Esa tarde anocheciera con las jarras de Kozo que se rellenaban una y otra vez mezcladas con risas y explicaciones de un mundo normal pero desconocido para Manu y Kozo, con monotonía sin juicio, rutinas insalubres y constante buscar asombro que se conseguía difícilmente a través de bajar las expectativas. Manu preguntaba alguna que otra cosa y Kozo se reía con la seriedad de la pregunta, solo para sorprenderse a mayor medida cada vez que la respuesta era justo aquello diferente a su mundo: normal, corriente, poco enamoradizo.
Agregor bebía más a la orilla, sentado junto a Chikane que seguía inconsciente mientras Manu, Seifer y Kozo pasaban un buen rato con alguna que otra carcajada imparable que brotaba de situaciones contadas con poca delicadeza. Terminó sintiéndose cansado, se acostó de aquella misma forma en que Chikane lo hacía, contra la barra, cabeza de lado y quedó mirándole los párpados y los labios rosados en el rostro claro y terso. Notó el mismo aura de hacía unas horas, más débil y poco notorio con un grosor de un dedo pegado a la piel. Levantó su mano y la puso entre sus rostros solo para notar que aquél aura también se mantenía impregnado en su piel y levantando la cabeza, se dio cuenta que de su abdomen seguía saliendo una unión de auras que terminaba en el abdomen de Chikane. Pensó en su torpeza al no haberlo notado antes, no aprovecharse de ello para encontrarles sin pedir ayuda. Será tonto, pero la tontería terminó con él y Seifer conociendo a otra persona y eso está bien.
En las ventanas ya casi no entraba aquella luz naranja atardecer de un sol, el ambiente se ponía húmedo y las sombras eran azul marino. Terminaban de salir las últimas personas del bar, Kozo los despedía a gritos más de amigos que de conocidos y empezaba a llevar a la habitación interna algunos objetos y sillas sueltas. Manu ya no bebía, solamente descansaba las manos en la barra, rascándose una oreja, dijo con los ojos cerrados y la voz segura.
- No está bebiendo.Kozo lo escuchó claramente, dejaba caer su puño cerrado con tranquilidad en la barra, haciendo apenas un toque vacío de quien se arrepiente de tocar una puerta ajena.
- Es mi negocio, yo sé lo que pasa. - contestaba volviendo a beber. Terminó siendo el único de los cinco que lo hacía. Más allá de ello, no mostraba nada de lo que los demás, pues seguía firme, con su cabello rojizo bien peinado y los ojos tan abiertos como cuando Seifer y Agregor entraron al bar. A los otros tres les podría ganar el sueño justo como a Chikane, pero a Kozo no. - ¿Qué tendrá que ver que no beba? - Preguntó Agregor todavía con la cabeza en la barra y mirando a chikane, antes de volver a sentarse como persona - Digo, ni siquiera te pidió nada cuando entró.- Mi negocio es así niño. La gente viene porque quiere beber, sobre todo con Nuestro Sol, todos buscan relajarse antes de que llegue la noche. Las personas que entran y no se beben la jarra de un tirón son personas que buscan algo más que relajarse.
- Tendrás que hacerlo solo. - Dijo Manu entre el silencio que dejó al terminar de hablar Kozo.- Siempre hay un loco. - Le contestó - Será que piensan que estoy oxidado.
- Cállense idiotas... - Entró a la conversación Seifer, antes de dejar caer la cabeza en la barra y hacer un golpe seco seguido de cero palabras.- ¿Qué quieres decir, Kozo? - Preguntó Agregor, que se interesaba desde el principio.
- El Kozo es popular porque te relaja. Tanto que uno se vuelve vulnerable. La cosa viene cuando sabes de su peculiaridad, aquello que se queda cuando las frutas se unen en un jugo, antes de que yo meta mano.
El tipo de cabello amarillo arrastró su silla sin levantarse. Su jarra seguía llena y había durado sentado un rato largo. Ya no quedaba más gente en el bar, sólo Kozo, los cuatro ebrios y su presencia ausente. El día había terminado y finalmente era de noche, ya no estaba ni aquél sol ni aquella luz, solo el brillo de las urnas encendidas con un fuego vivo, encerrándose con la oscuridad de una noche de lunas allá afuera del bar.
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Brisas
AléatoireUn cristal invoca una tormenta, Fernando y Orlando terminan siendo arrastrados a un mundo en el que sus nombres ya no les sirven. Conocen a grandes personas mientras desvelan las incógnitas de éste lugar desconocido, empezando por un detalle muy imp...