Capítulo 27: No será...

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Mientras tanto, las cosas en el laberinto habían cambiado un poco, ya que Minho tuvo que abandonar el recorrido planeado porque uno de los corredores se había lesionado, y al escuchar el alarmante alarido del corredor, Minho se dispuso a buscarlo y ayudarlo.

De mientras Thomas y Ada seguían corriendo por donde habían pasado previamente, en busca del camino de vuelta, tal como les había indicado Minho.

Al cabo de unos diez minutos que resultaron ser interminables, algo hizo que Ada y Thomas se pararan en seco, justo en un pasillo que se dividía en otros dos pasillos más, y no fue nada más ni nada menos que un extraño sonido que provenía de los alrededores.

-¿Has oído eso?- dijo Ada preocupada.

-Por supuesto, y no creo que sea algo bueno- aclaró Thomas

-No será...-susurró Ada temiendo la respuesta de Thomas en ese momento.

-En efecto- Dijo Thomas con una frialdad que hizo que la preocupación invadiera el cuerpo exhausto de Ada.

En ese momento las cosas que pasaron iban sobre la marcha, Thomas obligó a Ada a quedarse quieta en ese momento mientras él iba por el saliente derecho del pasillo hacia dónde provenían los estrepitosos sonidos de dicho lacerador.

Al pasar 2 minutos y ver que Thomas no regresaba, Ada sintió el impulso de hacer algo,así que cuando el noveno grito de aquella máquina sonó, Ada decidió adentrarse al camino de la izquierda. Pues los sonidos provenían más fuertes y pensó que quizás Thomas estaba por la izquierda en ese momento.

Ada vagó un rato más por los pasillos, intentando buscar alguna marca que le dijese que Thomas había estado por allí. Entonces, Ada lo encontró, pero no a quién ella estaba buscando exactamente.

Fue cuando Thomas caminaba por los pasillos cuando escuchó otro grito, éste mucho más agudo y humano. No tardó ni diez segundos en percatarse de que la que gritaba era Ada, y salió corriendo en su busca.

Cuando Thomas empezaba a desesperarse al no encontrar a Ada pese a sus gritos cada vez más cercanos, vio al final de ese largo pasillo a un lacerador. Thomas se fue a esconder tras un muro, pero sin perderlo de vista. Entonces, de reojo vio algo moverse cerca del lacerador, y por intuición supo que se trataba de Ada. Además, el grito que dio ésta a continuación aclaró sus dudas.

De inmediato su instinto fue correr hacia el lacerador, aunque sabía que en ese momento utilizar su fuerza sería inútil.

El lacerador no perdió tiempo alguno y agarró con su brazo metálico por la cintura a Ada, que en ese momento se balanceaba de un lado a otro desesperada por salir de ahí. En cuanto Ada vio a Thomas acercarse, las lágrimas de alivio le empezaron a recorrer todo su rostro, pues de alguna manera se encontraba más segura sabiendo que Thomas estaba ahí.

Minho, por su parte, llegó al Claro junto con el clariano lesionado, éste se apoyaba en el hombro de Minho mientras intentaban avanzar. En cuanto Idoia los vio entrar por las puertas, se acercó enseguida a comprobar si estaban bien.

- Idoia...- empezó a decir Minho, pero estaba exhausto.

- ¿Qué ha pasado? ¿Está lesionado? -preguntó ella examinando al corredor herido. - ¡Jeff, Clint! Llevadlo a la Hacienda enseguida me ocuparé de él. ¿Tú estás bien, Minho?

- Sí, estoy bien. ¿Y Thomas y Ada? Les dije que siguieran el camino planeado pero los he perdido. Pensé que igual habían vuelto al Claro ya. -a Minho se le podía ver la preocupación reflejada en el rostro.

- Minho, -dijo Idoia, aunque su cara reflejaba su respuesta - ellos todavía no han vuelto.

- Pues hay que ir a buscarlos.

- No, no lo harás- era Newt, quien se había acercado por detrás- Ya sabes cómo son las normas.

Idoia miró a Newt, ella sabía que él odiaba hacer de líder porque creía que ese puesto sólo lo merecía Alby.

- No puedo dejar que entres de nuevo, así que Idoia acompáñale a la Hacienda para que cene y pásate luego por el hospital.

Idoia, cogiendo cuidadosamente del brazo a Minho porque se le veía muy alterado, lo llevó hasta la Hacienda, donde todos esperaban preocupados la llegada de los dos corredores restantes.

En el laberinto, Thomas le fue dando una serie de pasos para que Ada siguiera para hacer más fácil la situación. Ada los obedecía entre llantos y el lacerador aumentaba su paso. Entonces Thomas no vio otra salida que lanzarle una zapatilla al lacerador y, como si alguien hubiera escuchado sus pensamientos, el lacerador se detuvo, y se cayó hacia adelante, como si se hubiera desconectado o algo por el estilo. Ada y Thomas no dudaron en ese momento en salir corriendo en busca de la salida, para alejarse de aquel terrible monstruo y para llegar a tiempo a casa. Aunque el camino se hizo más lento todavía ya que ninguno se molestó en decir palabra después de lo ocurrido. Salvo al llegar a las puertas del claro que Ada se limitó a decir un simple y sincero "gracias" pero Thomas no pudo contestar ya que un grupo de clarianos se abalanzaron sobre ellos para preguntar todo tipo de cosas del motivo por el cual llegaban a una hora no prevista.

Mientras Ada se disponía a buscar alguna cara conocida, Thomas se fue apartando de la multitud poco a poco, hasta que se retiró a sentarse a uno de los bancos del claro para estar solo.

Poco después cuando la multitud se relajó, todo volvió a la normalidad, así que Ada fue a encontrarse con Idoia para contarle todo lo ocurrido. En cuanto la vio, Idoia se lanzó encima suyo abrazándola, preocupada desde que Minho había aparecido sin ellos.

Ada le explicó absolutamente todo lo ocurrido, pero ninguna de las dos lo acabó de comprender del todo.

- ¿Y dices que el lacerador simplemente se apagó? -preguntó Idoia. - ¿Tal cual?

- Sí, como si algo hubiese fallado. Igual esos bichos funcionan con batería.

Ambas chicas rieron por la tontería que acababa de decir Ada, liberando así un poco de la presión acumulada.

- No creo que algo tan preparado pueda tener algún fallo. -dijo Idoia.

- ¿Y entonces por qué me dejó de golpe?

- Igual tiene que ver con las personas que los controlan. Igual no les convenía que murieras todavía. -concluyó Idoia.

- No lo sé... -Ada se encogió de hombros.- Pero eso tiene aún menos sentido que lo de la batería.

Detrás de las risas, ambas chicas oyeron una voz, así que pararon atención. No reconocieron al clariano pero sí que entendían lo que decía. Tenían que ir a la sala de las asambleas, iban a hacer una reunión. La primera reunión seria desde su llegada.

Las chicas se dirigieron allí y, al llegar, se sentaron lo más cerca del centro posible, junto a Chuck. A esas alturas ya no sabían qué esperarse de aquello.

El corredor del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora