Entre la noche y los pasos

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Allá en las llanuras todavía había gente caminando. Lejos del bar destrozado y la gente medio inconsciente. Allá no había personas que hicieran parecer la noche como día.

Algunos caminaban de la ciudadela hasta un pueblo y otros tomaban el camino contrario. Mensajeros se apuraban a entrar antes de que cerrasen las puertas y los guardias que patrullaban se sentían cansados después del día más largo del mes. Los elementos se ciernen descansando y las plantas se cierran. Pero hay pasos helados.

Se escuchan a lo largo de la llanura. Van a su paso y el piso se congela cuando está a punto de ser tocado y al instante se quiebra y el sonido se propaga aún más lejos.

Su silueta parece llevar algo en las manos. Apenas y se puede ver su cabello, está vestido con mucha ropa y de repente se queda parado. Un bostezo tierno con un chillido dulce y de pronto aquél sujeto está sonriendo y se acerca aquello de sus manos a la mejilla.

- Mírate, parece que quieres crecer. - Y extendió las manos, levantándolo y sujetandolo de sus patas regordetas y mirándole el hocico rosado y la nariz negruzca. - Ya haz abierto tus ojos. - Agregó antes de bostezar él mismo.

Faltaba poco para que llegáse a su destino. Había pasado el día y la tarde como cualquier otro día de Nuestro Sol y se sentía cansado pero el cachorro le daba fuerzas de caminar. Usualmente dormiría en la llanura. Se sentía obligado a caminar hasta la ciudadela.

- Cuando lleguemos te encontraré algo apropiado que comer. - Dijo sosteniéndole con una mano y cerrando la otra. Al abrirla tenía un cubito de hielo que le acercó al hocico y el cachorro lo olía antes de pasarle su lengua rosada una y otra vez. Lento, y tierno y pequeño e indefenso.

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