Capítulo 24: Fuerza

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La tarde se les hizo bastante pesada, a pesar del descanso que había supuesto aquella mañana. En cuanto el sol se empezara a esconder, una gran y pesante decisión tendría lugar, y la noche no parecía llegar nunca. Las chicas sabían que, pasara lo que pasara, una saldría ganando y la otra perdiendo, lo que no sabían era quien era cual.

Tras varias horas que parecieron interminables, Minho reunió a todos los que seguían como participantes para empezar la prueba final. Explicó que se evaluaría de manera diferente y que no se trataba de ganar. La prueba tenía tres partes.

Fueron al borde del bosque para empezar la primera.

- Muy bien, pingajos. -empezó a decir Minho.- Tenéis que llevar cinco troncos hasta la otra punta del Claro. Los troncos son muy grandes y pesados y, si os doy un consejo, no se trata de con qué rapidez los llevéis. Pensad en la mejor manera y llevarla a cabo, pero no podéis utilizar material extra.

La señal que marcaba que podían empezar resonó por todo el Claro y empezó el movimiento.

Había gente que intentaba llevar los troncos de dos en dos, intentando ir lo más rápido posible, pero estos eran demasiado grandes y pesados y enseguida se caían o no podían más con ellos y perdían todas las fuerzas en un solo viaje.

Hubo uno, ya desesperado, que intentó llevar los cinco de golpe encima, sólo para demostrar de qué era capaz, pero a los diez pasos cayó, torciéndose un tobillo, y tuvo que retirarse de las pruebas.

Ada e Idoia se tomaron su tiempo para pensar cómo iban a llevar aquellos troncos, sabían que precipitarse sólo les causaría problemas. Observaron la manera de trabajar de los otros clarianos. La mayoría llevaban los troncos bajo los brazos, y la mayoría acababa rendido.

Ada fue la primera en actuar, tenía algo en mente pero iba a tardar un poco, así que empezó enseguida. Puso los troncos de manera paralela y los empezó a hacer rodar, los cinco a la vez. A pesar de lo mucho que pesaban, hizo un gran esfuerzo, y iba rodando un tronco por encima de los demás para ponerlo delante de todo, y así consecutivamente. Recordó que, cuando ella e Idoia habían hecho el día de prueba como constructoras, hubo un clariano que llevaba así la madera.

Aunque tardó bastante y varios clarianos habían acabado ya, Ada completó su prueba sin cansarse tanto como los otros clarianos. Había buscado una manera alternativa de usar su fuerza.

En cuanto Ada empezó a moverse, Idoia tuvo el instinto de coger el tronco de la misma manera en que cogerías a un bebé o a un niño: cargándolo en brazos por delante del pecho pero equilibrando el peso del tronco en ambos brazos, de manera que ese equilibrio le facilitara correr. Como eran muy pesados, los llevó de uno en uno, lo que le hizo perder un poco de tiempo, pero aquello era una prueba de fuerza, no de rapidez. A pesar de que los otros clarianos parecían estar muchísimo más fuertes por constitución, Idoia se sintió orgullosa de no haber llegado de las últimas.

Los participantes, muertos de cansancio, se reunieron alrededor de Minho esperando los resultados de la prueba, pero al parecer estos no se revelarían hasta el final, ya que habían más cosas que valorar.

- Muy bien, larchos. Excepto un par todos habéis superado la prueba con un tiempo más o menos bueno. -los felicitó Minho.- En la siguiente prueba lucharéis contra un corredor. De nuevo repito que no tratéis de demostrar que podéis ganar.

Empezaron asignar a cada participante un corredor acorde con la fuerza que habían mostrado en la prueba de los troncos. Estuvieron un par de minutos hasta que sólo quedaban por decidir Ada e Idoia.

- Como en el transporte de los troncos Idoia ha demostrado tener algo más de fuerza que Ada, Idoia luchará contra mí y Ada contra Thomas. ¿Lo habéis entendido todos? -los participantes asintieron, aunque no muy convencidos.- Pues venga, a luchar.

El corredor del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora