Capítulo 26: Al menos es algo.

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A la mañana siguiente, Ada madrugó más temprano que nunca, porque los corredores se despertaban pronto para prepararse antes de que se abrieran las puertas.

La chica se tomó unos segundos para respirar y, cuando se levantó de la cama, dio por comenzado su primer día como corredora. Se vistió y llenó su mochila con provisiones y otras cosas que veía útiles. Al acabar, se colocó delante de la puerta norte, donde empezó a calentar hasta que llegaron los otros corredores. Harían pequeños grupos y ella iría con Minho y Thomas, para que le enseñaran.

- ¿Nerviosa? -le preguntó Thomas.

- Ni te lo imaginas.

- No tienes de qué preocuparte. No te pasará nada malo mientras estés con nosotros dos, los corredores más fuertes y valientes de todo el Claro. -le sonrió Minho.

Fue entonces cuando las puertas se abrieron y empezaron a correr. Ada, sin ser del todo consciente de lo que hacía, corrió hacia el interior del Laberinto detrás de Minho y Thomas.

Idoia, por su parte, se levantó un par de horas más tarde. Se le hizo extremadamente raro despertar y no encontrar a Ada en la hamaca de al lado.

Idoia se dirigió hacia la Hacienda, al comedor para desayunar y después ir a trabajar, ya que ella seguía siendo mediquera.

Además, desde el comportamiento de Gally del día anterior Idoia lo notaba un poco raro e incómodo, y el hecho de no tener a Ada cerca y no poder verla hasta la noche la ponía bastante nerviosa. Así que engulló rápido su desayuno bajo la mirada curiosa de Newt y Chuck y se fue a trabajar.

De mientras, en el Laberinto, Ada seguía corriendo y, aunque trataba de memorizar el recorrido que hacían, le resultaba muy difícil. Hicieron pequeñas pausas para que Ada fuese descansando y se fuese acostumbrando, aunque ya había estado entrenando en el Claro días antes.

- ¿Seguro que podemos comer tranquilos, Minho? -le preguntó Ada, en una de las pausas.

- Completamente. Tenéis unos diez minutos. Este recorrido lo hago en tres horas, pero he contado cuatro esta vez porque no tienes tanta práctica, así que no te preocupes. Tendremos cuatro horas más para volver.

- ¿Cómo estás? -preguntó Thomas, mientras prácticamente engullía su comida.

- Pues muy cansada, ha habido momentos en los que creía que no podría más.

- Pero has aguantado muy bien. -le sonrió Thomas.

Durante ese descanso para comer estuvieron callados, básicamente porque no disponían de tanto tiempo.

- De acuerdo. -dijo Minho mientras se levantaba. A diferencia de los otros dos, Minho parecía completamente descansado. -Es hora de irnos, a no ser que prefiráis pasar la noche aquí encerrados y, por experiencia, os digo que no es agradable. Tú ya lo sabes, Thomas.

- Pues a mí me gustó nuestra noche romántica en el Laberinto. -se burló él, mientras Ada soltaba una pequeña carcajada

- Sí, si consideras romántico que nos persiguieran bichos metálicos enormes y babosos.

Y, riendo, empezaron a correr de nuevo de vuelta al Claro.

Idoia, en el Claro, tenía poco trabajo aquel día como mediquera. Curó a un constructor que se había cortado al cortar madera y poca cosa más. Así que se fue a dar una vuelta por el Claro para ver cómo estaban los otros trabajos. Estuvo un tiempo con Chuck, y le ayudó a tender la ropa que justo acababa de lavar ya que se le veía un poco estresado. También estuvo parte de la mañana con los constructores, donde se encontró con Gally.

- Buenos días, Idoia -le saludó Gally.- ¿Quieres que te enseñemos a construir algo? Ya que estás aquí...

- No, tranquilo. No me hace falta

- ¿Y eso?

- Porque cuando salgamos de aquí y estemos en el mundo real, tú construirás mi casa. Así que no necesito saber hacerlo -rió Idoia.

- Yo no tendría ningún problema.

