Capitulo 2: La llegada

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Cuando la caja al fin llegó a su destino, un grupo de numerosos muchachos se acercaron a ella, rodeándola con rostros de intriga y preocupación. Uno de ellos se acercó más que el resto. Con movimientos que parecían premeditados, el chico, de pelo rubio, abrió la caja y saltó a su interior.

- Son... Son dos chicas. -dijo él, confuso.

El silencio sepulcral que invadía aquel lugar se rompió en pequeños murmullos de los chicos preguntando cosas como: ¿Están buenas?, ¿Qué edad tienen?, ¿Están dormidas?, entre otras.

El chico rubio intentó controlar el momento y se dispuso a leer el contenido de la nota tirada en el suelo: <Teresa era solo una simple advertencia, ellas son la clave final>, y, al acabar de pronunciar esa última palabra, se desató una serie de m...

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El chico rubio intentó controlar el momento y se dispuso a leer el contenido de la nota tirada en el suelo: <Teresa era solo una simple advertencia, ellas son la clave final>, y, al acabar de pronunciar esa última palabra, se desató una serie de murmullos mucho mayores a los anteriores; unos preguntaban el significado de CLAVE FINAL,y otros se disponían a esperar alguna respuesta por parte del chico rubio.

Éste decidió que lo mejor sería llevarlas con los mediqueros y que ellos las cuidaran hasta que despertasen, igual que hicieron con Teresa. Llamó a otros dos de los clarianos, altos y corpulentos, que bajaron de un salto al interior de la gran caja de metal.

Pero para la sorpresa de ellos, las chicas ya se habían despertado. Estaban asustadas, pero como no tenían ningún lugar en el que esconderse allí dentro tuvieron que soportar las miradas curiosas de todos aquellos chicos, que se iban aproximando cada vez más. Pero las chicas no querían hablar con nadie, pues estaban demasiado ocupadas en intentar recordar alguna cosa anterior a ese momento, aunque los esfuerzos eran en vano. Mientras el chico rubio iba dando indicaciones a todos sobre qué hacer, los dos clarianos que habían saltado dentro de la caja tendieron una mano a las chicas para ayudarlas a subir y, a continuación, ayudarlas a salir de la caja.

A pesar de no conocer a nadie, las dos chicas sentían una curiosa confianza únicamente hacia el chico rubio.

Hola, soy Newt- dijo éste, con una voz entrañable

El corredor del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora