—¿Este es tu lugar favorito?—expresé al ver aquella sala de estar que era más grande que la que suelo, bueno, solemos ocupar. El me ve con una risa burlona y cierra la puerta con mucho cuidado.
—Claro que si, no me gusta ir a la biblioteca, solo pido los libros y vengo aqui.—camino delicadamente, el piso era de madera obscura, haciéndome pensar que es fan de ese material, a unos cuantos metros de la puerta se encontraba un sillón vino con una cobija de peluche color café, era sabe y tibia, en medio de esta había un pequeño tapete color rojizo y sobre ella había una mesa de cristal. Enfrente de la hermosa sala había una chimenea, estaba decorada con una piedra grisácea muy hermosa y una tv para adornarla.
Mi vista se posa en aquel pasillo que se encontraba enfrente de mi. Había cuatro puertas en total, fruncí el ceño y señaló ligeramente aquel pasillo.
—¿Qué son esas cuatro puertas?—lo miro con algo de curiosidad. El se acerca y mete su mano derecho al bolsillo de su pantalón.
—Pues habitaciones y un baño—me mira—me gusta hacer fiestas y que mis invitados tengan mucha...diversión. —ruedo los ojos y veo la hermosa cocina que había aquí. En pocas palabras aquí hacia sus fiestas.
—¿Y por qué no en tu...?
—¿Habitación?—asiento—sencillo, los profesores se darían cuenta de las fiestas que hago, ya que no están permitidos.
Hago una mueca y suspiro con fuerza rodeando aquel sofá para poder sentarme en el. Cruzó la pierna y abro el libro para poder leer.
—Sabes algo—se sienta en el sillón—Si yo fuera tu padre ya te hubiera dado unos buenos azotes para que entendieras.—Lo miro sin entender la razón—¿Acaso no te dijeron que rodar los ojos es de mala educación?
Apreté mis labios con fuerza. Si recuerdo que mis padres odiaban que rodara los ojos, recibía los peores castigos por parte de ellos, pero eso no les ayudó a corregirlos, probablemente un tiempo de mi vida que es simplemente borroso, pero de ahí en fuera, lo dudo muchísimo.
Mis ojos recorrían aquella sala de estar, créanlo la ilusión de que ignore por unos minutos su pregunta. Deje de apretar mis labios, mi mirada se posa en el, recargo mi codo en aquel sofá, mi mano se recarga en mi propia cíen para poder decir.
—Nunca me lo enseñaron—declaré con algo de burla.
Veo como el gira su cabeza ligeramente para poder ver a otro lugar, su quijada se tornaba dura. Mis piernas me temblaron, pero no se notaban ya que estaba sentada y esto me ayudó a seguir teniendo aquella actitu rígida y fría.
Bajo mi mirada hacia el libro, lo abro dónde está el separador, y pongo mi mano en medio de las hojas para que no se cerrará y pudiera leer.
—Pues yo si fuera tu padre—lo veo con el ceño fruncido—no te podrías sentar en una semana.
Abro los ojos como plato, mis piernas temblaron más de lo normal, todo aquello sonó tan sexy. Su mirada aún seguía en aquella chimenea apagada, sus mano estaba recargada aún costado de el.
"No te podrías sentar en una semana" una frase sencilla, pero que tienen varios significados y varios sentidos, o bueno, él hace que esa frase tenga todo eso.
—Si fueras mi padre—me mira—no me hubieras avisado de lo que me harías.
El sonríe y al mismo tiempo, la mano que estaba recargada, pasa a su mentón, con su dedo pulga empieza a sobarlo con delicadeza. Me levanto con rapidez. Dirigiéndome por un baso de agua.
—Me estás provocando a castigarte de la mejor forma que podrías imaginarte—me quedo parada y frunzo el ceño al escuchar eso.—Ruedas los ojos y contestas...tendrías que quedarte en cama.
Suelto una risa y sigo caminando hasta llegar a la cocina, empiezo a buscar algún baso para poder servirme, aún que sea un poco. Necesitaba algo de beber, esta situación, en lo personal me confunde un poco. No sé cómo tomar aquellas palabras tan exasperantes, hacen que mi cuerpo pierda el control. Sigo buscando los vasos y por fin los encontré, camino hasta el grifo, abriendo la llave para que el baso se llenara aunque sea un poco. La cierro y hago un espacio para beber el agua. Lo retiro rápidamente y doy un suspiro.
—Debo de irme—expresé , aún teniendo el baso en la mano—la charla más extraña y confusa que he tenido en toda mi vida.
—¿Enserio te sentiste confundida por nuestra platica?—no me mira, tiene la mirada fija en el libro—si es más claro que el agua lo que deseo acerté desde aquel día que te vi recogiendo mis libros.
Abro los ojos un poco más por aquella declaración todo eso pasó ayer, mis mejillas se tornaron rojas, haciendo combinación con todo rojizo de esta pequeña choza. Sin más que decir salgo, casi, casi corriendo de ahí.
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Oh my Daddy!
Fantasy-No eres como las demás. -Dulce, tierna, e inocente. -Eres completamente diferente a lo que estoy acostumbrado. -Ahora tú serás completamente mía. Historia diferente, con contenido para adulto.