Él le seguía el juego, pero como en un rato el ambiente se volvió un poco raro, Idoia decidió ir a ver a Fritanga, el cocinero. Cuando por fin llegó a las cocinas, Idoia oyó una voz familiar, así que se escondió detrás de una pared para que no la vieran.

- Nos queda poca carne a parte de la que tenemos en las granjas, y las cosechas tardan demasiado -decía Fritanga, preocupado.- Y desde que llegaron las dos chicas la caja no ha vuelto a bajar y ya no nos traen los suministros semanales.

- De acuerdo- dijo al que Idoia había reconocido como Newt. - Y contando con que damos lo básico a cada clariano y ahorramos toda la comida posible... Si seguimos así, ¿para cuánto tenemos?

- Para dos meses, no más. -contestó el cocinero.

- ¿Cómo que dos meses? -Idoia no había podido evitarlo y había salido de su escondite para asegurarse de que lo que había oído era verdad.

- Idoia...- dijo Newt, acercándose a ella lentamente para calmarla.- Lo siento... Pero nadie debe saberlo. Ya tienen todos suficientes problemas. Prométeme que no dirás nada.

Idoia simplemente se limitó a asentir y dejó que Newt la abrazara. Cuando decidió que ya había tenido suficiente por aquel día, volvió a la enfermería, donde Jeff y Clint la esperaban, se les veía bastante apurados y nerviosos.

- Idoia -dijo Jeff.- En principio no te íbamos a decir nada, pero necesitamos que nos ayudes con un paciente, nosotros solos no somos suficiente.

- Y ya llevas como mediquera suficiente tiempo como para poder ayudarnos. -añadió Clint.

Los mediqueros guiaron a la chica hasta una habitación. Cuando Idoia entró se horrorizó.

Era Alby. Desde que le habían picado no había vuelto a ser el mismo. Tenía heridas y moratones por todo el cuerpo por los espasmos que le daban; lo ojos hinchados ya que probablemente había estado llorando, y su voz era ronca por todo lo que había chillado. Los mediqueros, según le explicaron, ya le estaban tratando.

- Los creadores nos enviaban unas medicinas, que resultaron poder tratar a aquellas personas que habían pasado por El Cambio. -dijo Jeff.

- Con la mayoría funcionó, como con Gally.

Idoia no se creía lo que había dicho Clint. ¿Cómo era que no sabía que habían picado a Gally?

- Ya le estamos tratando a Alby, y parece que funciona, pero igualmente necesitamos vigilarlo las 24h y por eso te necesitamos, si somos tres será más fácil.-le dijo Jeff.

- Claro, ya me quedo yo ahora. -les dijo ella, y los chicos se marcharon.

Idoia le puso ungüento en algunas heridas y, cuando acabó, se sentó a su lado.

- Alby -él estaba ausente, parecía que no la oyese pero Idoia sabía que sí que lo hacía. - No sé qué habrás visto o recordado, pero debes confiar en nosotros, en todos nosotros. -Alby seguía mirando a la nada- Te estamos tratando, y te pondrás bien. Te lo prometo.

Idoia se sentía impotente, Alby era la última persona que merecía pasar por todo aquello, no con todo lo que había hecho él por todos los clarianos.

- Los corredores encontrarán la salida, y podremos vivir fuera de aquí. Sólo tienes que ser fuerte y aguantar un poco más- Idoia notaba cómo se le iban humedeciendo los ojos.- Eres un ejemplo a seguir para todos nosotros y sin ti estamos muy perdidos. Por eso no debes rendirte todavía. Y estoy segura de que si necesitas cualquier cosa todos los clarianos están dispuestos a ayudarte. Has hecho muchas cosas por todos nosotros y por eso no nos puedes dejar todavía, tienes que volver a ser tú.

Alby, aunque no dijo nada, la miró por primera vez a los ojos e hizo una mueca, que probablemente había sido un intento de sonrisa. <<Al menos es algo>>, pensó Idoia, y se quedó sentada a su lado hasta que el líder se durmió.

El corredor del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora