Impulsos libres

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Los gritos de Chikane se hacían más fuertes de vez en cuando y la gente iba entendiendo todo en base a ver la escena. Algunos intentaban acercarse y a su vez sus pasos se coordinaban con un grito de Chikane que lanzaba a todos un paso atrás. En una de esas ocasiones tiró a Seifer y a Manu de espaldas. Seifer se levantó más sucio y con rabia le golpeó la cara a Chikane antes de que Manu se pudiese levantar.

Seifer se quedó parado, sin cambiar aquella pose que reflejaba la fuerza con la que le había golpeado y dos segundos después cayeron al suelo los pedazos de madera que quedaban flotando. La gente le miraba sorprendida y a su vez Manu todavía en el suelo estaba confundido. Giró Seifer su cabeza y vio a Agregor como intentando comprender. Finalmente cayó en la cuenta de lo que había hecho y miró frente a sí, frente a su puño, y el brazo le rodeaban raíces verdes y en el puño tenía sangre que goteaba. El rostro de Chikane tenía una mancha de sangre que le cubría desde la nariz hasta el inicio de las mejillas y derramándose despacio en las comisuras de su labio. 

Pronto se daría cuenta de que también sus piernas y su costado derecho estaban cubierto de raíces gruesas. La derecha completamente y la izquierda solo de la rodilla hacia abajo. Subía de su pierna hasta su hombro derecho y terminaba por enrollarle el cuello con lianas. El golpe había sido tal que quedó inconsciente chikane. y su nariz se había aplanado. Las raíces eran gruesas y le daban vueltas a sus extremidades. Su cadera parecía mucho más trabajada, se le notaba fuerte pero estructurada de una manera que le dejaría caminar sin problema. Así finalmente habían calmado a Chikane y ahora el problema era otro.

Agregor dejó de confiar en Seifer, ciegamente dejó de verlo como a un amigo y Kozo seguía tirado. Cuando Manu se levantó no hizo expresión alguna, se acercó a Chikane y le levantó, la cargó en su espalda y miró a Seifer habiendo recobrado la seriedad de aquél momento en que se habían conocido. Durante un momento u otro, se escuchó una pequeña risa de sorpresa.

—No pasa nada.

Y su mente se encontraba abrumada. Confundida completamente mientras las raíces volvían al suelo. Alcanzó a verlas enterrarse y encontró en el lugar dónde habría caído la cabeza de Chikane un montón de hierbas y flores aplastadas. Sintió un nudo desaparecer entre una cuerda enredada pero fue incapaz de calmarse.

La nuca de Seifer se sintió helada a la vez que el ajetreo de pies corriendo se acercaba y terminaba parando. Llegaron los guardias.


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