Cubro mi rostro cuando la mano de mi padre vuelve a levantarse y aterrizar sobre mi.
—¡Te dije que te quedarás en el auto! —Gritó enojado. Sentí mi mejilla arder y luego de varios golpes más un sabor metálico salir de mi boca.
—P-Pero papá... Kelly no podía estar sola... —Intenté hacerlo entrar en razón aun sabiendo que sería imposible.
—¡Esa bastarda solo sabe lloriquear! —El olor a alcohol llegó a mis fosas nasales. No sabía que dolía más, si los golpes que recibo o el hecho de escucharlo hablar así de su propia hija.
—Mamá no la alimentó, estaba hambrienta. —Susurré dolida. Una mano más golpeó mi mejilla, esta vez no fue la de mi padre.
—¡Me tienen cansada! ¡Tú y esa mocosa son un asco!. —Exclamó mamá.
Totalmente adolorida y temblando como un cachorro recién nacido: me hice un ovillo recibiendo las patadas y gritos de parte de ellos. El dolor era insoportable y las lágrimas caían al suelo como cascada.
Minutos después dejé de sentir los golpes y el sonido de una puerta me indicó y se habían ido.
Enterré mi rostro entre las rodillas y lloré, lloré sin parar, lloré con todo el dolor que una niña de doce años puede sentir.
La odiaba, odiaba mi vida. Pero sobre todo, los odiaba a ellos.
Un llanto me hizo levantar el rostro adolorido. Sequé mis lágrimas y me levanté soltando varios gemidos de dolor al sentir mi cuerpo arder a causa de los recientes golpes. Miré hacía afuera y ya no estaban, otra vez se habían ido a ese bar.
El llanto no paraba, me despegué de la ventana y corrí hacia la habitación de Kelly. La pequeña estaba en su cuna llorando con dos de sus dedos en la boca. La tomé en mis brazos y cantando una suave melodía su llanto cesó.
Su mano subió a mi rostro y luego sonrió con dulzura, mostrando unos pequeños hoyuelos que empecé a amar con tan solo verlo por primera vez.
La miré con atención mientras a mi mente vagaban algunas ideas no muy cuerdas.
¿Ellos? son mis padres, Lucero y Gustavo. Ambos dominados por el alcohol y la droga. Esta es su vida, y esta es la vida que me han dado.
Con lágrimas rodar por mis mejillas miré a la niña en mis brazos, dejando salir una amarga sonrisa.
Ella no se merece esta vida.
Aquella noche me prometí darle una mejor vida de la que tuve yo, prometí proteger de ella como nadie lo hizo por mi, prometí darle todo el amor que me faltó.
Esa noche huí, dejando atras aquella vida, dejando aquella niña atemorizada que solo sabía ser maltratada.
Desde mis cinco años de edad mi vida se convirtió en un túnel oscuro. Antes tenía a los mejores padres, me sentía orgullosa de mi familia, hasta que un día conocieron el alcohol, desde aquel día ya no era la princesa de papá ni la muñeca de mamá, solo era su desgracia y vergüenza. Años después mi madre quedó embarazada y a pesar de que no quería llevar ese ser en ella ya era muy tarde para provocar un aborto. De esa manera nació Kelly Gonzales, mi hermana.
En aquel momento ella se convirtió en mi prioridad.
Cualquier vida es mejor que la que estoy dejando allí detrás...
(....)
Nadie puede volver atrás y comenzar de nuevo, pero cualquiera puede comenzar hoy mismo y hacer un nuevo final. -María Robinson.
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Boxeadora Oculta
ActionElla debe ser fuerte, por ella, por las dos. Prohibida su copia y/o adaptación.