De sus impulsos

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Seifer despertó en una cama hecha de pieles oscuras, miró a todos lados de aquella habitación y se encontró en un espacio pequeño. Estaba la cama, él y un palo en el centro que recorría desde el suelo hasta el techo. Estaba medio desnudo, al levantarse sintió un gran frío y encontró bajo su cama algunas ropas bastante parecidas a aquellas que Manu y Chikane llevaban. Suspiró antes de temblar por lo helado del suelo, empezó a vestirse. Cuándo se topó con aquella herida en su brazo, recordó la preocupación, el miedo y la confusión que le habían atacado en su último recuerdo. Terminó de ponerse unas botas gruesas y se levantó adolorido. Al salir de la habitación, se encontró en una aldea de chozas pequeñas. Recorrió algunos caminos para darse cuenta que cada choza estaba abandonada y había fogatas en el centro de cada grupo de cuatro. Seifer empezó a gritar, recordaba el nombre de aquellos quienes le ayudaron.
—¡Manu! ¡Chikane!
—¡Estamos aquí! — contestó una voz a lo lejos, venía de detrás de él, la reconoció al instante y supo que Agregor le llamaba. Empezó a correr hacia la dirección de la voz y los encontró al rededor de una fogata, con una olla de algo que parecía más vaca que carnero.
—Seifer, ¡qué bien que despiertas! — Dijo Chikane con mucho ánimo, mientras Agregor le daba una mordida a un pedazo de carne y Manu meditaba con sus ojos cerrados.
—Debe haber sido difícil para ti, ¿cómo te sientes, Seifer? — aún distante, con sus ojos aún cerrados, empezó a decir Manu, esperando una respuesta de Seifer
—Me siento ¡HORRIBLE! Apenas puedo pensar en ello, no sé si lo he soñado o lo he vivido, pero aún me duele el brazo.
—Han sido tus emociones, así funciona éste mundo.
—¿Mis emociones? — preguntó.
— Claro, todos somos elementales, algunos más derivados que otros y a todos nos afecta nuestra mente. Felicidades Seifer, controlas las plantas, estás tan cerca de la tierra como del agua, pero tu manera de ser dicta que tus poderes predominen sobre tus elecciones
—Quiere decir que eres tan imbécil, descontrolado, irresponsable e incapaz de actuar con lógica que tus poderes actúan solos. — Agregor agregó.
— Desgraciado. — contestó Seifer — Pero oye, éste lugar es aún más especial de lo que creía. ¡Agregor! ¿Cómo estás tú? ¿éstos raros te han hecho algo?
—No somos raros. – Chikane vociferó, a la vez que sus manos hacían un gesto y Seifer se levantaba de la tierra.  — Todos somos especiales.
—bájalo, Chikane. —pidió Manu
—¡No Manu! Quiero enseñarle lo raros que podemos ser.

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