-Capítulo 14: Vendas y ungüentos

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Al día siguiente las chicas hicieron como si no hubiera pasado nada y fueron a trabajar como un día cualquiera, pero más contentas de lo normal, ya que esperaban desde hace mucho que hubieran pacientes corredores. Estaban más decididas que nunca a relacionarse con los corredores para ganarse su afecto, y así quizás conseguirían ser corredoras. Seguían hablando y siendo simpáticas con Jeff y Clint, pero todos sabían que ya no era lo mismo. Así que los nueve clarianos (los 2 corredores, los cinco amigos y las dos chicas) se dirigieron hacia la Hacienda, pero el ambiente era tan tenso que se podía cortar con un cuchillo. Nadie miraba a nadie y nadie hablaba con nadie, tan solo pensaban en llegar a la Hacienda lo más rápido posible

Al llegar, el grupo de cinco se metió en una sala.

- Chicas, -les dijo Jeff antes de que pudieran entrar en la misma sala que ellos- creo que es mejor que esos larchos estén en una habitación diferente, ya sabemos cómo podría acabar.

Las chicas asintieron y acompañaron a Thomas y a Minho a la sala de al lado.

Mientras los chicos esperaban sentados en unas camillas, Ada e Idoia iban arriba y abajo cogiendo vendas y ungüentos de toda clase y los iban colocando en una mesa.

- Ya os vale, chicos... -iba renegando Idoia- ¿A quién se le ocurre? De verdad...

Ada, que ya había acabado de coger lo que necesitaba, se acercó a Thomas y empezó a examinar los golpes y morados que tenía.

- Tienes muchos golpes... Pero por suerte son pequeños, -decía Ada, mientras le esparcía ungüentos y le colocaba cosas frías en ellos.- en unos días habrán desaparecido.

- Creo que uno de esos golpes se lo he dado yo. -dijo Minho a quien Idoia, que también había acabado de coger el material, estaba vendando las manos rojas de tantos golpes que había dado y recibido.- Era un momento de adrenalina y éramos cinco contra dos, así que yo iba asestando golpes a todo lo que me encontraba por el camino.

Aunque se le notaba un toque cansado en la voz, tenía un tono divertido y animado.

Pasaron un buen rato así, curando moratones y vendando heridas. Las chicas trataban de estar serias y parecer "profesionales" en el trabajo delante de los chicos, pero toda esa seriedad y calma se rompía cuando debían curar alguna herida en los abdominales o en la espalda de ellos. De todas maneras, no se notó demasiado, simplemente se miraban entre ellas y reían bajito, disimuladamente.

Cuando Idoia y Ada dieron su trabajo por finalizado, dos de los clarianos vinieron a buscarlos para llevarlos al Hoyo, pues debían estar allí hasta el siguiente día como castigo. A ellas no les permitieron acompañarlos al hoyo, pues ya se había hecho tarde y debían ir trabajar, como el resto de clarianos. Sin embargo, Ada e Idoia no necesitaban siquiera consultarlo entre ellas, tenían claro que los iban a ir a ver, después de todo, ellos eran sus únicos amigos, a parte de Newt, pero él estaba demasiado ocupado en las horas puntas recibiendo a los clarianos.

Mientras Ada e Idoia se dirigían (unas horas más tarde para asegurarse de que el resto estaban trabajando) hacia el hoyo, pensaron en que, por culpa de la pelea, Minho y Thomas no habían podido cenar, así que decidieron traerles algo de comida. El único inconveniente es que la tenían que robar de la cocina y sabían que Fritanga le tenía mucho aprecio a su comida.

No tenían tiempo que perder, así que ellas se dirigieron sigilosamente a la cocina justo cuando el cocinero, Fritanga, estaba en su tiempo libre.

- Corre, tú cogela y yo vigilo- dijo Idoia

- De acuerdo, pero si viene alguien avisa.

- Sí, pero date prisa, no tengo ganas de que nos metan en el hoyo a nosotras por ladronas.

Ada entró en la cocina con una manta, en la que planeaba esconder la comida

- Corre, se acerca alguien- dijo Idoia alarmada.- ¡Y creo que es Fritanga!

- Voy voy, solo me falta coger un par de manzanas.

- ¡Ada, que está muy cerca! ¿Qué hacemos?- Idoia empezó a morderse las uñas de los nervios que cundían en la cocina.

- No se, ves y distráele, ya buscaré la manera de salir, te veo a dos metros del hoyo- dijo Ada en un tono nervioso

- ¿Distraerle? ¿Pero cómo? -Idoia estaba de los nervios, pero Ada ya se había adentrado entre los armarios de la cocina.

Fritanga se iba acercando, y Idoia pensó que si se la encontraba en la puerta de la cocina sería demasiado sospechoso, aunque la pobre ya no podía pensar con claridad. Se giró un momento a ver si Ada estaba escondida por completo y... 

El corredor del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora