles-, te dejará una cicatriz, pero se puede quitar con cirugía.
-no me gusta la idea de más cirugías -le dijo Miriam con un tono muy delicado en voz.
-creo que es muy temprano para pensar en eso -le dije mientras le tomaba su mano que descansaba en sus piernas-. Me alegra tanto verte -le dije apretándole fuerte su mano, intente soltarla después de eso pero ella entrelazo sus dedos con los míos atrapandome.
-igualmente -me contestó.
Aunque lo decía no puedo evitar pensar que se siente mal, triste, su mirada lo reflejaba cada que veía su pierna mutilada y soltaba un suspiro.
-¿dónde estamos? -le pregunté al aire esperando que alguien me contestará.
-en la embajada -me contestó Roran-, ella me dijo que los trajera aquí -dijo señalando a Miriam que no me soltaba la mano.
-cuando llegamos nos atendieron rápido -empezó a contarme Miriam-, pero fue cosas muy básicas, detener sangrados, desinfección de heridas, cosas así, pero tuvieron que traer médicos directo de Colony para tratar mi pierna o tu golpe en la cabeza.
-¿Trajeron doctores? -le pregunté a Miriam sorprendido.
-si, bueno -me siguió contando-... vinieron con todas las personas que mandaron para recogerme, sólo esperábamos que despertaras.
-¿Recogerte? -le pregunté y casi inmediatamente caí en lo que estaba pasando, ya había acabado mi viaje, ya la había entregado en su país.
-si -me contestó dando un bajón casi de inmediato-... pero no te preocupes, traen tu dinero, el que te prometí, mis padres hicieron unas llamadas a mi hermana y pudieron conseguirte todo el dinero.
-¿Enserio? -oír eso me sacó de un pequeño trance en el que me había metido al no creer que mi viaje había acabado.
-si -me contestó Miriam-, sólo esperamos a que te recuperaras.
-¿Cuánto tiempo dormí? -le pregunté y empezó a contar con los dedos.
-tres días -me contestó el doctor con una voz irritada-, podrías dejar de hacer preguntas, me pones de nervios.
-perdón -me disculpe agachando la cabeza.
-mínimo necesitamos otros tres días para hacerte unos estudios -me empezó a explicar el doctor recargandose de una mesa- y para saber si puedes caminar, es importante caminar para que regreses a tu casa.
Tengo que admitir que me alegro mucho oír eso, regresar a mi casa, con tanto dinero y con tantas historias que contar, creo que ahora seré yo quien aburra a Prime por las tardes.
Con mi sonrisa voltee a ver a Miriam quien me la borro casi de inmediato cuando vi una mirada triste y decaida.
-¿Miriam? -le pregunté.
-no es nada -me contestó y le pidió a aquella chica que la esperaba que la ayudará a regresar a su cuarto, creo saber que le pasa.

PERFECT [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora