Verde olivo

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- ¿El bar de Kozo? oh no, ¡no deberían ir ahí!, la gente puede ser muy agresiva en los días de Nuestro Sol. - Les dijo la chica, juntando sus manos en su pecho y haciendo una cara dulce, de preocupación sincera.

- Parece que todos hablarán de ello pero nadie nos lo va a decir. - decía Seifer, mientras se quitaba el polvo de la ropa e intentaba arreglar su cabello.

- Oh, ¡cariño! tenemos que ir, pero gracias por preocuparte. - Agregor le contestó a la chica, abrazándola desde un lado y juntando su mejilla con su cabello.

- ¿No le vas a preguntar?

- Cállate Seifer. - Le contestó, sin abrir los ojos, todavía sonriendo.

- Deja de pensar con tu otra cabeza.

- Cállate Seifer. - Y lo miró molesto.

- ¡Se los digo en serio! no está muy lejos de aquí, cada noche los escucho pelear, la semana pesada incluso me contaron que alguien se murió.

La chica conservaba su cara de preocupación. Era linda, hermosa y dulce, provocaba cariño casi inmediato. Su cabello adornaba su rostro con un fleco y resaltaba sus ojos celestinos. Su cara parecía estar en un rubor permanente que acompañaba su falda, su boina y sus zapatillas rojas. Un abrigo largo, y debajo de él, una blusa que parecía forrada por su propio cabello de bombones claros.
- Pero Manu y Chikane deben estar ahí, nos lo dijo un guardia, ¡ay! - Le contestaba Agregor, todavía abrazándola hasta que Seifer lo jaló desde el cuello de su camisa.

- ¿Qué tal si nos llevas tú?

- Pero... yo... - Su estatura era más baja que la de ambos chicos. Parecía que le costaba decir las palabras y su timidez contrastaba con la alegría que dejaba salir cuando reía.
- ¿Qué? ¿No nos quieres llevar? - le reclama Seifer, haciendo dura su voz.

- ¿¡eh!? ¡No, no!, lo siento, no es eso... - Le dice a Seifer, bajando la cabeza, desviando la mirada y con su voz más tenue cada vez... - Me da miedo.

Seifer no había dejado de actuar molesto desde que ella y Agregor le jugaron una broma y terminaron asustándole. Cuando la chica pronunció esa frase y lo miró a los ojos, sintió su cuerpo deslizarse en un río de agua fresca. Su rostro lima suave se sintió atacado, desvió la mirada y sus mejillas parecían volverse verde olivo.

- Seifer... ¿estás sonrojado? - Agregor se acercó a su cara y lo hizo alterarse.

Seifer caminó unos pasos hacia atrás, les dio la espalda y empezó a frotarse el rostro con las manos.
- Estará bien, puedes esconderte mientras nos guías.

- ¿Seguro? - Le preguntó.

- Claro, de hecho, puedes adelantarte un poco mientras le digo algo a Seifer, ¡nosotros te alcanzamos!

- Está bien... - Su cuerpo empezó brillar de la misma forma que lo hacía cuando salió de aquél espejo. Cuando por fin esa capa que parecía espejo la cubrió completamente, volvió a hablar - ¡Los esperaré más adelante, chicos! - Y al terminar de hablar, su cuerpo se sumergió en el mismo espejo y una luz fuerte salía de los cristales de las ventanas de las casas, uno a uno, en dirección a la esquina.

Agregor caminó hacia allá, y pasó justo a un lado de Seifer.

- Camina chico ruborizado.

Y Seifer tembló y volvió a sonrojarse por aquella sorpresa.

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