Epílogo.

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Seis meses después.

[…]

En seis meses pueden pasar muchas cosas, como por ejemplo, el hecho de haber terminado mi carrera. Que Alexander sea hoy jefe de policías. Que mi relación con Lucero haya crecido y que Kelly tenga esa parte materna que anhelaba. Que haya sacado de aquella vida miserable a Laura y le devuelva parte de su felicidad. Mi vida no cambió en seis meses, pero se hizo aun mejor.

Aquella chica boxeadora continuó siendo un misterio, hasta que subí una última vez al ring siendo aquello una despedida.

Tenía mi propio negocio. Tenía amigos que lo valen todo. Unos hermanos que son mi adoración. Una mejor relación con Lucero, y un hombre maravilloso a mi lado.

Las cosas habían mejorado y me hacía sentir bien, plena. Porque por fin puedo decir que soy feliz, no a medias, no a ratos. Era feliz nuevamente.

En el camino fuí lastimada y golpeada por la vida, sufrí como no llegué a imaginar. Y pesar de todo aquello, siento que todo dolor y sufrimiento valió la pena. Me hizo más fuerte y determinada.

Pero entonces, toda aquella valentía se había ido de vacaciones.

Con un largo suspiro que dejo salir paso una mano por mi rostro.

Decidida tomo el sobre médico del asiento y salgo del auto recibiendo el frío en todo mi cuerpo. Trago grueso antes de caminar sintiendo mis rodillas flaquear y el nudo en mi garganta no desaparecer.

Toco el timbre de casa de mi hermano y me quedo allí parada hasta que una sonriente Molly abre de esta.

–¿Qué haces tocando el timbre si tienes llaves y sabes que la puerta está abierta? —Ganar tiempo, quizás.

Entro a casa sintiendo la calidez de esta.

—Alex, ¿estás bien? ¿qué tienes en ese papel? Tienes cara como si te dieron como a televisón viejo. —Hago una mueca extraña con mis labios mirándole raro, por lo que ella continúa. —Sin control.

—Molly. —Le regaño dándole una mala mirada. Ella levanta las manos ampliando su sonrisa.

—Cuando me llamaste diciendo con tanta seriedad que debías hablar conmigo, inmediatamente hice café. Usaste el tono de cuando estás muy fustrada, y siempre tomas mucho café cuando lo estás. —Una pequeña sonrisa sale de mis labios.

—Necesito algunas tazas con mucho café. —Admito.

Molly frunce sus labios antes de girarse e ir por el café. Camino con lentitud hasta tomar asiento.

De regreso me tiende una taza con mucho café, la cual no tardo en tomar y dar un sorbo sin importante lo caliente que esté.

Molly camina al sofa con un plato de pastel de chocolate.

Juego con la taza en mis manos sintiendo nuevamente mi estomago contraerse ante el nudo allí. Miro el papel en mi otra mano sintiéndola temblar.

—Alexander dijo que tiene algo que hacer en el departamento de policías pero que llegará temprano para...

—Estoy embarazada. —Las palabras salieron con torpeza de mi boca, Molly se detuvo en seco al escucharme. La cuchara en su mano cae al plato. Por un momento quiero decirle que tiene un poco de bizcocho en la comisura de su labio, pero créanme, es lo que menos importa.

—¿Estás qué? —La sorpresa en su voz es bastante clara, y el nudo en mi garganta crece más.

—Embarazada. —Murmuro. Con torpeza le paso el papel, aquel papel que dice lo muy embarazada que estoy de dos meses.

Boxeadora OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora