Capítulo 2.

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Cuatro años después:

-Entonces el dos va de ultimo. -Su dulce voz inocente me hizo sonrier.

Por tercera vez:

-No, pequeña. Primero colocas el cuatro y luego lo sumas al dos. -Le expliqué haciendo una trenza en su cabello. Frunció sus pequeños labios en una mueca y luego dejo caer los hombros.

-No entiendo nada. -Volví a sonreír. Mire la hora y luego me levanté tomándola a ella en brazos.

-Entonces mañana lo harás. Ahora es hora de que la princesa duerma. -Bostezo como si el sueño le llegará de pronto. Hundió su cabeza en el hueco de mi cuello y me abrazo para no caer.

-¿Crees que un día sea inteligente cómo tú? -Susurro soñolienta.

-Ya eres inteligente, cariño. -Respondí subiendo los escalones.

-¿Entonces por qué no se sumar?

-Porque aun estas muy chica, pero luego serás igual o mejor que yo.

-¿Cuando eras como yo sabias? -Cuando era como tú sólo recibía golpes. Pensé, pero claro, no le diría eso.

-Cuando era como tú dormía temprano para luego ir al colegio. -Intenté cambiar de tema y funcionó. Levantó la cabeza ahora mirándome con esos grandes ojos marrones.

-Pero ya no tengo sueño.

-Las niñas lindas deben dormir temprano. -Abrí la puerta de la habitación y la lleve a la cama.

-¿Y por que no duermes temprano también? ¿Ya no eres una niña? -Cada vez su curiosidad es mayor. Sonreí tapandola con la manta y sentandome a su lado.

-No pequeña, ya no soy una niña. Tengo 20 años y tu 7. -Le pasé su oso de peluche y ella lo abrazo enseguida. -Ahora duerme.

-Alex. -Susurro mirando el techo.

-¿Qué sucede cielo?

-¿Por qué no tengo papá y mamá como las niñas del colegio? Ellos van por ellas y se abrazan. -Mi sangre se congeló casi de inmediato. Sabía que un día esto pasaría sólo que no pensé que sería tan pronto. Es inevitable que no lo pregunté, ya la niña esta creciendo y cada día aprende más. ¿Qué esperaba? ¿Qué toda la vida se haga la ciega igual que yo?.

-¿No te gusta que yo vaya por ti al colegio? También te abrazo cielo. -Susurré tomando un mechón de su cabello ya fuera de la trenza. Sonrió y tomó mi mano haciendo círculos en ella.

-Amo que me busques y me abraces. No quiero nada mas si te tengo a ti. Es solo que me pareció... ¿Cómo se dice? Esr, no, es...

-Extraño. -Complete por ella.

-¡Si! eso. -Se sentó de un brinco en la cama. -Me pareció extraño que yo no tenga.

-Pues yo tampoco necesito nada mas si te tengo a ti. -Sonreí y la acosté de nuevo. ¿Cómo puede saber tanto? Dios, el tiempo pasa muy rápido y ella esta creciendo. -¿Estás segura de querer dormir sola esta noche? -Pregunté apagando la lámpara.

-Si, ya no le temo al cuco. -Cerró los ojos soltando un bostezo.

-Está bien. -Besé su frente y luego su mejilla. -Duerme pequeña. -Susurre poniéndome de pies.

Me quede unos minutos hasta verla dormir por completo y luego salí de su habitación para volver a la sala. Miré el reloj que marcaba las 10:15 y aun no termino el trabajo del señor Roman.

Fui a la mesa donde estaban todos los papeles de clase y me senté en una silla. Estudiar administración de empresas no es tan fácil como parece.

Comencé a hacer el trabajo mientras las horas pasaban. Ya el sueño había llegado y aun faltaban unas seis hojas más. Talle mi rostro con mis manos y seguí escribiendo en las hojas en blanco.

En eso de las tres de la madrugada terminé con todo. Me puse de pies luego de guardar todo y subí a mi habitación. Solo tengo cuatro horas para dormir. Debo levantarme a las siete preparar el desayuno de Kelly, luego despertarla y prepararla para ir a la escuela. A las ocho debo ir a la universidad y cuando llegue llevar a Kelly donde la señora Fil quien cuida de ella mientras yo voy al trabajo.

Era de esperarse. El dinero que Margaret nos había dejado no sería para siempre. Mientras fui creciendo y sacando el dinero para mantener de Kelly y de mi fue agotandose poco a poco. A pesar de que el auto lo use cuando cumplí los 18 y a esa misma edad busqué un empleo, primero estuve en una cafetería donde duré un año pero luego me cancelaron cuando golpee al jefe por pasar la línea de jefe-empleada.  Desde entonces trabajo en una heladería haciendo dos turnos para poder tener suficiente dinero para pagar nuestros gastos, ropa para Kelly y para mi, combustible para el auto, la universidad, colegio, alimento y el pago de la señora Fil por cuidar de Kelly.

Al principio fue difícil y dolió como no tenía una idea, quería a Margaret, ya me había acostumbrado a su sonrisa, pero como dijo ella: Yo debía cuidar y hacer feliz a Kelly. No había un día en el que Kelly no preguntará por su madre y el por qué nos fuimos de casa. Tenía que hacerle una historia diferente, era lo de esperarse, solo era una niña y lo sigue siendo. Se que con el pasar del tiempo tendré que decirle toda la verdad, pero aun no es el tiempo indicado.

Lo importante es que sigue siendo esa niña feliz y llena de vida de siempre, sus grandes ojos son más marrones y los risos de su pelo son más crecido, demasiado para su edad. Su sonrisa es la causa de que cada día me levante feliz. Ella es la causa de mi alegría y de todo lo que hago.

-Alex ¿Estás despierta? -Me giré hacia la puerta de mi habitación. Ni siquiera me había dado cuanta que me había quedado pensando mirando el techo.

-Estoy despierta pequeña ¿Qué sucede? -Me senté en la cama viendo su pequeña sombra en el umbral de la puerta.

-¿Puedo dormir contigo? -Susurró por lo bajo. Sonreí. Sabía que seria eso, se pueden contar las veces que no duermo sin ella.

-Claro que si cielo. -Hice un ademán para que se acercará y así lo hizo. Le abrí paso en la cama y la deje entrar a la manta. Con una mano tomaba su oso y con la otra me abrazaba. -¿No que no le tenías miedo al cuco? -Susurré en su oído.

-Quería estar contigo. -Susurró por igual soñolienta. Sonreí y la atraje más a mi.

-Duerme pequeña. -Dejó su cabeza en mi pecho haciéndome cosquillas con su respiración.

-Te quiero Alex. -Estoy segura que ya está dormida. Siempre lo hace entre sueño.

-Y yo a ti, princesa. -Besé su cabeza y cerré los ojos por igual.



Boxeadora OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora